La respuesta es: absolutamente nada. Pero, como aquí desde enero no pasa nada nuevo, es mejor mirar afuera para distraernos un rato.
Popayán ha sido este año como un carro en “neutro”, al que solo le ajustan permanentemente los espejos retrovisores. Medio se les soltó el freno y el carro se rodó y ¡pum!, se pegó un totazo. La solución del chofer fue peor, meterle la “R”, de reversa, así que aquí seguimos, dando vueltas en el mismo sitio, como un corcho en un remolino. Por lo menos el Concejo Municipal sacudió a todos esta semana. Algo es algo. Veremos que pasa.
Ahora sí, pasemos a las noticias internacionales: el gran espectáculo mundial.
Se han unido las fuerzas de dos hombres que no necesitan presentación: Donald Trump, el recién elegido presidente de EE.UU. (otra vez), y Elon Musk, el magnate sudafricano que parece más un villano de una película de Marvel. Juntos, no solo quieren ganar elecciones, sino rediseñar el planeta. Su plan: mercados más cerrados, mano dura en seguridad, muros más altos y, si tienen tiempo, el fin de las guerras en Ucrania y Palestina.
Pero lo verdaderamente revolucionario no es Trump (ese ya sabemos cómo es), sino Musk. El hombre de Starlink, Tesla, SpaceX y hasta los nuevos robots con Inteligencia Artificial ahora se mete de lleno en política. Ya no solo quiere mirar las estrellas, sino conquistarlas… pero antes reducirá el Estado gringo en un tercio, porque según él, sobran dos millones de burócratas. Esa es la primera tarea que desarrollará ¿Su meta? Quién sabe, pero a este ritmo podría ser presidente en cuatro años.
¿Y el mundo?
Muchos creen que es un giro a la derecha, pero no es tan simple. Esto es un experimento que mezcla neocapitalismo salvaje con la mayor apuesta por financiar la innovación privada. Musk quiere ser el nuevo Cristóbal Colón y la NASA juntos. Trump, por su parte, juega a ser una versión posmoderna de los Reyes Católicos. El mundo ya está temblando, y figuras como Milei, Bukele y Putin están sacando brillo a sus sillas para subirse al tren, en un vagón que no sea el cuatro.
¿Y Colombia?
Aquí la cosa es más divertida. Mientras la política mundial se reinventa, nosotros seguimos viendo si Vicky Dávila se convierte en la avanzada de Trump a la colombiana o si Petro logra mover alguna ficha para ajustarse a este nuevo tablero global. Con Maduro asumiendo en enero y Santos y Duque peleando por algún puesto internacional, no queda claro si estamos jugando ajedrez o parqués.
Conclusión:
Lo que viene es para sentarse en el balcón con crispetas. Repito, esto no es cuestión de derechas o izquierdas. Lo que la gente quiere es algo simple: menos corrupción, más seguridad y, si no es mucho pedir, un poquito de orden y bienestar. Pero mientras el mundo rediseña el futuro, nosotros en Popayán seguimos ocupados con la moción de censura del jefe de gabinete, el bloqueo número 65 de la Panamericana que se anuncia y las noticias de orden público, que ya ni sorprenden.
Al final, parece que la única estrella que conquistaremos aquí será la del árbol de Navidad… si es que CEO permite que se encienda.