Por: Sebastián Silva-Iragorri
Los resultados de las elecciones de Estados Unidos afectan el desarrollo de las políticas mundiales en todos los aspectos. Cómo serán de importantes que al momento de conocerse la tendencia ganadora empezaron a darse cambios significativos y positivos en los mercados de valores.
En esta ocasión figuraban dos opciones claras, que no se podían desfigurar a pesar de esfuerzos de manipulación de muchos sectores. Una opción era la continuidad de la administración de Biden a través de su vicepresidenta y candidata Kamala Harris, que además estuvo acompañada por los Obama, los Clinton, los Biden, Nancy Pelosi y toda la farándula de Hollywood. Por el otro lado estaba la posibilidad de cambiar con Donald Trump, que apuntaba en su programa por la recuperación económica, el control de la inmigración ILEGAL y la terminación de las guerras. La disputa fue ardua, Trump tuvo que enfrentar en plena campaña varios llamados judiciales y manejar la tergiversación constante de sus palabras, programas y acciones. Sin embargo, con tenacidad y valor, pues sufrió un grave atentado, Trump ganó todo; el voto popular, el Senado, la Cámara, las gobernaciones y los 7 Estados Swinger. Ha sido una contundente respuesta del pueblo americano a quienes con angustia totalitaria nunca aceptan resultados distintos a sus inclinaciones ideológicas pues creen tener la verdad revelada. Incluso hoy, algunos con deplorable y total inmadurez política e irrespetando la voluntad popular soberana, consideran equivocados a más de 75 millones de ciudadanos que votaron por Trump. Estos supuestos “analistas” siguen aferrados a su dolorosa tragedia que es la confusión sectaria, de antes y después de la derrota.
De esta victoria extraemos consecuencias: 1-El influjo de la gran prensa en temas electorales entra en crisis, las personas se comunican hoy más por redes sociales, podcast y otros medios de promoción. La información se ha sesgado tanto que se ha perdido credibilidad, además hoy vemos en vivo y en directo las intervenciones de los candidatos y no es fácil tergiversarlos. 2-No se puede en elecciones descalificar a nuestros oponentes con calificativos peyorativos sin argumentación alguna. Calificar a quienes defienden, el orden, la ley, los valores y la cultura tradicional como fascistas no solo es un despropósito sino un recurso electoral tramposo. 3-Las encuestas electorales han entrado en fase de total decadencia, acabamos de observarlo con la presentación de encuestas comprometidas ideológicamente que trataron por todos los medios de direccionar la opinión, sin lograrlo. Esto es un signo de crecimiento y madurez del ciudadano que selecciona su voto teniendo en cuenta su personal opinión. 4-Temas de profundas divisiones como el aborto trataron de ser utilizados como palanca electoral, cuando estos temas exigen unas profundas y rigurosas reflexiones en otros campos y escenarios. 5-La retórica está pasando de moda, no se puede aspirar a gobernar solo con discursos preparados a varias manos, difundidos como la solución a todos los problemas y llenos de palabras floridas que cosechan aplausos momentáneos sin plena conciencia y convicción.
Trump hizo un buen primer mandato en economía, seguridad interna, control fronterizo, sin guerras en el mundo y unidad de los diversos estamentos, que ahora le respondieron con creces pues obtuvo votos de hombres y mujeres, de jóvenes, de afros y blancos, de latinos e hispanos, de católicos y cristianos, que reconocieron algo favorable para ellos en su primera administración. Ahora ya designó a una mujer como Jefe de Gabinete.
Trump hereda 6 guerras en el mundo en plena actividad pues Biden no pudo frenarlas ni logró acuerdos para obtener treguas, además deja latente la posibilidad de una tercera guerra mundial. Inmenso trabajo tiene Trump para desactivar estas bombas de tiempo heredadas.
Ojalá todas estas lecciones sirvan para nuestra campaña electoral que se está iniciando y logremos con reflexión, responsabilidad y desprendimiento unir a las mayorías de colombianos en una cruzada de salvación y recuperación para enderezar el camino retornando a las sendas de la auténtica libertad, la democracia, el orden y el progreso.