Padre Jesús Fernando Vega Muñoz
En la liturgia de este domingo, el Evangelio nos narra las bodas en Caná de Galilea dónde Jesús transforma el agua en vino.
Encontramos aquí, la intercesión de la Santísima virgen María ante su hijo, es ella la que se da cuenta del problema, va en busca de su hijo amado o sea de Jesús y le comenta de lo que está pasando en ese momento y obra el milagro reservadamente, Jesús le dice a los sirvientes que llenen las tinajas de agua, esa agua que se convierte en vino, pero un vino agradable al paladar, esa agua que no tiene sabor pero después que Jesús se acerca se obra El milagro y se da vino bueno, vino agradable al paladar.
Así es Jesús, nos ayuda muchas veces sin ser visto, de un modo escondido, nadie se da cuenta de lo sucedido solamente los servidores.
Jesús es generoso y sale al encuentro de la gente común, de la necesidad de los demás.
En nuestras familias muchas veces hemos perdido el gusto y el sabor, hemos perdido el vino agradable al paladar o sea el vino del amor, de la comprensión, del respeto, de la fidelidad y es en ese momento donde Jesús transforma eso que no tiene sabor en nuestra vida familiar o en nuestra vida cotidiana en algo agradable al paladar, en un vino mejor que todos pueden degustar.
En el Evangelio encontramos que en la fiesta se servía el peor vino para lo último, pero Jesús quiere lo mejor para nosotros, nos quiere felices, la alegría que Jesús deja en el corazón es la alegría plena y desinteresada no es una alegría insípida y es una alegría para toda la vida.
Vemos a Jesús que deja ver su gloria, en este pequeño gesto, colaborando a la alegría humana en el banquete de bodas.
Nosotros hoy día tenemos conocidos que se han quedado sin vino y por eso hoy día debemos llenar las copas de ese vino agradable al paladar, para aquellas personas que quizá están pasando por momentos difíciles en la vida matrimonial, en la vida de pareja, o en su vida personal, por eso deben traer esa agua para ser transformada en vino de la alegría, del amor, de la compasión, de la fidelidad.
El matrimonio es el fundamento de la familia, según el plan de Dios.
Cuando se acaba el vino, o sea cuando se acabe el amor, parece que todo termina y muchas veces creemos que la solución es que cada quien tome su rumbo, su camino.
Pero es ahí donde Dios actúa y puede sacar el vino de donde sea, con tal de que la felicidad no se apague nunca, por eso si ese amor primero se a puesto como un témpano de hielo, hay que pedir a Jesús que nos de el abrigo necesario, que llene los corazones de amor, hay que pedirlo con Fé, humildemente cada día para que no falte el vino bueno del amor en cada hogar y en cada familia y en cada corazón.