Silvio E. Avendaño C.
La matematización de la naturaleza llevada a cabo por Galileo funda un sistema eminentemente racional, formula la ciencia en términos matemáticos. Galileo escribió: “La filosofía está inscrita en este grandísimo libro que tenemos ante nuestros ojos, pero no se puede entender, si antes no se procura entender su lengua y conocer los caracteres en que está escrito. Este libro está escrito en lenguaje matemático, y sus caracteres son triángulos, círculos y otras figuras geométricas, sin las cuales es totalmente imposible entender humanamente una palabra, sin las cuales nos agitamos vanamente en un oscuro laberinto.” De esta manera, Galileo fundamentó la ciencia. Ahora bien, la tecnología se erige sobre el juego e invenciones de las ciencias de la naturaleza.
Más la tendencia es ir más allá de la experiencia científica. Esta predisposición es la apariencia trascendental. Una ilusión inevitable que engaña, con la ampliación del entendimiento en su uso, al dar realidad a las” ideas”, tales como “yo pienso”, “universo”, “Dios.” Estas ideas no son partes del mundo fenoménico, sino que las ideas tienen una aplicación en el uso práctico de la razón y, están ligadas a las inquietudes de la existencia humana.
La ciencia tiene sus alcances y límites en la experiencia. Mas allá de la ciencia hay el campo de las ideas, que no pueden ser tratadas como objetos científicos. Platón consideraba las ideas como principios constitutivos de las cosas y postulaba las ideas como objetos reales. Pero las ideas no son los principios constitutivos de las cosas, sino más bien principios regulativos de sentido. Una primera idea es el alma. Descartes consideró que el yo es una cosa que piensa. Ahora bien, el yo puede desformarse o formarse. Bien puede decirse que la formación del yo supone una orientación. El yo puede ser objeto de educación, es decir de adquirir un sentido. Algunos consideran la formación del yo como forjarse un ideal. Otros no están de acuerdo. Otros consideran que la formación del yo debe forjarse en el nacionalismo. También existe la tendencia que el yo debe encaminarse al éxito pues lo esencial es triunfar económicamente. Alguien en sentido irónico decía que en el tiempo presente el yo se halla en contacto permanente con el celular.
Otro concepto es la idea de mundo. Bien puede llamarse este concepto la idea cosmológica. En la idea de mundo hallamos antinomias. Así el mundo tiene o no tiene principio y fin en el espacio y en el tiempo; el mundo se compone de partes; existen o no existen substancias simples; libertad o causalidad. En la realidad que se vive es curioso escuchar: “El sol sale.”
Tenemos la tendencia a la ilusión, no lógica, no física. La ilusión culmina en una idea, como condición de todos los objetos. Esta es la idea teológica, la cual considera que existe Dios o Dioses como posibilidad de creación de todas las cosas. Todo lo que existe es por la Divinidad, caracterizada por el amor, por el temor, el perdón, porque todo lo sabe y lo espía, peor que la novela 1984, de George Orwell.
