lunes, junio 9, 2025
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El reto de saber ejecutar

Por: Juan Camilo López Martínez

Por estos días, en el Cauca y en buena parte del país, se hace evidente una paradoja que debería ser materia de reflexión profunda en cualquier agenda seria de desarrollo territorial: mientras muchos alcaldes recorren entidades nacionales y departamentales en búsqueda de recursos, los presupuestos municipales que ya tienen a su disposición permanecen inactivos, subejecutados o mal gestionados. La imagen es desconcertante: mandatarios en gira institucional, tocando puertas con portafolios en mano, mientras en sus propios despachos los recursos asignados no encuentran destino claro.

Este fenómeno no es nuevo, pero sí se ha intensificado. Con el paso del tiempo, la descentralización en Colombia -ese gran proyecto institucional que prometía acercar el Estado a la ciudadanía- se ha convertido en una fórmula incompleta. Y no porque la idea sea equivocada, sino porque ha fracasado en su implementación. En muchos municipios del Cauca, las entidades locales no cuentan con equipos técnicos robustos, ni con estructuras administrativas preparadas para asumir retos complejos de planeación, ejecución y evaluación.

Así, mientras se reclama desde algunas alcaldías que el gobierno nacional o departamental “no invierte en el municipio”, lo cierto es que, en muchos casos, los propios recursos municipales, que no dependen de trámites externos ni avales superiores, no han sido utilizados de manera efectiva. Y lo más llamativo es que, en lugar de revisar sus propios cuellos de botella, algunas administraciones optan por escalar públicamente sus exigencias, diseñando estrategias comunicacionales y políticas para presionar a los niveles superiores de gobierno a invertir.

No sorprende entonces ver equipos dedicados a construir discursos de exigencia, sin haber primero construido capacidades de ejecución. Se movilizan discursos de territorio, de justicia presupuestal, de centralismo asfixiante, mientras los cuadros de ejecución del presupuesto municipal siguen en rojo. No se trata de deslegitimar la justa demanda de inversión, sino de advertir que sin instituciones fuertes y sin una administración local competente, ningún recurso será garantía de desarrollo.

Este problema es estructural. La descentralización en Colombia se diseñó como una promesa sin cimientos. Se transfirieron funciones y responsabilidades, pero no se acompañó con el fortalecimiento real de las capacidades institucionales. Y ese déficit, lejos de reducirse, parece agravarse.

El Cauca necesita alcaldes con capacidad de gestión, pero también con autocrítica y liderazgo transformador. Se requiere una política seria de fortalecimiento institucional, con formación técnica, acompañamiento permanente y resultados medibles. Porque si no hay capacidad para ejecutar lo propio, difícilmente habrá legitimidad para exigirle al otro.

De lo contrario, seguiremos viendo lo que hoy ya se insinúa en varios rincones del país: que cuando no se ejecuta, la alternativa es presionar. Aunque no se sepa qué hacer si el dinero llega.

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