Por: Javier Orlando Muñoz Bastidas.
El filósofo Spinoza realizó una afirmación radical y profunda: “Nadie sabe lo que un cuerpo puede”. Para Spinoza, el cuerpo no es una determinación fáctica, que obedezca a unas leyes fijas y definitivas. Tampoco es una estructura mecánica, que tenga un funcionamiento establecido. Todo lo contrario: Spinoza permite pensar que el cuerpo es una posibilidad de creación. El cuerpo es un despliegue de fuerzas infinitas.
Para Spinoza, lo infinito es aquello que es “causa de sí”, es decir: aquello que puede crearse y desplegarse a partir de un principio interno de autosostenibilidad y autonomía. Por eso lo único infinito es la “substancia”, asumido como una totalidad de la existencia.
Pero, si lo único infinito es la substancia universal, ¿cómo puede un cuerpo particular, desplegar una potencia infinita? Los cuerpos particulares no son infinitos porque no son causa de sí, sino causa de otros cuerpos. Pero los cuerpos participan de la substancia, lo que hace que sean “infinitos en potencia”. ¿Qué quiere decir que un cuerpo es infinito en potencia? Que aunque el devenir creador y existencial del cuerpo no está determinado en sí mismo, sino en su relación afectiva con los otros cuerpos, el cuerpo puede: 1. Desplegar una fuerza de creación continua, 2. Lograr puntos de autosostenibilidad, en la afirmación de la autonomía de la creación, y 3. Establecer relaciones afectivas con los otros cuerpos, de forma que se cree una mutua potenciación existencial.
Cuando un cuerpo logra afirmar y tomar consciencia de su fuerza interna en relación afectiva con otros cuerpos, de forma que despliegue una fuerza infinita, es cuando podemos comprender que “nadie sabe lo que un cuerpo puede” llegar a crear.
Pero lo problemático es cuando un cuerpo no logra desplegar esa potencia infinita inmanente, porque otro cuerpo o porque un poder externo le impide su expresión creadora. ¿Qué puede -o no- un cuerpo en situación de sumisión? (Póstleman, 2023). Con Deleuze podemos comprender y afirmar, que una de las más eficientes formas de dominación consiste en determinar la corporalidad en unas categorías funcionales determinadas. Someter el cuerpo consiste en determinarle funciones, que se enmarcan dentro de unas categorías de exclusión de potencia. Hacer que el cuerpo funcione de unas determinadas formas, implica el sometimiento de su potencia infinita.
Es de esta forma que la tradición filosófica occidental ha ejercido un poder dominante y de exclusión, en tanto determina sentidos a los cuerpos, con los que se excluye a los cuerpos que no cumplan esos sentidos funcionales. La tradición filosófica ha ejercido una violencia colonial (Póstleman, 2023). Lo que un cuerpo en estado de sumisión “puede”, es lo que el sentido del poder dominante le permita. Como afirmó Artaud: “Los cuerpos mueren porque se ha olvidado crearlos”.
¿Qué se puede hacer ante este estado de sometimiento? Ante una tradición filosófica “onto logo andro blanco centrista” (Póstleman, 2023), que determina e impone una sola forma de episteme posible, es necesario: 1. Desarticular ese centro, y 2. Desplazar el centro. Desarticular el centro es una acción de transgresión deconstructiva, en la que se confrontan los parámetros de verdad que se imponen como únicos. Desplazar el centro es ubicarlo en las corporalidades excluidas, en acción de reconocimiento de su potencia de creación diferencial. Otros cuerpos diferentes son posibles.
Es en esta dirección en la que Fanon afirma que “emerge la inexorable necesidad de crearse un cuerpo”, como ejercicio de potencia de una genealogía de la expansión colonial, en la que se toma consciencia que el cuerpo es algo que se debe crear, en acción de confrontación y resistencia ante los poderes dominantes. Crearse un cuerpo o crearse un cuerpo sin órganos (CsO), no consiste en la determinación de otro poder de dominación, sino en liberar las fuerzas inmanentes de la corporalidad, y en permitir que fluyan en los encuentros afectivos con los otros cuerpos. Con otros cuerpos que se están desplazando y están creando un plano inmanente de la consciencia.
Nadie sabe los encuentros afectivos que se pueden llegar a crear, ni los niveles de potencia creadora que se pueden desplegar.
Referencia.
Póstleman, Cristina (2023). Mil sures. Deleuze, Fanon y otros hilos, qellqasqa editorial.