Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal
El Porce, octubre 5 del 2024. No soy amigo de los relatos breves y mucho menos cuando pretenden, y hasta logran, alcanzar profundidad sicológica utilizando la ironía. Lo que sí soy es un admirador de la tenacidad de los expatriados, que constituyen la cada vez más crecida diáspora colombiana, por no perder el hilo con su Colombia.
Arturo Prada Lima es un escritor nariñense que hace 25 años vive en España y unos más estuvo dando vueltas por Alemania. Defensor premiado como periodista de los derechos humanos ,en especial de los inmigrantes en la Europa continental, acaba de publicar en la inquieta editorial ibaguereña Caza de Libros este pequeño compendio de relatos, dividido en dos grandes bloques, los del otro lado y los de este lado que al mismo tiempo que sorprende por la calidad y habilidad en el manejo del trecho de los exiliados, desilusiona en la lectura del bloque de los recuerdos de esta patria lejana.
Las breves narraciones de los inmigrantes son de maravilla. La explotación literaria del antagonismo y el absurdo, construyen la imagen que las palabras no alcanzan a darle. El relato que le da titulo al libro, la de Hamburgo, es un dechado de ironía tejida como croché de abuelita de las tierras frías nariñenses. Son 33 esfuerzos metafóricos punzantes y muy satisfactorios para tanta parquedad acumulada.
Los otros 30, los del recuerdo de esta patria lejana, no lo son por ninguna parte por donde se los mire. Resultan a veces tímidas memorias del antiguo guerrillero o del militante expulsado o del colombiano arrepentido, pero no cuajan, por lo que es mejor no profundizar en ellos y hacer de cuenta que el libro solo llega hasta la página 45 porque son tan bien estructurados, tan eslabonados en la remembranza lejana y la acción intrépida del inmigrante latino que salta obstáculos y construye esperanzas, que con llegar hasta allí lo hace un librito inolvidable .