viernes, junio 20, 2025
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The Plush Ripper

Gustavo Adolfo Constaín Ruales. X@moldergc

Capítulo I_73.

Un enigma ya resuelto. Capítulo 4.

Diario. Día 4.

Nuestro SS 2, empezó a unir cabos, recordaba esta casa y algo de los libros, participo en la matanza de las SA y en el asesinato de niños y mujeres en los guetos, no sentía remordimiento de ningún tipo, pero su mente le decía -recuerda, recuerda- y no podía hacerlo, no pudo dormir.

También igual a ellos, tuve pesadillas horribles, había espiado para acusar a inocentes por algún chisme o chiste, entre ellos militares de la Wehrmacht, los había acusados a todos por hablar de derrotismo en la guerra, o contra el estado alemán o nuestro amado Führer. Al levantarme oí ruidos en el armario, al abrirlo vi una sala de un juicio y era yo el acusado, mis acusadores eran mis padres, mis hermanos y amigos. No pude volver a dormir.

Los demás de igual forma recordaron sus pecados contra el hombre y la humanidad, todo aquello que nos inculcaron -estamos más allá del bien y mal, somos la luz que lucha contra la oscuridad-, se nos devolvía. En los espejos, en los cuartos contiguos, en armarios o cuadros se reflejaba todas las barbaries que todos realizamos, pero esta vez las ignominias eran hechas a nosotros. La historia empezaba en el sueño y luego muy real al levantarnos y revivir lo que le hicimos a otros.

Diario. Día 5.

A pesar de que cocinamos y comíamos permanecíamos con hambre, a pesar de la chimenea que siempre estaba prendida y la casa era abrigada, teníamos frio, esto unido a la falta de sueño, nos estaba volviendo locos, por lo cual decidimos abandonar el refugio e irnos, nuestro teniente obedeció. Al salir no había ventisca. Contentos por abandonar de alguna forma este sitio maldito, preferíamos morir congelados o ser capturados, pero no seguir aquí.

Nuestro SS-Obersturmführer reviso su brújula, la manecilla no se movía a ningún punto cardinal. Caminamos durante casi tres horas, atravesamos el bosque, al final vimos otro chalet detrás de unos grandes pinos, “alguien nos ayudara a salir de aquí, un habitante de este lugar” me repetía a mí mismo. “¡Oh, Dios!”, grite y me arrodille en el hielo, los demás maldijeron una y otra vez” “¡caminamos en círculo!, ¿qué paso?” le dijo nuestro guía explorador al teniente. Habíamos regresado al mismo lugar y todo empezó de nuevo: la comida en el hornillo, la chimenea encendida.

Cuando todos quedamos en silencio, a la puerta de la casa, sin saber que hacer o cómo actuar, nuestro SS 2, entusiasmado grito: “conozco este lugar, lo conozco, es el antiguo refugio alpino llamado Haus Wachenfeld, es el Berghof, el hogar en las montañas de nuestro Führer. Estuve a cargo de la seguridad en el lugar. ¿Qué está pasando? “Bajemos a los sótanos”, solo exclamo. Asustados descendimos, llegamos a un tercer sótano bajo tierra, entramos a un cuarto pequeño que servía como lugar de almacenamiento de revistas y periódicos viejos. Allí nuestro Líder, movió una palanca oculta sobre el techo donde estaban las vigas de madera y se abrió una puerta a un pasadizo.

El lugar al otro lado era muy amplio, runas, esvástica y sauvástica dibujadas en todo el complejo, en las paredes, pisos, techos, puertas, también muchos crucifijos y otras cruces como la Cruz de Lorena. “Es un complejo circular, de tres círculos concéntricos, los cuales se unen por puertas por donde solo puede entrar un hombre”, lo explico nuestro SS-Obersturmführer. En el círculo interno había un cuarto inmenso de color blanco inmaculado, frente al cuarto, un laboratorio donde se podía observar a través de ventanales de vidrio. “Aquí lo hacíamos, aquí fueron las víctimas, ya recordé, se leer el libro”, dijo casi como un murmullo nuestro SS 2.

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