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Manual de desencanto para una vida digna 11

Por: Javier Orlando Muñoz Bastidas.

Precepto.

Para potenciar la existencia, es necesario asumir y tener claro al menos dos nociones: que hay que aprender a cultivar la soledad interna como lo único importante, y que en el mundo contemporáneo es cada vez más difícil y casi imposible esa soledad.

La soledad es un instante de plenitud, en el que se comprende que todo puede ser posible. Es una plenitud en la que se intuye que hay en nuestro interno un principio fundamental de indestructibilidad. Si todo puede ser posible es porque nada nos puede destruir.

Pero desde la filosofía de Spinoza, lo anterior sólo es posible afirmarlo de la “substancia”. Lo substancial consiste en comprender que en todo lo que existe hay, de forma latente e inmanente, un principio de creación autosostenible e infinito. Por eso la substancia es una, porque es todo.

Es importante dejarlo claro: ese principio está presente en todo lo que existe. La filosofía de Spinoza no puede permitir pensar que cada “modo” es una singularidad.

Por supuesto que Spinoza distingue entre “substancia” y “modo”, en tanto que el modo es una expresión única e irrepetible de la substancia universal. Pero también deja claro que cada modo es él mismo substancial, sólo que de un modo diferente.

Cada ser singular es una totalidad universal, expresada diferencialmente.

Lo anterior solo se puede asumir y comprender en un estado de plenitud interna, que es como comprendemos a la soledad. La soledad no consiste en no estar con nadie, ni en no establecer vínculos. La soledad consiste en tomar consciencia intuitiva de la singularidad que somos. Digámoslo claramente: la soledad consiste en comprender que somos únicos, diferentes e irrepetibles. Lo fundamental es que solo desde esa soledad es que podemos establecer vínculos intensos, profundos y significativos con los otros.

El principio infinito de indestructibilidad opera en dos sentidos: es una consciencia interna, pero también es un principio de acción, a partir del cual se construye la individualidad y se despliegan niveles transformadores de lo real. No es un principio simbólico o alegórico; es el fundamento de lo real, o lo que puede desplegar la energía implícita de lo real.

Heidegger lo comprendió, pero no lo llevó hasta sus posibilidades superiores. ¿Por qué? Primero porque afirma que el ser-ahí es quien tiene la facultad especial de asumir y desatar las energías latentes de lo real, y crearla como realidad. Pero segundo porque asumió el Übermensch nietzscheano como una simple alegoría de la voluntad de poder, cuando éste consiste en el despliegue superior de esas energías.

Es necesaria una poética de lo superior, como la que plantea Sloterdijk, que consiste en la afirmación de la individualidad como una posibilidad continua de creación y mejoramiento. Crear consiste en hacer emerger lo nuevo y lo mejor. Para Sloterdijk el individuo es la posibilidad de una antropotécnica de sí, es decir: de una creación de sí como un ejercicio existencial. ¿Hacia dónde se eleva lo superior? Hacia los niveles de lo real que puede crear.

Por esto la soledad interna potencia la existencia: porque eleva las energías. La soledad es una consciencia interna, que hace posible una existencia superior.

Pero, ¿por qué en el mundo contemporáneo es casi imposible asumir una soledad interna como principio vital? La respuesta es que la atención de los individuos está cada vez más controlada, en tanto que se la direcciona hacia la asimilación de información de baja calidad. Los individuos no están distraídos, sino que están hiper-enfocados en un sistema de realidad fundamentado en la banalización. Lo que Guattari denomina las “creaciones de las subjetividades”, se ha direccionado hacia la determinación de un individuo histórico que no puede comprender el principio de singularidad interno, a partir del cual podría ser posible una evolución infinita.

La soledad fundamental, entendida como una plenitud interna, requiere el despliegue de una atención superior. La comprensión de principios fundamentales de la existencia, requiere el despliegue de una energía potente. La soledad es un ejercicio de despliegue y aumento de una potencia indestructible. ¿Por qué indestructible? Porque se sustenta en sí misma, ´porque es causa de sí. Lo indestructible es aquello que se puede crear y renovar integralmente de forma continua. La soledad es la potencia dinámica de la singularidad individual.

¿Qué hacer cuándo la soledad es lo único importante, pero cada día es lo más difícil e imposible? Asumir la existencia como un consciente: devenir extraño. El extrañamiento es la afirmación de lo “anómalo”, de lo que se niega a asumir toda determinación de sentido como definitiva, lo que no asume prototipos, lo que se desvía hacia lo nuevo.

Práctica de desencanto.

Enfocar la atención en aquello que se considera y asume como un principio superior, de una forma que todo lo demás deje de importar. Aunque sea sólo por un instante.

Práctica de dignificación.

Actuar, sentir y pensar desde la consciencia de una plenitud interior. Hacerlo como si esa plenitud fuera absoluta, aunque no lo sea. En esto consiste el sentido de la dignidad de la existencia.

¡Íncipit!

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