Por: Javier Orlando Muñoz Bastidas.
El desencanto consiste en el arte de tomar una distancia consciente de todo lo que impide o podría impedir el despliegue y elevación de las fuerzas de la individualidad. El desencanto hace posible un riguroso proceso de auto-observación, en el que se puede comprender el nivel y la calidad de las propias fuerzas, para: 1. Realizar un cuidado de sí, en el que se afirma una ascesis y una catarsis de la banalidad, 2. Un pulimento como distinción, 3. Una crítica a los dispositivos de dominación, desde los que se les determinan las fuerzas a los individuos, 4. Una transgresión consciente de esos dispositivos, 5. Tomar consciencia que las fuerzas integrales se pueden desplegar en intensidades nuevas y diferentes, y 6. La afirmación de la importancia de lo superior, para la dignificación de la individualidad.
El desencanto permite un cuidado de sí, en tanto permite un control ascético del individuo hacia todo lo que despotencia y denigra. El cuidado de sí, es un alegre y potente distanciamiento de lo decadente y superficial. Pero no es una distancia de indiferencia, sino de dignificación. De igual modo, el cuidado de sí hace posible una catarsis del sistema integral de la sensibilidad y del pensamiento, en tanto se anhela lo ideal como proyecto de vida.
Por eso el desencanto pule, afina y crea nuevos niveles de intensidad, porque identifica de forma clara y consciente lo que impide la elevación, y porque impulsa el anhelo del vuelo. El desencanto como distinción, consiste en la afirmación de la extrañeza y de la diferencia. Es una ética de la excelencia.
Pero el desencanto también hace posible un proceso de crítica radical, a los dispositivos de poder y dominación, que, desde la determinación de sentidos, crean subjetividades como identidades y proyectos de vida, en tanto diseñan la fuerza deseante del individuo. Desde esa crítica, se puede pensar en la creación de un deseo nuevo, diferente y superior. Lo anterior implica una transgresión consciente y absoluta de ese poder dominante. La transgresión consiste en comprender que todo lo que existe es un proceso de creación. Que la verdad es una creación, y que la creación es verdad. Transgredir es asumir como modo de vida, que un mundo mejor puede ser posible.
El desencanto como un cuidado de sí, hace posible una creación de sí de la individualidad, en tanto que, desde la conciencia de las fuerzas integrales que constituyen la individualidad misma, se puede dar un salto a lo nuevo, en el que esas fuerzas se transforman y se elevan. Una creación de sí, es una apertura de la conciencia desde la transformación integral de las fuerzas. La creación de sí, es la emergencia de lo superior como singularidad irrepetible.
El desencanto como la afirmación de un cuidado de sí del individuo, implica una creación de sí superior, como dignificación de la existencia.
¡Íncipit!