Por Juan Camilo López Martínez
El pasado fin de semana, el Cauca fue testigo de una de las movilizaciones más importantes de los últimos años, al menos que yo tenga recuerdo, es la más cuantiosa. Bajo el liderazgo del gobernador, Octavio Guzmán, más de 40.000 personas de los 42 municipios se congregaron para alzar su voz en favor de la paz. El éxito de la convocatoria fue indiscutible.
Es justo reconocer al gobernador por haber sabido interpretar ese sentimiento colectivo y haber actuado como catalizador de una manifestación que no solo representa una exigencia, sino una esperanza. La marcha fue un acto simbólico poderoso, una respuesta del Cauca al cansancio de la guerra. En ese sentido, el liderazgo demostrado por el gobernador es innegable.
Sin embargo, a partir de esto comienza un nuevo reto. La marcha fue solo un primer paso, uno de gran importancia, pero es necesario preguntarse: ¿y ahora qué? La movilización ha generado un capital político considerable para el gobernador, pero la historia nos ha demostrado que este tipo de fervor puede disiparse si no se transforma en acciones concretas. El apoyo de las 40.000 personas que caminaron en favor de la paz no es un cheque en blanco. Los ciudadanos esperan más, y lo que viene a continuación definirá si el gobernador puede consolidar el liderazgo que demostró en la marcha.
El silencio del gobierno nacional frente a esta manifestación es un elemento que no puede ignorarse. La ausencia de un pronunciamiento oficial podría interpretarse como una falta de interés o, incluso, como un desacuerdo con la convocatoria de la marcha.
Al no hacer eco de esta movilización, el gobierno central parece distanciarse de un llamado que, en otras circunstancias, hubiera sido recibido como una muestra de apoyo a la estrategia nacional de paz. ¿Significa esto que el Cauca está solo en su lucha por la paz? ¿O es una oportunidad para que el gobernador tome un papel más proactivo en el nivel nacional?
El gobernador tiene la oportunidad de definir el rumbo, pero no debe hacerlo solo. La participación masiva en la marcha deja claro que la ciudadanía está lista para acompañar acciones concretas que contribuyan a construir la paz. Sin embargo, la responsabilidad de trazar el camino de esas acciones es ahora más grande que nunca. No hay soluciones fáciles ni caminos rápidos. Lo que sigue será crucial para determinar si el éxito de la marcha se convertirá en un verdadero punto de inflexión para el Cauca o si se quedará en un momento simbólico que, con el tiempo, se desvanezca.
El Cauca habló fuerte y claro. Ahora, el gobernador tiene en sus manos la responsabilidad de mantener ese espíritu vivo y seguir liderando, con la misma determinación, el complejo camino hacia la paz. Las respuestas no son simples, pero lo que está claro es que los ojos de todo el departamento y parte del país, estarán puestos en lo que viene a continuación.
