Por Diego Fernando Sánchez Vivas
Una vez consolidados los datos de los resultados de las elecciones en Estados Unidos en los que resultó vencedor el republicano Donald Trump para un nuevo periodo presidencial, se observa una hegemonía evidente de su partido en los diferentes órganos de la unión americana.
El candidato republicano se impuso con un total de 301 votos electorales sobre 226 de los demócratas representados por la abogada y exfiscal Kamala Harris quien realizó una campaña decorosa y valiente a solo unos meses de los comicios electorales al retirarse de la contienda el actual presidente Joe Bidden. Más de 74 millones de votos que representan el 50% de la votación total lo hicieron por el republicano mientras que por la candidata demócrata votaron 70 millones de personas que equivalen al 48% del total de votos en los pasados comicios. En el congreso la situación se presentó de una manera similar ya que el partido republicano logró hacerse a las mayorías tanto en el senado como en la cámara de representantes. Si a eso agregamos que la Corte Suprema de Justicia tiene en estos momentos una conformación con tendencia claramente conservadora por la composición de sus magistrados, nos encontramos frente a un panorama totalmente despejado para el presidente electo en cuanto a su gobernabilidad y el equilibrio de pesos y contrapesos que se da una democracia. Sobre el resultado tan abrumadoramente favorable para el partido republicano se menciona la incidencia de la economía con un encarecimiento del costo de vida de los americanos en los últimos años y una sensación de inseguridad acentuada por la llegada de inmigrantes ilegales lo que provocó la votación masiva a favor del candidato republicano de sectores poblacionales afectados por la inflación y la inseguridad en los estados antes dominados por los demócratas
Frente a esta situación los expertos señalan que significa un retroceso en el pensamiento liberal, en las libertades públicas, y en los compromisos internacionales frente a temas tan importantes como los derechos humanos, el calentamiento global y demás temas ambientales. Se espera que el nuevo gobierno americano imponga medidas proteccionistas en materia económica y adelante un agresivo plan de deportación de inmigrantes ilegales. Una verdadera incógnita serán las políticas frente a los conflictos internacionales como Rusia y Ucrania y el Oriente Medio con Israel y Palestina, además del tratamiento que pueda tener con relación a Venezuela, Cuba, Corea del Norte y el poderío de China y sus aliados
Para Colombia se espera un endurecimiento en la política antidroga y la pérdida de protagonismo continental por la tendencia distinta de los dos gobiernos. Esperemos que las relaciones entre los dos países se mantengan en un ambiente de cordialidad y colaboración por los intereses comunes en materia económica, de lucha contra la droga y defensa de los derechos humanos y las libertades fundamentales.