RODRIGO SOLARTE – rodrigosolarte27@gmail.com
Conciencias con autoestima, solidaridad y dignidad, se forman en contextos humanos que las tengan y practiquen. Estos aportes de la civilización, van ingresando a las culturas con el ejemplo familiar durante los procesos de crecimiento cuantitativo y desarrollo cualitativo de personas, comunidades y sociedades.
Los procesos de vida, luchas e historias, van dejando experiencias diversas acumulativas que incluyen las de líderes y lideresas con los proyectos de vida decididos libre o democráticamente.
Las condiciones de vida material, han prevalecido sobre las que consideramos espirituales; las mismas, han sido utilizadas por las diferentes religiones, creadas con propósitos que incluyen lo económico y el altruismo, aprovechado frecuentemente por sus creadores y promotores, que eluden lo científico de la materia estudiada o investigada, y humanización para la convivencia con la misma naturaleza que nos sostiene integralmente en el cosmos.
La investigación ha sido objeto con frecuencia, de intereses económicos para mayor dominación sobre los demás, personas y países. Lo vivimos con la permanente carrera armamentista de las potencias económicas, que ya tienen al espacio o cosmos, como objeto de dominación a lograr, además de reconquistas terrícolas, así la historia y los pueblos que la han hecho y sufrido, por la codicia del poder económico y militar acumulado en pocas personas, estén decididos a impedirlas sin acudir a las armas.
Saturada de guerras y muertes, LA HUMANIDAD espiritual y material civilizada, nos convoca a las actuales generaciones, al DIALOGO corrector centrados en LA VIDA y LOS DERECHOS que a tantas personas se les ha negado en este país y planeta, para aspirar a convivir con justicia y real paz, tanto individual como colectiva, pese a la OPOSICION sistemática de quienes se acostumbraron a vivir del engaño, la apariencia, mentira, corrupción y muerte.
Habrá quien se acompleje por asumir, si es que no los tiene, tales valores y principios de vida?.
Aceptando que somos hijos de la época histórica que nos formó, con las experiencias y oportunidades que hayamos tenido o no, tanto personal como familiar y socialmente, la diversidad tanto territorial como cultural existente, nos llama permanentemente a la reflexión crítica y autocrítica, siendo conscientes de lo evolutivo que todo lo vivo, planetario biodiverso y especies donde nos incluimos, tiene.
El Cauca, Colombia, Norte, Centro y Suramérica están evolucionando, incluyendo Valores y Principios de la vida civilizada, implícita en los diálogos sinceros, acuerdos a los cuales se llegue, justicia distributiva, cumplimiento de los Derechos y Deberes concertados democráticamente en las instancias internacionales que la civilización esperanzada se ha dado, para superar progresivamente las discriminaciones creadas por El Patriarcado, El Esclavismo diverso, y el Neoliberalismo hegemónico, hoy representadas por el Estadounidense Donald Trump y sus seguidores, tanto republicanos ricos, como demócratas pobres, la mayoría, reciclados también en países como el nuestro, Colombia.
El vaivén de las Transiciones con claros propósitos de humanidad que en Colombia compartimos SIN COMPLEJOS, explican parcialmente los cambios de conciencia en combatientes, con armas e ideas pacifistas para el diálogo amplio que incluye la gente en los territorios que sigue padeciendo la guerra; el dogmatismo inhumano que al diferente lo considera enemigo a muerte, así su voluntad de reintegro a las comunidades y sociedad aceptando deberes y exigiendo derecho a la vida, sean evidentemente productivas y de solidaridad con las y los demás.
Muchos son los contrastes del antes, durante y después de las violencias que todavía se padecen en campos y ciudades, y enorme la necesidad histórica para que la DIGNIDAD que sentimos, más por la riqueza espiritual y cultural que por lo económico, estamos aprendiendo a compartir para el PROGRESO PACIFICO DE LA HUMANIDAD, que también irá incluyendo a nuestros hermanos americanos del norte con sus necesidades básicas satisfechas, ante la evidente crisis del sistema plutocrático que las élites económicas han creado.