Por: Sebastián Silva-Iragorri
Palabras trajinadas, sin tener en cuenta que son valores e instituciones que deben respetarse. Creo que ha llegado el momento de dimensionar su real importancia y aclarar sus alcances y propósitos en la vida de los pueblos y descubrir donde se encuentra la retórica falsa y la verdad real. La gran diferencia frente a estos valores está en las palabras y las actitudes. Hay miles de discursos por doquier hacia la libertad y la democracia, millones de líderes en el mundo que se hacen llamar defensores de la libertad y la democracia, pero que con sus actitudes y conductas demuestran que son todo lo contrario, están muy cerca del totalitarismo y la negación de estos valores, es decir hacen una política falsa que durante mucho tiempo ha engañado a parte del pueblo pero que ahora se va aclarando ante los ojos del mundo y en especial ante la juventud. Me pregunto, ¿pueden llamarse progresistas quienes apoyan dictaduras enquistadas en el manejo de los pueblos? ¿pueden llamarse defensores de la democracia quienes desconocen la voluntad popular, resultados electorales, plebiscitos y decisiones populares? Ya es tiempo de tomar en serio los caminos de la libertad y la democracia y descubrir a quienes se aprovechan de ellas y quitarles de una vez la careta de apariencias y comedias realizadas en su nombre con aprovechamientos personales y politiqueros.
Leyendo editoriales de estos días uno se sorprende del sectarismo de muchos que, en lugar de celebrar un cambio en las reglas de políticas mundiales con la llegada del nuevo presidente de EEUU, lo que hacen es mostrar un panorama de catástrofe como si la catástrofe no existiera ya y sin dejar posibilidades de cambio en defensa de la libertad y la democracia. ¿será que es bueno dejar las fronteras abiertas para que toda clase de ilegales puedan entrar al País del Norte? ¿será bueno continuar con una política complaciente que ha dado como resultado la existencia de 6 guerras actuales en el mundo sin asomo de solución? ¿será defensa de la democracia apoyar dictaduras como la de Venezuela con argumentos de ayuda, limitando sanciones o entregando políticos como Saab o renegociando comercio para empoderarlos? ¿será defensa de la libertad darle a Cuba un tratamiento bondadoso cuando todos sabemos la ayuda a las guerrillas incluso con protección en su territorio? ¿no será mejor aplicar otras políticas que traten de devolver la libertad a Cuba, la democracia a Venezuela, la seguridad a las fronteras y la negociación fuerte para lograr soluciones a las guerras, sin retórica sino con estrategia y argumentos disuasivos? Ya Trump logró un triunfo cuando colocó con real desafío a Hamas en la encrucijada de devolver los rehenes con el plazo de la fecha de su posesión. Lo que no logró la administración anterior lo logró Trump en pocas horas. ¿será esto malo? ¿por qué entonces tanto alarde de sectarios columnistas y editorialistas que parecen estar felices con las guerras actuales, con la debilidad, con las fronteras como un colador, con China colonizando el Canal de Panamá y con la libertad y la democracia arruinadas como en Venezuela, Cuba y Nicaragua?
Seamos sinceros, ha llegado la hora de actuar con carácter. No seguir con discursos retóricos y floridos de los progresistas sin resultado alguno, es mejor el discurso de Trump, trascendental, histórico, impactante, de real y profundo cambio, vigoroso, unitario. ¿por qué le temen al cambio los complacientes progresistas? ¿por qué temen a las soluciones reales de los problemas actuales? ¿por qué le temen a la defensa de la libertad y la democracia? Lo que nos está diciendo todo esto es que el engaño retórico va llegando a su fin, que los verdaderos progresistas son otros y que la lucha por la libertad y la democracia no se da con opiniones o editoriales falsos y tolerantes con los problemas existentes sino acompañando la invitación a un cambio profundo y auténtico en un mundo que lo necesita con urgencia.
