LENNY Z. PITO BONILLA @CreaciónpsicologíaXXI
Hasta hace poco tiempo hablar de salud mental vs enfermedad mental era un tema exclusivo de los profesionales del área, ya que para el común de la población se refería a «locura», estar o no «loco», manicomios o prácticas psiquiatras que generaban terror. Hoy un tema relevante, puesto sobre la mesa de todos y la agenda internacional.
Salud mental, aquel estado que conecta con el bienestar psicológico e integral. Condición desde la cual tenemos la capacidad de auto reconocernos, valorar nuestro potencial personal, manejar con inteligencia emocional todas las circunstancias, desarrollarnos con autonomía y ser con propósito de vida. En armonía con lo físico y espiritual usando lo que hacemos o tenemos al servicio de la humanidad y relacionándonos funcionalmente con los demás.
Abarca casi todas las áreas de la existencia y va más allá de la ausencia de trastornos mentales. Incluye el adecuado funcionamiento del aparato psíquico, desde donde nos emocionamos, pensamos, sentimos, gestionamos la cotidianidad, reaccionamos y actuamos. Impactando la calidad de vida y el bienestar general, de ahí nuestra responsabilidad personal y colectiva.
La enfermedad mental en tanto, que se mueve entre el malestar interno y social, gesta alteraciones emocionales y, afecta al cuerpo, requiere la adecuada atención profesional de psicólogos, psiquiatras u otros especialistas. Psicopatologías o trastornos mentales con raíces individuales basadas en la genética, la personalidad o las experiencias existenciales, pero también sociofamiliares y estructurales atravesadas por políticas públicas, acceso a los servicios especializados o condiciones medio ambientales.
Conversación mundial y asunto de todos sin excepción, que exige responsabilidad individual en el cuidado de la salud mental, el entorno familiar y el comunitario procurando hábitos saludables, que fortalezcan el espectro que la constituye; desde la gestión adecuada de las emociones hasta la atención de los trastornos. En esa vía, la Organización Mundial de la Salud (OMS) llama la atención sobre su protección, ofreciendo a los países directrices hacia la restructuración de políticas y sistemas regidores.
Servicios especializados que requieren con prontitud de recursos financieros, tecnológicos, en investigación y ante todo humanos, que tan limitados aun, afectan negativamente tanto la calidad como el acceso. Realidad enmarcada dentro de los derechos fundamentales, en concordancia, la información actual y las normas internacionales, hacen un llamado a que se establezcan modelos transformadores en el abordaje de la salud mental.
Colombia, el Cauca y Popayán también reciben el contundente llamado. Reconocemos los avances que en salud mental se han dado, tanto en intervención preventiva como tratamientos de los trastornos emocionales, pero también su mayor dificultad: el acceso universal. Además ¿qué sucederá en medio de los propios trastornos que sufre el sistema general de salud en el país? ¿Será qué autoridades e instituciones atenderán a la OMS y, presentarán medidas concretas para subsanar las deficiencias que aún tenemos, garantizando su protección y promoción?
La directriz parte de los derechos humanos, va hacia el fortalecimiento de hábitos saludables físicos, psicológicos, familiares, en las relaciones interpersonales y sociales, educativos, laborales, económicos, hasta la recreación. Con estrategias en prevención, promoción del bienestar integral y atención en tratamientos humanistas, que procuren sanación no solo cura.
Todos los actores de la sociedad, pero en especial quiénes han pasado por problemas de salud mental, estamos llamados a participar en la planificación y la formulación de las nuevas estrategias, que respondan a necesidades particulares y locales. Por ejemplo, para nuestro territorio impactado por todas las formas de violencia, esa es una problemática psicológica en extremo urgente, unida al clamor ¡SOS Cauca!
Liderazgo, gobernabilidad, organización de los servicios, capacitación de alto nivel, intervención centrada en el consultante, determinantes sociales y estructura de la salud mental, son las claras directrices establecidas. Se destacada el enfoque personalizado, algo novedoso como directriz internacional y que bien recoge el planteamiento de los profesionales del área que por décadas exigimos este tratamiento.
Normativas que sí los estamentos políticos, legislativos y de gobierno las acatan y, adaptan generan importante transformación del sector, con un sistema particular para la región: Integrador, adaptable y ante todo resiliente. Esperamos que los responsables de la implementación, acepten la asistencia técnica y la formación ofrecida por la OMS. ¡Que sea una realidad! La que nos coloque a la vanguardia, con el servicio de salud mental que merecemos, sin prejuicios, enfocado en las personas y las comunidades.
