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El homenaje a Caldas en el cumpleaños de Popayán

Por: Juan Pablo Matta Casas

Popayán no es el resultado de cuatro versiones separadas, sino una sola identidad construida a partir de todas sus historias. Nos han contado que existe una ciudad del Cacique Pubén, otra de Sebastián de Belalcázar, una más de la Independencia y, finalmente, la Popayán actual. Sin embargo, esta narrativa fragmentada no refleja la esencia de lo que somos. Popayán es un legado indivisible, tejido con los hilos de cada época, donde las diversas tradiciones, luchas y logros se han fundido en una sola ciudad.

La decisión del alcalde de rendir homenaje a Francisco José de Caldas el 13 de enero, aniversario de la fundación de Popayán, refleja esta unidad que a veces olvidamos. Caldas no es solo un héroe de la Independencia, sino una representación de los valores que nos han sostenido como pueblo: la inteligencia, el compromiso con el conocimiento y la capacidad de soñar con un futuro mejor. En su figura se encarna no una etapa aislada de nuestra historia, sino un símbolo de lo mejor que podemos ser.

Cada momento de nuestra historia ha aportado algo esencial a nuestra identidad. El legado indígena del Cacique Pubén, con su arraigo a la tierra y su profunda conexión espiritual con el territorio, no desapareció con la llegada de los españoles, sino que se integró en la complejidad de lo que Popayán se convertiría.

La llegada de Sebastián de Belalcázar marcó el inicio de una nueva etapa, con la fundación de Popayán como ciudad colonial. Este momento histórico, dio lugar al nacimiento de instituciones, infraestructuras y una sociedad que comenzó a desarrollarse con la mezcla de culturas. No podemos negar que, a pesar de sus contradicciones, esta época contribuyó a nuestra historia y a la construcción de una ciudad que se proyectaría más allá de sus límites geográficos.

En la Independencia, encontramos otro capítulo esencial que aporta al espíritu payanés. Figuras como Francisco José de Caldas no solo participaron en el movimiento libertador, sino que representaron un Popayán ilustrado, comprometido con la ciencia, el pensamiento crítico y la construcción de una nación soberana.

Hoy enfrentamos el reto de reconciliar estas historias en una narrativa que nos una, en lugar de dividirnos. La tentación de fraccionar nuestra identidad en etapas separadas es cómoda, pero no refleja la verdad de lo que somos. Somos el resultado de todas esas historias, de sus logros y sus conflictos, de sus luces y sus sombras. Reconocer esta continuidad histórica no significa ignorar los errores del pasado, sino entender que estos también forman parte de quienes somos y que debemos aprender de ellos para construir un futuro mejor.

El homenaje a Caldas no debe ser visto como una simple conmemoración de una figura histórica, ni está fuera de lugar en la fundación de Popayán, es más bien una invitación a reflexionar sobre lo que significa ser payanés. Es un llamado a recordar que no podemos definirnos por una sola versión de nuestra historia. Somos el resultado de una rica amalgama de culturas, eventos y tradiciones que, al integrarse, han dado lugar a una identidad única. Celebrar a Caldas es celebrar la suma de todas las historias que han hecho de Popayán lo que es hoy.

En un mundo donde las divisiones parecen multiplicarse, nuestra capacidad para entendernos como un todo, como una unidad compuesta de múltiples historias, es un acto de resistencia. Popayán no es solo un lugar físico, es una idea construida por todos los que han habitado este territorio y han dejado su huella. Este reconocimiento no solo nos fortalece como comunidad, sino que nos prepara para enfrentar los desafíos del futuro con una visión más amplia y cohesionada.

El 13 de enero, al celebrar un aniversario más de nuestra fundación, no pensemos en cuál versión de Popayán queremos honrar. Pensemos en cómo cada una de ellas ha contribuido a lo que somos y cómo podemos construir una ciudad que respete su pasado, pero que se proyecte hacia el futuro. Solo entendiendo que somos el resultado de todas nuestras historias podremos alcanzar el potencial de lo que Popayán puede ser: un símbolo de unidad, aprendizaje y progreso.

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