HORACIO DORADO GÓMEZ – horaciodorado@hotmail.com
Estamos pasando por la era de la informática, que muestra a la sociedad de la información fruto de la innovación y la transformación social. Desde mediados del siglo XX se han producido importantes transformaciones en nuestra sociedad que afectan a todas las esferas de la vida. En el centro de las transformaciones están los cambios tecnológicos de base digital aplicados al conocimiento, a la información, y a la economía globalizada. En la contabilidad, corresponde a las denominadas “5 uves”: volumen, variedad, velocidad, veracidad y valor. Ello afecta también, al imaginario de sociedad, a la forma en la cual se concibe el entramado de relaciones interpersonales. En esta modernidad avasalladora, en muchas ocasiones, cuando necesitamos comunicarnos con alguien, recurrimos a las redes sociales para “chatear”. Término referido al tipo de conversación digital que se da a través de la red de Internet entre dos o más personas o usuarios. La comunicación por chat se lleva a cabo por mensajes de texto, llamadas, videollamadas grupales o audio-chat. Infortunadamente las redes sociales se han convertido en la cloaca donde se vierten sus más bajas pasiones en el grueso de nuestra sociedad. Hacen de ella una sucia corriente de mala educación, grosería, enfrentamiento, agresividad, altanería, y odio desenfrenado. Mucha gente usa las redes sociales no para unir, ni para ampliar sus conocimientos, sino para encerrarse en su propio yo, donde el único sonido que oyen es el eco de su voz, donde lo único que ven son los reflejos de su propia cara. La evolución de las redes sociales ha sido rápida y profunda. Tiene sus ventajas porque genera mayor comunicación e interacción entre los jóvenes a través de WhatsApp, YouTube, Facebook, Instagram, Twitter y el TikTok que es de las redes sociales más nuevas actualmente. Así están mejor informados. Vencen la timidez a través de las redes sociales. Facilita la relación entre las personas sin las barreras culturales y físicas.
Ante nuestros ojos se están formando sociedades de un tipo nuevo. Serán las sociedades postindustriales si se pretende señalar la distancia que las separa de las sociedades de industrialización que las han precedido, y que todavía se mezclan con ellas tanto bajo su forma capitalista como bajo su forma socialista. Se las denominará sociedades programadas si se intenta definirlas ante todo por la naturaleza de su modelo de producción y de organización económica. Esta última expresión parece ser la más útil por ser la que indica más directamente la naturaleza del trabajo y de la acción económica (Touraine, 1973:5).
Como corolario social, también se encuentra la sociedad del riesgo (Beck, 1986). Quien considera que la sociedad actual es una etapa avanzada de la modernidad y propone una visión hasta cierto punto alarmante, pues considera que “la sociedad del riesgo es una sociedad catastrófica. En ella, el estado de excepción amenaza con convertirse en el estado de normalidad” (Beck, 1998:30). Este riesgo o catástrofe debido a la complejidad de la sociedad y a la falta de capacidad explicativa de las instituciones y estructuras de la sociedad industrial. Por lo tanto, son riesgos asociados a lo social, lo político y económico, por la pérdida del control de las instituciones sociales.
Civilidad: Se está configurando un nuevo modelo social ante la mirada atónita de una ciudadanía a la que no se le otorga más condición que la de mera convidada de piedra.