Padre Jesús Fernando Vega Muñoz Pbro.
La celebración de Cristo Rey nos invita a reflexionar sobre la verdadera naturaleza del reinado de Jesús. No es un rey poderoso y distante, sino un siervo crucificado que nos muestra el amor y la misericordia de Dios de manera radical. La imagen de Jesús en la cruz, con los brazos abiertos, es un símbolo poderoso de su disposición a abrazar a todos, sin importar nuestras miserias y pecados.
La homilía de hoy nos presenta una elección clara: ser espectadores o involucrarnos. Los espectadores se quedan mirando, sin hacer nada, mientras que los que se involucran se acercan a Jesús y se dejan transformar por Él. El ejemplo del buen ladrón es un recordatorio de que la confianza y la intercesión son clave para acercarnos a Jesús. Podemos llamar a Dios por su nombre, admitir nuestros errores y pedirle que se acuerde de nosotros.
¿Qué podemos hacer hoy?
Podemos empezar por mirarnos a nosotros mismos, reconocer nuestras limitaciones y pedirle a Jesús que nos transforme. Podemos involucrarnos en la vida de los demás, servir a los que necesitan y llevar la luz de Cristo a un mundo que la necesita.
El Reino de Dios no llega aparatosamente, sino se construye todos los días con nuestras actitudes, cuando hay perdón, cuando hay respeto, cuando hay servicio, cuando hay apoyo, generosidad, ahí está el Reino de Dios y a eso nos invita Jesús y es el objetivo de la evangelización. Nosotros estamos llamados a evangelizar, pero ¿para qué evangelizamos? ¿para qué llevamos la Palabra de Dios a los demás? Para ir construyendo el Reino.
En este momento, Colombia se ve sumergida en el dolor por la guerra, la violencia y la corrupción. Pidamos a Cristo Rey del universo que toque los corazones de todos nosotros, los colombianos, para que podamos sentir amor verdadero por los demás. Que sintamos el dolor de aquellas madres que están sufriendo por la pérdida de sus hijos. No debemos esperar a que lleguen nuestros muertos para poder sentir compasión; debemos sentirla ahora, en este momento, por nuestros hermanos colombianos que están sufriendo el flagelo de la violencia, la guerra y la corrupción.
Que Jesús, el Rey, nos ayude a ser sus discípulos y a llevar su amor a todos, especialmente a aquellos que más lo necesitan en Colombia. Que su gracia y su misericordia nos transformen para ser instrumentos de paz y amor en este mundo. Amén.
¡Que viva Cristo Rey, Que viva la Virgen María!.
