viernes, junio 20, 2025
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Tao Te Ching

Por Donaldo Mendoza

El «Tao Te Ching» (Ediciones Orbis, 1983), libro del que me ocupo, es atribuido a Lao-Tse, autor sobre el cual no se tiene registro histórico fiable. La tradición lo sitúa cercano a Confucio, es decir, entre los siglos VI – V a.C. El Tao (camino) es su única obra. De breve contenido, este libro es fuente de pensamiento filosófico y sabiduría. Su doctrina no propone un discurso religioso alrededor de un determinado dios, ese lugar es ocupado por la Naturaleza, en armonía con el ser humano.

Nos hallamos, entonces, ante una postura netamente espiritual que “propugna la vida contemplativa y la supresión de todo deseo”. La estructura de la obra está configurada en sentencias, aforismos y normas de conducta en busca de meditación y larga vida: «…el conservar la vida es la primera obligación sagrada»; asimismo, Naturaleza es divinidad y Lao-Tse exige para ella un sagrado respeto.

Para el propósito de la reseña indagué cuál podría ser el hilo conductor de esta doctrina, y hallé dos tópicos temáticos que fungen como “lo deseable y lo no deseable”, en el camino de la vida: el AGUA y la CODICIA. El agua es la esencia de la “Bondad Suprema”: «El agua es buena y hace bien a todos los seres». Con nadie porfía y lleva en su espíritu la savia de la sencillez y la humildad: «Va allí donde todos los demás aborrecen estar (el lugar más bajo)». … Me permito una digresión en el párrafo que sigue.

El fin de este mundo no vendría por una tercera guerra mundial, sino por la irresponsabilidad de quienes se obstinan en ahogarle el agua a la tierra… Quizá una oportuna pedagogía en las instituciones educativas, sobre la vital necesidad del agua, nos podría salvar…

“El agua es la fuerza motriz de toda la Naturaleza”. (Leonardo da Vinci)

“No se aprecia el valor del agua hasta que se seca el pozo”. (Proverbio inglés)

“Miles de personas han sobrevivido sin amor; ninguna sin agua”. (W. H. Auden)

“Olvidamos que el ciclo del agua y el ciclo de la vida son uno mismo”. (Jacques Y.)

Es el agua que salva vida. La codicia, en cambio, arruina vidas; sobre este vicio Lao-Tse advirtió bastante. El cuidado de la vida depende de no ponerla en riesgo por la codicia, porque: «No hay mayor castigo que el poder de codicia, ni desdicha mayor que la de no saberse saciar, ni vicio mayor que la codicia. La satisfacción del que sabe satisfacerse es satisfacción duradera». Este juicio del filósofo sintetiza el discernimiento que nos pone en situación de elegir entre el vicio y la virtud: “No ver lo codiciable para que el corazón no se alborote”.

Termino con este manojo de sentencias del «Tao Te Ching»:

  • Amando todo lo que se hace y preparándose con eficiencia para hacerlo cada día mejor.
  • Buscando la verdad que se expresa en cada acción sutil y espontánea.
  • Las palabras verdaderas no son agradables y las agradables no son verdaderas.
  • Cuanto más abunden decretos y leyes, más bandidos habrá.
  • El hombre bueno no ama discutir, y el discutidor no es bueno.

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