RODRIGO SOLARTE – rodrigosolarte27@gmail.com
La Navidad católica tiene su celebración con las plurales manifestaciones religiosas, culturales, económicas, biodiversas y familiares de la sociedad, caucana y colombiana con la diversidad étnica que nos enriquece espiritualmente.
Los cambios estructurales continúan en transición hacia su continuidad material y espiritual en los territorios y la gente que los habita, cultiva, cuida, mantiene y produce apoyados por gobiernos afines, tanto en las capitales departamentales como municipios y veredas.
La virtualidad facilitadora de las comunicaciones no reemplazará lo presencial en estos y otros momentos del año, y mucho menos la IA, ´´inteligencia artificial’’ ,producto al igual que todo progreso científico y técnico, de la creatividad humana.
La niñez y la juventud es la población más tenida en cuenta por los adultos en Navidad. La sociedad del consumo material, producto de la mercantilización que llevó a la cosificación de los seres humanos y LA VIDA biodiversa terrícola, nos está mostrando con las crisis, humana y climática, las consecuencias.
Símbolos como el tradicional árbol de navidad y el pesebre, natural y/o plásticos, evolucionan también hacia los cambios para no maltratar la naturaleza y humanizarnos con nuestros semejantes, demás especies, y la biodiversidad en general. Es una manera de concebir la paz integral a lograr, incluyendo a quienes se oponen con otras historias de vida, intereses y complejas situaciones creadas por hombres y mujeres, habitantes de esta Casa grande o Casa común.
De los gobiernos anteriores, a nombre, más de burocracias que democracia, viene la apropiación de los poderes: ejecutivo, legislativo, judicial, bancario, paramilitar y militar contagiado, abonado todo ello, por el económico privatizador de los territorios, con la rica biodiversidad terrestre, acuática y aérea que poseemos y administramos los humanos.
Cultural, histórica, económica e ideológicamente, es comprensible la conciencia deshumanizada, desarrollada por la guerra a muerte que la avaricia, egoísmo e insolidaridad produce en contextos de privilegio social y político creados por pocos, así como la RESISTENCIA A LOS CAMBIOS ESTRUCTURALES, que gobiernos alternativos decidan adelantar con mujeres, hombres y jóvenes, que a nombre de las presentes y siguientes generaciones, decidan para progresar en campos y ciudades con la gente, y miembros solidarios de las élites rotatorias, conscientes de las condiciones materiales y espirituales necesarias para la CONVIVENCIA PACÍFICA EN TODOS LOS TERRITORIOS donde ellos mismos habitarán, tranquila y productivamente.
Encuentros y reencuentros de familiares y amistades, católicas o no, oraciones y villancicos, degustaciones líquidas y sólidas, tarjetas de navidad con mensajes que incluyen al Nuevo año que comenzará, evaluación del 2024 y planes para el 2025, pueden ser motivos suficientes para dialogar en familia durante las vacaciones laborales decembrinas, vinculando la felicidad temporal de pensionados y jubilados, memorias, recuerdos, historias y afectos de quienes ya no nos acompañan en la vida terrícola y religiosa que hayan vivido.
Religiones y políticas, paz, guerra, acuerdos y desacuerdos, como creaciones humanas de intereses, ideas y conciencias diferentes, culturalmente han cultivado las polarizaciones y engaños a nombre de la democracia e incluso búsqueda de la paz espiritual, material y transiciones.
Las tradiciones negativas para LA VIDA, LOS DERECHOS HUMANOS Y LA NATURALEZA, llevan implícita las violencias, injusticias, no cumplimiento de acuerdos entre seres humanos diferentes, y muerte. Un profundo cambio de principios y valores con ética y moral realmente humanos, es el reto existencial de las actuales y siguientes generaciones de caucanos, colombianos y terrícolas en general, los mismos que ojalá motiven diálogos francos en familia y amistades para la autoevaluación indispensable que requieren estos complejos tiempos.
Deseamos que el BUEN TRATO INTEGRAL entre humanos, dando prioridad y previniendo riesgos a la niñez y otras vidas, como la de sus mascotas y naturaleza en general, sea el paradigma conductual permanente, para que la PAZ INTEGRAL no solo en Navidad, continúe humanizando nuestra existencia planetaria.