Por: Juan Carlos López Castrillón
Bueno, el título de esta columna debería ser “Petro es como un salmón”, así bien me lo definió un amigo. Él necesita nadar en contra de la corriente, en eso está la esencia de su vida, en ser disruptivo. Si el salmón no hace ese ejercicio para llegar a los puntos altos de desove en los ríos, entonces la especie desaparece. Eso también le pasa a él; tiene que seguir, irremediablemente y para toda la vida, en contra de la corriente, pues es como el viento para las cometas.
En Petro no aplica el lema “ni es agua ni es pescado”; definitivamente es un pescado, como lo es Uribe. Obviamente, de otra especie, pues son muy diferentes.
Con Santos, otro “pescado” que representa un modelo distinto del ejercicio de la política, han sido el eje de la historia de este país en el presente siglo, y ya vamos para un cuarto de la centuria.
Tienen algo en común: cuando han gobernado, han impuesto la agenda, lo cual es imprescindible en el ejercicio del poder. Lo peor que puede pasarle a quien esté al mando de un país o un ente territorial es ir detrás de la opinión, caminando sin brújula, solo reaccionando ante los hechos. De esto hay muchos ejemplos cercanos, “no son agua ni pescado”.
En el fútbol dicen que cuando te marcan la cancha, empezaste a perder.
Volviendo a Petro y a Uribe: ese antagonismo y polarización de los últimos 25 años ha traído cosas buenas y malas para Colombia. Entre otras cosas, ha generado una dinámica de discusión a nivel ideológico como nunca la habíamos vivido, eso es bueno. Pero también hay que reconocer que ello ha imposibilitado ejecutar el Acuerdo de Paz de La Habana, y la verdad ya estamos cansados de tanta violencia. Es obligatorio y justo con este país implementarlo con mayor decisión y velocidad, especialmente en el tema de los cultivos ilícitos, donde radica la gasolina del conflicto. Nada más sabio que cuando se dice que “es mejor una paz imperfecta a una guerra perfecta”.
En fin, lo que hoy quería compartirles es que se necesitan más “pescados” en la política, así a veces les huelan feo a algunos falsos fariseos, pero en la vida hay que asumir posiciones, hay que hacer cosas, dejar legados para la discusión. Es mejor dar de qué hablar que pasar inadvertidos, como lo intentan quienes quieren quedar bien con todo el mundo.
Posdata: Qué orgullo y envidia de la buena con Cali y el desarrollo de la COP 16. ¡Nos hicieron quedar muy bien ante el mundo! Hay que analizar ahora los compromisos de las partes y, sobre todo, su financiación.




