Por: Felipe Solarte Nates
Carlos Fajardo Fajardo, Nacido en Cali, bachiller del Santa Librada, después de graduarse en Filosofía en UNICAUCA, obtuvo el Magíster en Literatura de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá y Doctor en Literatura de la UNED (España).
Ha publicado varios libros. Sus poemas y ensayos han sido traducidos al inglés, italiano, serbio y portugués. Ganador del premio de poesía Antonio Llanos, Santiago de Cali 1991; segundo premio en el Primer Concurso Nacional de Poesía ICFES, 1984; Mención de Honor en el Premio Jorge Isaacs 1996 y 1997; Mención de Honor Premio Ciudad de Bogotá, 1994. El premio de poesía Jorge Isaacs le fue otorgado en diciembre de 2003. Es además: escritor de varios libros de ensayo, colaborador del Monde Diplomatique y otras revistas y medios de comunicación. Fue profesor universitario de estética, historia del arte y literatura en la Universidad de la Salle-Bogotá y acaba de jubilarse como docente en la universidad Distrital de Bogotá.
En “Crónicas noveladas de Cali”, incursiona en la modalidad de crónica histórica ficcionada, partiendo de hechos reales vividos por sus antepasados incorporados con voz a los relatos, compartiendo con antiguos personajes de la ciudad y extranjeros que la visitaron desde mediados del siglo XIX y escribieron sobre ella y, especialmente, sobre el agitado caserío que se formó en un sector de la hacienda El Vallano, con acceso al entonces navegable río Cali, conectado con el Cauca y que después sería el barrio San Nicolás.
A lo largo de las crónicas, algunas ilustradas por pinturas y fotografías del Cali viejo, discurre la historia no sólo de la formación de la ciudad, desde la época de la liberación de los esclavos en el gobierno de José Hilario López en 1851, sino también durante las numerosas guerras civiles que se desencadenaron entre conservadores que no querían perder sus privilegios heredados desde la Colonia y los liberales, como Faustino Fajardo, el tatarabuelo del autor y uno de los fundadores de lo que hoy es el barrio San Nicolás partidarios de la democratización del país.
En medio del odio y radicalización de posiciones fue común que los caleños de esos años convulsos se alinearan en ambos bandos: unos por mantener el statu quo; otros en los ejércitos que luchaban por la autonomía de sus regiones frente a la capital Bogotá, por el derecho al voto universal, la libertad de empresa, la libertad de cultos, la educación laica independiente de la iglesia católica, la libertad de imprenta, el divorcio y otros temas que tuvieron vigencia cuando en 1863, después de la guerra civil que ganaron los liberales, fue adoptada la Constitución de Rionegro y después de la guerra de 1885, ganada por los conservadores fue derogada para imponer la Constitución de 1886 que como condición de la Iglesia católica para divorciar a Rafaél Nuñez y legalizar su matrimonio con Soledad Román, le impuso el Concordato. la educación religiosa en detrimento del predominio de la educación laica y moderna y el centralismo en detrimento de los estados federales al estilo de los Estados Unidos.
En las amenas y documentadas crónicas, además de conocer una visión de la evolución de la ciudad a través de las memorias y vida de los antepasados del autor, encontramos hitos históricos, como la llegada del ferrocarril a Cali, del primer automóvil, los conflictos con curas ultragodos que censuraban los bailes en las casetas y clubes del Vallano y que los estudiantes de Santa Librada, para la clausura, representaran una obra de teatro.
También, entre otras historias, nos ofrece la mirada de extranjeros de paso por la ciudad.
Es el rescate de la memoria viva de varias generaciones, no ceñida a los rígidos cánones de la investigación histórica y, si dándole alas por medio de la ficción a partir de hechos reales, encarnada en los antepasados del autor y sus compañeros de cotidianidad y luchas en el Cali de mediados del siglo 19 y comienzos del 20.
