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El tono íntimo escritural

Luis Guillermo Jaramillo EcheverriUniversidad del Cauca

En 1928 Walter Benjamin escribía en ¡Cuidado con los escalones! que “el trabajo de una buena prosa tiene tres escalones: uno musical, en el que se la compone, uno arquitectónico, en el que se la construye, y, por último, uno textil, en el que se la teje” (2023, p. 47). Benjamin invoca una aspiración escrita que no renuncia al orden, a un cuidado cohesionado y armónico de las palabras, al vuelo de un pensamiento que requiere de una tonalidad donde la composición se teje.

Todo escrito posee una frecuencia, un tono íntimo donde la inspiración descansa; armonía que se traza melodiosamente. El autor se ex-tiende en un acento musical que va ordenando el sigilo de las palabras; estas se deslizan en la cadencia de una existencia que invoca una voz interior de la cual no puede sustraerse. La intuición merodea en la “claridad” de su pensamiento. Las ideas se arremolinan sintiendo en lo profundo que guardan un compás, un querer se dichas con el ritmo y la pasión donde anidaban.

El ritmo interior prevalece. En la composición escrita perdura una música existencial. Las primeras notas (sonoras y cifradas) van pasando al cuaderno, a la pantalla, constituyendo una sinfonía de pensares, quereres y sentires que llega a los oídos de un lector. Melodías que resonaron en Miguel de Unamuno al leer la obra (sinfonía) de José Asunción Silva, y que prologó poéticamente en una publicación póstuma realizada en su honor. Escribe don Miguel: “Me parecía poder decir muchas cosas sobre el dulce poeta bogotano. Y me parecía poder decirlas porque en las lontananzas de mi memoria, entre rumor de hojas secas, susurraban retazos de sus cantos. Su letra se me había volado, pero me quedaba su música íntima, su música silenciosa, música de alas”.

El soporte de la poesía de Silva –hecha sentimiento– estaba en su melodía, en la entonación de su obra. Las letras alzaron vuelo en su atardecer, mas quedaron hilvanadas en la voz interior de su escritura. En la obra de Silva, don Miguel escucha una música de alas, una consonancia, una melancolía… el canto de un pájaro triste “que siente el advenimiento de la muerte a la hora en que se acuesta el sol”. Tonalidades versadas que atraviesan la vida nocturna de Silva, lo que excede la libre asociación de ideas o concatenación coherente y argumentativa de sus versos. Su voz-tono escritural viene de su vida interior. Ella lo desnuda, lo hace sentimiento, lo deshuesa para exponerlo en la carnalidad de una escritura que en su canto desnuda también nuestras vidas.

Para Unamuno la obra de Silva no es tanto la acústica de unos versos expuestos en su claridad, precisión, contexto y cohesión, presentados de manera “impecable”; tampoco es “el sonsonete más o menos brizador en que cifran su afán tantos versificadores que aspiran a poetas”; es música donde las palabras encuentran su propio vuelo en la dicha de ser contadas-cantadas por otros. Toda palabra habita entre silencios blancos, cercanías que no borran su distancia, enlaces que acompasan su cadencia; mundos invisibles donde el esmerado escritor compone tonalidades. Cada noche se extasía en un paisaje rítmico distinto.

De la escritura del poeta quedan los acordes sobre los cuales anidaron por un tiempo las palabras; el deseo encendido que exteriorizó una vida íntima y no solo un pensamiento; alguien que cruzó el espacio de la oralidad y la intuición para elevarlo a la sonoridad de una textualidad asimismo íntima. La altura de su escritura está en su verbo interior. Su composición cadenciosa es su desvelo y la armonía su decir.

Inicialmente Silva fue guiado por la claridad de su intuición, pero luego se enfrentó a la oscuridad de la noche –donde solo veía su “sombra por los rayos de la luna proyectada”– y al silencio misterioso de la madrugada encantada. Movimiento descendente del deseo donde encontró su música letrada, la armonía de su arquitectura y el tejido alado de sus palabras… en fino vuelo de escritura íntima.

Referencias

Benjamin, W. (2023). Calle de sentido único. Alma. Pensamiento ilustrado.

Unamuno, M. (marzo, 2025). Prólogo a José Asunción Silva, «Poesías». Biblioteca virtual Miguel de Cervantes.

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