lunes, diciembre 15, 2025
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InicioOPINIÓNJesús F. Vega Muñoz - Pbro.Dios no mide la cantidad sino la calidad

Dios no mide la cantidad sino la calidad

Pbro: Jesús Fernando Vega Muñoz

Hoy domingo XXXII del tiempo ordinario nos encontramos en el Evangelio con dos partes.

La primera parte va dirigida a los escribas. Con palabras duras. Parece como si los estuvieramos viendo. Desean ser saludados honrosamente por todos, reconocidos maestros, admirada su posi­ción superior como doctores de la ley. Ellos quieren ser los primeros en todo. Con figura arrogante, mirando por encima del hombro, pasean su persona por las plazas y calles de la ciudad. Esto me hace recordar a algunos que quizá por tener un puesto se creen más que los demás y no se dan cuenta que eso dura unos añitos no más y se les acaba el reinado, como por ejemplo personas que por tener un puesto bien sea en el municipio o en cualquier lugar humillan a los demás y hasta los tratan mal.

Estos escribas Se comportan como grandes señores, cuando debieran ser siervos de la palabra divina, de quien dicen ser los intérpretes. Así mismo en muchas comunidades encontramos a unos en nuestras iglesias. Con título de sabios piadosos oprimen con sus largas e inoportunas oracio­nes a la gente necesitada incluso les ponen trabas por todo creyendose jueces o los mejores.

Parece qué, con ocasión de las visitas los escribas se hacen servir como grandes señores. En lugar de ayudar, em­pobrecen a las familias más necesitadas. Es una piedad ostentosa y vana, trasquilan a las ovejas, fuera de lo que pide Dios.

Jesús esta al frente de las ofrendas, donde se recogen las limosnas voluntarias para el templo. Él ve como muchos ricos van depositando cantidades de dinero, quizá unos más que otros mostrando que tienen el poder y llega una pobre viuda, esperando su turno de presentar su ofrenda, quizá un poco avergonzada de ofrecer algo tan pequeño, algo tan insignifi­cante, comparado con lo que ofrecían aquellos grandes “señores”, estaba oculta, deposita lo que tiene, no lo que le sobra, no para hacerse notar ante los demás, esta mujer humilde, viuda, tenía una gran devoción por el templo y dejó toda su vida en esa insignificante moneda, Jesús aprecia el gesto de aquella mujer y lo alabó. Los discípulos necesita­ban una buena enseñanza y Jesús se la dio. Ha dado todo lo que tenía; ha dado aquello mismo que le hacía falta para vivir.

Dice SS el Papa Francisco

La enseñanza que Jesús nos da hoy nos ayuda a recobrar lo que es esencial en nuestras vidas y favorece una relación concreta y cotidiana con Dios. Hermanos y hermanas, las balanzas del Señor son diferentes a las nuestras. Pesa de manera diferente a las personas y sus gestos: Dios no mide la cantidad sino la calidad, escruta el corazón, mira la pureza de las intenciones. Esto significa que nuestro “dar” a Dios en la oración y a los demás en la caridad debería huir siempre del ritualismo y del formalismo, así como de la lógica del cálculo, y debe ser expresión de gratuidad, como hizo Jesús con nosotros: nos salvó gratuitamente, no nos hizo pagar la redención. Nos salvó gratuitamente. Y nosotros, debemos hacer las cosas como expresión de gratuidad. Por eso, Jesús indica a esa viuda pobre y generosa como modelo a imitar de vida cristiana. No sabemos su nombre, pero conocemos su corazón la encontraremos en el Cielo y seguramente iremos a saludarla, y eso es lo que cuenta ante Dios. Cuando nos sentimos tentados por el deseo de aparentar y de contabilizar nuestros gestos de altruismo, cuando estamos demasiado interesados ​​en la mirada de los demás pensemos en esta mujer y, permitidme las palabras cuando nos pavoneemos, pensemos en esta mujer. Nos hará bien: nos ayudará a despojarnos de lo superfluo para ir a lo que realmente importa, y a permanecer humildes.

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