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Teherán, una ciudad celestial tejida en filigrana

Por Juan Manuel Rincón

Una postal que muestra un cielo azul profundo descubierto, los montes Alborz que evocan un paisaje alpino y al frente la imponente Teherán son la primera imagen que brinda Irán a sus visitantes.

La capital del otrora Imperio Persa, es una metrópoli que exhibe un amplio legado cultural e histórico mosaico de todos los pueblos que han atravesado sus llanuras y también de un desarrollo urbano moderno como el que merece tener una ciudad capital

Esta ciudad es el epicentro político, cultural y económico del país, es la conjugación del pasado y presente de Irán.

Su ubicación estratégica y cercanía a abundantes recursos naturales fueron los motivos para que en el siglo XVIII Agha Mohammad Khan, fundador de la dinastía Qajar, la declarara capital del Imperio Persa. A partir de ese momento, aquel pueblo montañoso fue evolucionando hasta convertirse en una dinámica metrópoli, reflejando así el poder de transformación de Irán a lo largo de sus períodos de monarquía, revolución y gobernanza moderna.

Caminar esta ciudad es una experiencia maravillosa que invade todos los sentidos, eso se siente al observar una exquisita filigrana en los multicolores vitrales, los finos detalles en los azulejos, los frondosos jardines, una contrastante combinación entre los diseños persas tradicionales y modernos de sus edificaciones y las frases en idioma farsi que reflejan la identidad persa.

El recorrido inicia en el Palacio de Golestán -o Jardín de las Rosas-, declarado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Este gran complejo de edificios es un viaje a través de la historia y la cultura, esas majestuosas edificaciones exhiben las raíces de la tradición iraní a través de los azulejos, un trono de mármol, el solarium y sus jardines.

Otro viaje por el tiempo, es visitar el Museo Nacional de Irán, cuya fachada homenajea el oficio tradicional persa de construcción con ladrillos, ahí, están expuestos objetos representativos que recopilan más de un millón de años de historia de los primeros pueblos residentes en este y sus expresiones culturales. Entre los tesoros expuestos están objetos personales del período Paleolítico, figuras de arcilla de las primeras comunidades aldeanas, artefactos pioneros de tecnología administrativa y escritura persa elaborados en el siglo IV antes de Cristo, relieves de piedra de la mítica Persépolis, el dorado Mihrab de Dar-e Behesht (arco guía de oración para los musulmanes) y las delicadas pinturas en pluma y tinta del calígrafo Reza Abbasi del período safávida, siglo XVI.

Las esencias, los sabores y olores de la gastronomía iraní nos llevan a recorrer los callejones del céntrico Gran Bazar donde podemos encontrar variados comercios, casas históricas y tradicionales, la mezquita del Imam y por supuesto disfrutar de un delicioso Tahchin acompañado de un aromático té de menta o azafrán.

Además de estos maravillosos atractivos, la capital iraní nos deslumbra con múltiples museos y atracciones como el planetario, el santuario Imamzadeh Saleh con sus brillantes espejos, el museo de las alfombras que exhibe las representativas y más destacado producto cultural de exportación de Irán, otros legados del período Qajarí como la casa Moghaddam, los palacios Masoodiyeh y Hegaristán – sede del parlamento iraní – y la Puerta Bagh-eMelli.

Siguiendo en esta peregrinación, aparece la indescriptible, imponente, admirable Torre Azadí, ubicada en la plaza homónima, el lugar de encuentro masivo de toda la nación. Este ícono de la memoria histórica iraní, es una obra maestra arquitectónica que fue construida en 1971 para conmemorar los 2500 años del Imperio Persa. Este monumento ubicado en una de las entradas de Teherán, más que un fondo fotográfico es una puerta que nos conduce a locales y extranjeros a seguir fortaleciendo el espíritu de progreso persa y nos da impulso hacia las alturas y la libertad – lo que traduce azadí en español.

Así como nos recibe a los foráneos, esta metrópoli también nos despide con bellos paisajes para llevar en todos los sentidos y en la memoria a la capital Iraní. A más de 435 metros de altura desde el mirador de la destacada Torre Milad podemos observar a Teherán en todos sus ángulos arquitectónicos y naturales y enamorarnos más de esta urbe.

Teherán no es solo una ciudad bulliciosa o un laberinto de monumentos que resaltan la milenaria identidad persa, es una capital de culturas, de poblaciones diversas que contribuyen a convertirla en una ciudad cosmopolita, es un ícono y raíz de la cultura de la cultura iraní y global, es una ciudad que merece ser explorada a profundidad, que invita vivirla por mucho tiempo, porque por un detalle que descubrimos, observamos o sentimos, este nos motiva a explorar miles más.

Teherán es una ciudad celestial que nos deleita desde y en las alturas.

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