sábado, septiembre 13, 2025
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El Congreso Gastronómico

Por Diego Fernando Sánchez Vivas

Esta semana El Congreso Nacional de Gastronomía llega a su versión XXIII, gracias al empeño de su promotor Enrique Gonzalez Ayerbe presidente de la Corporación Gastronómica de Popayán, con la colaboración de diversos entes de carácter público y privado, que han puesto su aporte para que este trascendental evento se haya posicionado como uno de los más importantes del país, y el segundo de la ciudad después  de la Semana Santa.

Para este año el “ Premio Álvaro Garzón a la Vida y Obra”, honra a la reconocida investigadora Cecilia Restrepo Manrique, por su aporte en la comprensión de nuestras raíces culinarias, será Hungría país invitado de honor, junto a San Andrés , Providencia y Santa Catalina como región invitada , Sotará como municipio caucano destacado y el café como producto emblema y y habrá talleres, conciertos, mesas redondas, artesanías que serán una excelente oportunidad para dinamizar la economía y la cultura de nuestra ciudad.

Desde tiempos inmemoriales, la existencia del hombre ha estado visceralmente ligada a lo que constituye su motor de vida, que lo impulsa a enfrentar todos los días los avatares de la vida cotidiana, que le proporciona al ser humano las energías para poder crear, trabajar, amar, en dos palabras el impulso vital. Nuestros más lejanos antepasados debieron contentarse con comer algunos frutos silvestres, tallos, raíces y trozos de carne cruda que proveían bestias antediluvianas, las cuales proporcionaban las energías necesarias para no perecer bajo el inclemente y pavoroso clima de la Era Glacial. Este era básicamente el menú al que por miles de años, se adaptaron por necesidad.

Con el descubrimiento del fuego, la humanidad dio un salto inmenso y nuestros más lejanos ascendientes debieron agradecer profundamente la utilización de la chispa divina del fuego, pues la cocción de los alimentos, principalmente de las carnes resultado de las interminables y agotadoras jornadas de caza y de los extraídos de los ríos, vertientes y los mares le daban a estos alimentos un sabor diferente. Entonces la necesidad imperiosa de alimentarse para sobrevivir se fue transformando con el tiempo en un deleite y placer exquisitos. Muchos años después, con la aparición de las grandes civilizaciones de la humanidad, los refinamientos y las costumbres culinarias se fueron modificando paulatinamente, y cada región se caracterizó por poseer determinados productos e incorporarlos a su mesa. Pero además, cuando estas civilizaciones debieron conquistar territorios desconocidos, Asiria, Babilonia, Egipto, Grecia, Roma, fueron asimilando a sus hábitos alimenticios, productos provenientes de los territorios conquistados, y a su vez, también incorporaban los suyos a los hábitos delospueblossometidos

Refieren las crónicas de los historiadores Livio y Suetonio que en los tiempos de los emperadores romanos, eran famosas las cenas palaciegas por su esplendor, su derroche y su diversidad, eventos pantagruélicos, en los que se servían los más exóticos platos, provenientes de los rincones más apartados de la tierra. También son muy comentados por la literatura de su tiempo, las cenas de los reyes de la Francia Imperial, que han sido recreadas por pintores famosos y recogidas en obras literarias importantes. En la tradición Judeo-Cristiana recordamos pasajes memorables de La Biblia, como el de la manzana de Adán, y el episodio de Esaú que cambió su primogenitura por un plato de lentejas. En fin son muchos los apartes de la humanidad y la literatura que están intimamente ligados alrededor de la mesa. El cuadro de la Última Cena, donde Jesús comparte con sus discípulos  es tal vezelmejorejemplodeello.

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