domingo, noviembre 30, 2025
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El poder del amor 

Padre Jesús Fernando Vega Muñoz Pbro.

El Evangelio de hoy nos invita a reflexionar sobre el fin de los tiempos y la actitud que debemos adoptar como cristianos ante la adversidad y la violencia. Jesús nos enseña que la destrucción del templo no es el fin del mundo, sino el comienzo de una nueva era.

La historia está marcada por calamidades, guerras, hambrunas y persecuciones. Como cristianos, debemos enfrentar estas realidades con fe y esperanza, sin dejarnos abrumar por el miedo y la angustia.

La actitud del cristiano es de esperanza en Dios, que nos permite vivir la historia con confianza y tranquilidad. Debemos ser testigos de la ternura providencial y tranquilizadora del Señor, y colaborar en la construcción de la historia, convirtiéndonos en pacificadores y testigos de esperanza.

El amor es superior al mal, y es el poder que doblegará las fuerzas del mal. Los mártires cristianos son un ejemplo de esto, y nos inspiran a vivir el Evangelio del amor y la misericordia.

Debemos perdonar de corazón y rezar por aquellos que nos odian. El perdón es un acto de amor y misericordia que nos libera del peso del rencor y nos permite vivir en paz.

El Reino de Dios no es un evento futuro, sino una realidad presente que se manifiesta en la vida de aquellos que buscan a Dios con todo su corazón. Jesús nos llama a la conversión y a buscar a Dios, no a esperar un fin del mundo.

El discurso de Jesús es una crítica a los poderosos de este mundo que quieren ocupar el lugar de Dios. Los cristianos deben estar dispuestos a enfrentar la oposición y la persecución si son fieles al mensaje de Jesús.

La vigilancia no se refiere a la espera de catástrofes apocalípticas, sino a la disposición a vivir el mensaje de Jesús en un mundo que a menudo se opone a él. Los cristianos deben ser fieles al Evangelio y estar dispuestos a luchar por la justicia y la paz.

El Reino de Dios es una realidad presente que nos llama a la conversión y a la búsqueda de la justicia y la paz. Debemos estar dispuestos a enfrentar la oposición y la persecución, pero no debemos temer, porque el Reino de Dios es más fuerte que cualquier poder humano.

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