En el departamento del Cauca se vive una constante violencia que se ha vuelto cotidiana, siendo incluso invisibilizada, durante años han persistido los conflictos, la inseguridad y la incertidumbre por el futuro del departamento, los constantes hechos han acabado con cualquier esperanza por alcanzar paz.
La agudización de la violencia y la inseguridad está relacionada con la presencia de actores armados, como lo son las disidencias de las FARC, grupos armados del ELN, la nueva Marquetalia y el clan del golfo. Estos compiten por el control territorial y los recursos, lo que ha intensificado las prácticas ilegales como la siembra de cultivos de coca y la minería ilegal, actividades que alimentan la economía ilícita. El Cauca concentra el 12.5% de los cultivos de coca en el país, posicionando al departamento entre los principales con hectáreas de coca agravando la inseguridad y afectando a las comunidades.
Además, la ubicación geográfica del departamento lo posiciona como un corredor estratégico para el transporte de mercancía como drogas hacia el Pacífico, permitiendo la conexión con carteles de narcotráfico internacionales. Esta dinámica no solo perpetua la economía ilícita, también incrementa los niveles de violencia en zonas rurales y zonas urbanas.
La escasez de oportunidades con la que se encuentran los territorios del Cauca ha reducido a las comunidades a dos devastadoras alternativas, la vinculación de la población a los grupos armados o el desplazamiento. El narcotráfico y el conflicto armado son los principales causantes que afectan a las comunidades manteniendo un círculo de violencia y exclusión. El Cauca se encuentra como los principales departamentos más afectados, en el año 2024 según informes de la defensoría del pueblo 325 casos de reclutamiento forzado de menores le corresponden al departamento, una práctica en la que la vulneración de derechos es visible.
Las condiciones sociodemográficas de los municipios, marcadas por la pobreza, la falta de acceso a educación y la ausencia de oportunidades son los factores que facilitan el reclutamiento por parte de los actores armados, municipios como Suarez y Buenos Aires son algunos con esta problemática más intensa, siendo las comunidades indígenas y las campesinas las más afectadas.
El fortalecimiento de estos actores armados, no solamente ha intensificado la violencia, sino que también ha ampliado su impacto, las explosiones y hostigamientos ya no solo son en zonas rurales, las zonas urbanas se han convertido en escenarios para enfrentamientos, consolidando la inseguridad en el departamento y la fragmentación social. Esta escalada ha obligado a las comunidades a confinarse en sus hogares, paralizando las actividades esenciales para el desarrollo como lo son la educación y el trabajo, afectando gravemente la calidad de vida de los caucanos.
Para las víctimas, escapar de este círculo de violencia resulta casi imposible, ya que las condiciones para llevar una vida digna son prácticamente inexistentes. El departamento del Cauca clama un llamado urgente a la acción; la violencia, el abandono y la exclusión no deben seguir siendo la narrativa predominante en las realidades, es momento de que se asuma la responsabilidad, ya que ignorar esta crisis solo deja un vacío que los actores armados continuaron explotando, ¿Cuánto más debe resistir el Cauca?, solo a través de acciones integrales y un compromiso real que incluya la participación activa de las comunidades será posible devolver la esperanza y reconstruir la paz en esta tierra marcada por el olvido.
LEZLY KARINA ZARTA HERNANDEZ.