Inicio OPINIÓN Juan Manuel Rincón El Barrio Bolívar: un callejón que nos conduce al futuro

El Barrio Bolívar: un callejón que nos conduce al futuro

Por Juan Manuel Rincón

El barrio Bolívar – anteriormente llamado El Caracol o el callejón de Bolívar- es un libro vivo y vibrante de la historia y el alma de la capital caucana. Desde mi infancia he caminado por sus calles, y actualmente cada paso que doy se convierte en bonitos recuerdos de aquella época los cuales resuenan con los ecos de otros transeúntes frecuentes. Este sector que en otrora fue la entrada a Popayán para viajeros y personajes visionarios por igual, ha sido testigo del paso de héroes, como el Libertador Simón Bolívar, Alexander von Humboldt, entre otros. Es un espacio donde las historias de independencia, de resistencia social y la cultura popular local están grabadas en cada piedra y callejón.

Este espacio es un mosaico cultural porque ahí, se encuentra la esencia de la diversidad étnica del Cauca: afrodescendientes, indígenas, campesinos del Macizo Colombiano, mestizos convergen en este vibrante y siempre dinámico territorio. La plaza de mercado, sus callejones y alrededores rebosan de la riqueza agrícola regional: la dulzura dorada de los mangos, el aroma exótico de la granadilla de quijo, los colores vivos del chontaduro y la frescura penetrante de la cebolla y las hierbas. Estos frutos y vegetales no son simples alimentos: son símbolos de la fertilidad de la tierra caucana y la dedicación de sus gentes al olvidado campo.

El barrio Bolívar no es sólo un caótico bazar; es un epicentro de tradición y sabor. Las cocineras tradicionales aquí son guardianas de la renombrada gastronomía de Popayán, preparando platos que cuentan historias en cada bocado. El sabor propio de un tamal, de un mondongo con maní, el reconfortante aroma de un sancocho cocinándose lentamente, la dulce indulgencia de los dulces, la carantanta y demás derivados del maíz en su esencia reflejan una valiosa herencia culinaria transmitida de generación en generación.

El río Molino y la vegetación cercana añaden una frescura natural, un recordatorio constante de vida y continuidad. Con su potencial de convertirse en un distrito cultural y creativo, en una nueva alternativa turística, esta zona está lista para ofrecer a los visitantes un encuentro auténtico con el espíritu popular de Popayán. Sin embargo, esta promesa sigue sin cumplirse. Durante más de 30 años, sus calles y edificios han estado abandonados llenos de grietas que reflejan las promesas incumplidas de alcaldes mitómanos. La plaza de mercado, el parque Carlos Albán y el parque Mosquera – espacios que deberían brillar como centros culturales y sociales – languidecen en el abandono al igual que planes futuristas como el de Popayán 2037 Ciudad Sostenible y Competitiva propuesto por el Banco Interamericano de Desarrollo.

El golpe más grave ocurrió en 1975 cuando Álvaro Hurtado en su papel de alcalde ordenó la demolición de la histórica estación del ferrocarril, construida en 1924 por orden del visionario presidente Pedro Nel Ospina.

Ese atentado patrimonial borró piezas de la memoria arquitectónica de Popayán, heridas que aún se sienten hoy.

A pesar del abandono y el daño, el barrio Bolívar perdura. Sigue siendo un lienzo de posibilidades. Imaginemos ya un futuro donde la plaza de mercado se convierta en un vibrante centro cultural y gastronómico, donde el Parque Carlos Albán y el Parque Mosquera se transformen en animados espacios verdes, y donde los edificios patrimoniales sean restaurados, reutilizados y decorados con coloridos murales que exhiban nutran identidad. Esta visión no es descabellada, sería un espaldarazo definitivo a la escena artística y turística payanesa y caucana que tampoco es prioridad para la administración municipal y departamental.

A pesar de sus desafíos, el barrio Bolívar sigue siendo un símbolo de esperanza e identidad. Merece reconocimiento, restauración y respeto: un callejón que nos conduce a un futuro visionario digno de nuestro pasado legendario.

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