RODRIGO SOLARTE – rodrigosolarte27@gmail.com
Las violencias humanas y al planeta, son sujeto y objeto de nuestra historia como terrícolas. Las retóricas se desplazan entre el deber ser como humanidad, y las realidades o el SER actual en las diferentes regiones, historias y culturas.
La misma ciencia y tecnología buscadora de explicaciones para el mejor estar de mujeres y hombres, las ha encontrado más en las guerras y muertes que en la paz y las vidas o su conservación, aflorando en las culturas la necesidad del BUEN TRATO HUMANIZADOR que debe comenzar desde la gestación e incluso antes, cuando la pareja responsablemente decide ser papá y mamá.
Todos los días del almanaque nos recuerda alguna celebración religiosa o un motivo o razón para que la humanidad lo recuerde o lo tenga en cuenta. Este 25 de noviembre motiva reflexiones y acciones para la prevención y atención integrales de LAS VIOLENCIAS CONTRA LAS MUJERES.
Esa humanidad organizada en Estados y Naciones continúa siendo dinamizada por mujeres y hombres, con las luchas por derechos y asumiendo los deberes indispensables para defender LAS VIDAS Y DESCENDENCIA como garantía para la continuidad de comunidades y sociedad humana.
Las mujeres no solo son mayoría estadística de los países. El machismo patriarcal las ha tenido relegadas en sus derechos, motivando liderazgos que ya son políticamente visibles en todas las instancias, desde la vida familiar hasta la social conformada por comunidades campesinas y citadinas.
La Sindemia o sincronía de crisis humanas y planetarias, podemos entenderla como la histórica ausencia de prevenciones estructurales en las cuales LAS MUJERES como víctimas, están liderando procesos alternativos salvadores de vidas, consecución de derechos, concibiendo al planeta tierra como sujeto cultivador, crecimiento y mantenimiento de esa minúscula presencia inteligente de mujeres y hombres en el cosmos conocido.
Con este brevísimo marco de consideraciones y reflexiones, para aterrizar a la corrupción de conciencias como una de tantas interpretaciones a la deshumanización que cotidianamente nos impresiona con la sensibilidad humana que nos queda para soñar en futuros diferentes, meditemos sobre lo individual del tema preventivo desde las parejas y familia, hasta lo colectivo y global, regional y local, en Popayán, El Cauca y vecindades.
Los procesos hacia la consecución espiritual de la paz se integran necesariamente al crecimiento y desarrollo físico que proporcionan biológica, psicológica, cultural, social y políticamente, las condiciones de vida iniciadas desde la concepción de ese nuevo SER.
Cuando han prevalecido condiciones de maltratos, violencias y muerte con tanta gente colombiana, volviéndose estructural, pandémica, genocida y feminicida la problemática, impresionan sobremanera las conciencias malformadas por las situaciones vividas e intereses de continuidad en unas y unos pocos, seres que sin dejar de ser humanos, solo piensan y actúan movidos por la avaricia y locuras de existencia experimentadas.
Nuevas conciencias crecerán y se desarrollaran ante la sobrevivencia de las actuales, al prevenir conscientemente con sus hijas, hijos, nietos, descendencia en general, situaciones maltratadoras que les haya tocado vivir, aguantar y hasta compartir, no pocas veces como medio para sobrevivir.
La necesidad de asumir el BUEN TRATO INTEGRAL como paradigma humanizador, mensaje que he asumido como necesario y motivador para la plural interpretación al finalizar estas breves columnas de opinión periodística, lleva implícita la prevención de LAS VIOLENCIAS para promover la ANHELADA PAZ que como la guerra, es también una construcción humana, como lo son en nuestro contexto colombiano, el antes, durante y después de la COP16, PAZ CON LA NATURALEZA, y LA PAZ TOTAL para la convivencia civilizada y por consiguiente humana, que pese a tanta oposición y resistencias, incluyendo la armada narcomafiosa, sigue ganando conciencias decididas a NO REPETIR situaciones ya vividas.