miércoles, junio 18, 2025
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El estadio Ciro López

JESÚS ASTAÍZA MOSQUERA.

Tenía once años, no once añitos, -como dicen ahora para referirse a unos grandulones de veinte-, que el ocho de julio de mil novecientos cincuenta y uno, en el marco de un esplendoroso verano, cuando el viento se daba sus mañas para levantar a media pierna las faldas de las muchachas, se inauguró con todos los honores el ESTADIO CIRO LÓPEZ.

No pude entrar porque me faltaron monedas “pa’l peso”, pero como había espacios abiertos, mi alternativa fue echar ojo desde afuera y saltar cuando cruzaba el balón por el lado de la carrillera del tren, que de milagro no pasó y, escuchar la gritería por cada gol de Millonarios, al enfrentarse a la Selección Cauca, que para suerte nuestra no entraron sino cuatro, de las diecisiete veces que patearon al arco y nos salvó las atajadas espectaculares del arquero Yepes, estudiante de la Universidad del Cauca y de los locales un solo tiro, -no de fusil-, sino del puntero izquierdo, Guillermo Paz, que no era de la izquierda pero le decían “comunista”” y jugó porque venía de los panamericanos de Méjico y de vendaje, lo reclamaba la fanaticada.

A las ocho y treinta de la mañana, el señor Arzobispo de Popayán, Diego María Gómez inició la ceremonia con rociada de agua bendita, (por algo la bendicen) y el acompañamiento de una clamorosa multitud. Al salir a la gramilla los jugadores fueron recibidos con una gritería que la escucharon en el Callejón, Barrio Bolívar, Plaza de Caldas, hasta llegar a San Camilo, cuna de algunos deportistas de aquella maravillosa época.

Don CIRO LOPEZ RIVERA, el pionero de su construcción no se cambiaba por nadie. ¡Quién no! Don José María Varona que oficiaba de Tesorero, lo mismo. Hasta la esposa de don Ciro, se emocionó al soltar el recordado grito: “es el estadio de mijo”, que fue motivo para que todas las gobernaciones, alcaldías se creyeran el cuento y no le pusieron bolas, no obstante que la grama era una verdadera mesa de billar.

Desde esa época el estadio se sostuvo a media caña como los inquilinos del parque, viviendo del tufillo de los mejores días y pasando las duras y las maduras para no dejarse ahogar, dado su flaco presupuesto que a duras pena da para sobreaguar y equilibrar las cargas con el apoyo de algunos dirigentes de buen corazón, pocas entidades privadas y los medios radiales, televisivos y escritos que no han cejado en el empeño de ayudarlo.

No es el momento de echar culpas. El partido es otro y otros los intervinientes. Ahora que el estadio pasó a manos de la Alcaldía por iniciativa del alcalde Juan Carlos López debemos trabajar unidos para restaurarlo con el fin de volver a llenar sus graderías, con buenos camerinos y servicios y nuestros jugadores puedan mostrarse para ser reconocidos o vendidos a buenos precios, donde ganamos todos: la economía, los vendedores de implementos, refrigerios y todo lo que a su alrededor se mueve.

Cuánto diéramos porque la Alcaldía y la Gobernación, que con tan buenos augurios han iniciado, con el apoyo de la Asamblea y el Concejo, las empresas privadas y la ciudadanía pudieran darle una manito, porque su situación es tal que no aguanta un grito de gol en las graderías. Las de sombra, no lo son, pues les da el sol a todas horas y la lluvia que no falta es feliz destiñendo el maquillaje de las lindas muchachas que van a los partidos. Existen los vestigios de unas columnas que están pidiendo cubierta, las calles circundantes no son las mejores, amén de las basuras, su olor y desechos que son una vitrina de abandono.

Las fotografías de antaño lo pintan repleto de público y hasta las ramas de los árboles vecinos ocupadas. Recuerdo que el gordito Efrén Gómez, se había subido a unos de esos árboles y por cosas del destino pensó que estaba en gradería y al gritar gol se soltó de la rama y fue a tocar tierra con un brazo “tronchao”. Así decía.

Cómo no abrigar la esperanza de volver a ver a nuestros jugadores pasar del Estadio Ciro López a escenarios de mayor envergadura. Lógicamente para ello se necesitan canchas auxiliares que sirvan de formación y que ya no existen porque unas personas de juntas comunales, en su momento se opusieron a la conservación de espacios y que hoy critican por no tenerlos, cuando propiciaron la construcción de viviendas, sin conservar lugares abiertos al esparcimiento y a la ocupación del tiempo libre y no en otros menesteres perjudiciales para la salud y la convivencia.

Para colmo, hay quienes no pueden ver una zona verde porque la cubren como sea y los perros se las acaban de parrandear. A ello se suma la desinformación. Un concejal se regodeaba en decir que él no había hecho nada por el estadio Ciro López, por cuanto era de propiedad privada y eso bastó para que pasara lo que pasó.

El “estadio de mijo”, el CIRO LÓPEZ, nunca fue propiedad de una familia. Fue y es suyo, es mío, es de todos. Por eso emprendamos la campaña de recuperarlo, para que puedan disfrutarlo con seguridad los habitantes de la ciudad.

Si el argumento es que se va hacer otro estadio, no hay razón para decir que el actual no sirve o sobra, cuando aquí lo que faltan es sitios de recreación y deporte, que son el remedio económico más barato para evitar los males generados por la vagancia y el no hacer. ´

Felicitaciones a los dirigentes del fútbol por su capacidad de aguante, (otros dicen resiliencia para despistar), sin el cual no hubiera quedado sino el recuerdo. El estadio requiere el apoyo total para que despierte el fútbol y el atletismo, sobre todo en una ciudad que tiene tantos adeptos. La Universidad del Cauca y COMFACAUCA son vivos ejemplos a imitar.

ÑAPA: felicitaciones a Jesús Reynel Santacruz Solarte por su excelente narrativa y conocimientos deportivos.

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