Por Eduardo Nates López.
¡Estaba cantado! El fallo contra Uribe estaba preparado desde que el peligroso agente civil de las FARC, Iván Cepeda, comenzó a proferir sus calumnias contra Álvaro Uribe, desde su siniestra curul del Senado. Solo se necesitó la reacción natural de una persona sana y afectiva como el expresidente, que no se deja agredir, para que la trampa funcionara…Se habían gastado todo el tiempo y la paciencia necesarios, para crear el entramado, conformando la Corte Suprema de Justicia de entonces (similar a la de ahora…) y el resto de herramientas, preparando las “cáscaras”… No de otra manera se podría haber pasado de “víctima” a “victimario”… Y, arrancar de allí a cometer todo tipo de atropellos, tropelías, violaciones, “equivocaciones” preparadas (como la de las interceptaciones telefónicas a un número diferente y… “¡Que coincidencia! Era el teléfono de un ciudadano de nombre Álvaro Uribe Vélez…”)… Y dedicarse obstinadamente a violentar las garantías del debido proceso… Si no se gana así, entonces nunca…
Son siete años de inmoralidades jurídicas y procedimentales que no podían concluir en nada diferente a lo que se pretendía desde el principio, que era “Condenar a Uribe”. Esa era la obsesión. Lo que es increíble es que todos los integrantes de esa horda de resentidos, piensen que el resto de colombianos somos pendejos, nos hemos tragado el cuento y hemos asistido a la “pantomima judicial” sin ningún análisis y ninguna consecuencia… Creen que estamos felices aceptando los procedimientos absolutamente torcidos y asistiendo impávidos a las repugnantes aberraciones de su gobierno…
La reacción del pasado 7 de agosto de la gente decente en todo el país es muy diciente y más aún la postura de conciencia de las personas que en la intimidad rechazan en silencio las inmoralidades y torcidos que están a la orden del día… Con certeza acudiremos todos a manifestar nuestro rechazo de la mejor manera que permite la democracia sin acudir a la agresión y la violencia: Con el voto…
En gracia de discusión, vamos a aceptar que la propuesta de “Cambio” era atractiva y la gente sincera y sencilla, la creyó… Y acudió a las urnas… Pero al poco tiempo, cuando comenzaron a aparecer los “torcidos”, aberraciones y depravaciones (como el polígrafo de la Sarabia a su empleada del servicio…) empezó la decepción y el arrepentimiento silencioso. Este concepto no es una creación mía. Suelo conversar mucho con la gente en la calle, en los taxis y en los más diversos escenarios y he venido recogiendo este sentimiento popular que me atrevo a condensar en este artículo.
Y peor aún, cuando los mecanismos y procedimientos llegan al extremo de aprovecharse de la vía de la justicia para atacar traicionera y vilmente al líder por excelencia de la oposición. Noticieros de radio y televisión, columnistas, opinadores de prensa hablada y escrita y la opinión pública en general han expresado la más variada y multicolor forma de rechazo ante esta manera antidemocrática de utilizar las herramientas judiciales. El péndulo de la justicia se devuelve y entre más polarizado esté el medio, con más fuerza lo hace.
Serían tantos los comentarios que podrían engrosar esta columna de opinión que se corre el riesgo de ser repetitivo de las múltiples expresiones del resto de medios. Por ello solo quiero referirme a la gran equivocación que la izquierda y sus aliados han cometido “agrediendo al león dormido” con armas abusivas y candentes, causándole heridas dolorosas que le impiden su movilidad. Pero el pueblo y la opinión pública se encargarán de compensar la embestida traicionera.
Me resulta más conveniente acudir a un viejo refrán (de uso múltiple), que acuñar nuevas expresiones relativas a lo que significa el mal uso del poder: “El que no lo ha tenido y llega a tener, loco se quiere volver”…