Por: Cayo Betancourt
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Algunas personas confunden erróneamente el perfeccionismo con el éxito, generando una carga emocional y laboral desproporcionada frente a las expectativas y capacidades. Es importante indicar que el perfeccionismo no es sinónimo de éxito, por el contrario es un camino que genera insatisfacción y frustración a quien lo practica. El perfeccionismo no es sinónimo de perseverancia, porque con el primero se busca corregir hasta el más mínimo detalles en la ejecución de una tarea y con el segundo se busca alcanzar la maestría en una ejecución que su contexto implica una perfecta imperfección o la ejecución del arte del liderazgo.
El autor Malcom Galdwell en su libro “Valores atípicos: la historia del éxito,” menciona en el segundo capítulo la regla de las 10.000 horas, indicando que para alcanzar la maestría debería practicarse una actividad al menos durante este tiempo. Ahora bien, si nos preguntamos ¿Qué sucede si alguien practica una técnica de manera errónea durante 10.000 horas? Es posible que el resultado no sea el esperado. Por lo tanto, buscar la perfección a través de la repetición continua es una paradoja que podría llevar a resultados decepcionantes.
En algún momento se le preguntó a un famoso lutier que durante más de cincuenta años había fabricado unos violines espectaculares, ¿Cuál es la clave para crear sus instrumentos perfectos? Este respondió “Cada uno de mis violines es imperfecto, diferente y único.” Ante esta premisa, es fundamental entender que los procesos relacionados con el desarrollo profesional y especialmente frente a la evolución del liderazgo no son estáticos y constituyen un arte, el cual es en esencia imperfecto.
En un mundo medido por el pseudo-éxito expresado en las redes sociales, los perfeccionistas sufren una carga emocional adicional, buscar la perfección para compartirla y si fallan en algún aspecto, este pequeño fracaso termina midiendo su capacidad de lograr un todo. Hace algunos años hablando con un director en el sector de la tecnología, me indicaba que estaba buscando desarrollar nuevas habilidades gerenciales, especialmente aquellas relacionadas con el liderazgo servil, esto a raíz de la última evaluación donde no salió bien librado frente a la percepción de su equipo, a pesar que los resultados numéricos de la unidad habían mejorado ostensiblemente frente al año anterior. Adicionalmente, buscaba aprender un nuevo idioma y ponerse al día con su programa de maestría ejecutiva. En algún momento, el dolor lumbar y la migraña se hicieron frecuentes, especialmente cuando debía presentar reportes a su junta directiva. En este contexto, su búsqueda por la perfección estaba cobrando factura, porque la cantidad de actividades y el nivel de exigencia auto-impuesto creaba una presión adicional a su carga laboral. Un factor adicional relacionado con este contexto estaba representado en su fracaso matrimonial, su esposa recientemente le había pedido el divorcio porque este director prácticamente no existía en su casa debido a la cantidad de actividades que realizaba.
Finalmente, es importante entender cuál es la actividad foco y la que necesita más atención para su desarrollo, fundamental tener conciencia de las habilidades, debilidades y motivaciones alineando estos factores para tener expectativas claras frente a los resultados esperados. Un desbalance en las prioridades y necesidades cobra factura física, emocional y familiar, generando diversos problemas frente a las expectativas personales.