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Cartografías de la consciencia

Por: Javier Orlando Muñoz Bastidas.

En el libro “Cartografías esquizoanalíticas” (2000), Félix Guattari hace una afirmación clara y radical: hay un punto en la “psi” del individuo, en el que una Consciencia absoluta coincide con el Inconsciente absoluto. Esto, que parece un poco difícil de entender, es muy importante porque lo que se está jugando es la posibilidad de la creación de la individualidad. Si hay un punto en el que la consciencia (Cc) y el inconsciente (Icc) coinciden y son lo mismo, entonces se debe replantear completamente la noción de individualidad, en la medida en que se puede pensar en un nuevo individuo que libere las potencias de una Consciencia superior.

Vamos un poco despacio: desde la concepción freudiana hay una diferencia entre el (Cc) y el (Icc), incluso es una diferencia absoluta porque el (Cc) no es más que un leve reflejo o una mínima expresión del Icc. Para Freud la consciencia es casi que un estado de excepción del inconsciente.

Aquello que se denomina como la “consciencia” sería, entonces, otra forma de “síntoma”, casi que un lapsus del inconsciente. Algo que también lo podemos comprender desde Lacan: la consciencia nunca es un estado de plenitud, sino que siempre es un estado de carencia. ¿Carencia de qué? De individualidad; el individuo es aquel que no es y no puede llegar a ser.

Por eso el planteamiento de Guattari es muy importante, porque permite pensar la afirmación de niveles de la individualidad, desde ciertos procesos de la consciencia de sí. Entonces lo que se puede afirmar es que en todas las expresiones de la consciencia, hay inmanentes también las expresiones de un inconsciente que debe asumirse como: la posibilidad de la evolución de la consciencia misma. La consciencia evoluciona porque siempre es posible develar nuevos niveles de la individualidad. El inconsciente es en realidad una nueva consciencia posible.

Para comprenderlo mejor, Guattari presenta el ejemplo de la neurosis compulsiva. La compulsividad guarda una consciencia de subversión. ¿Cómo así? Lo compulsivo es lo que se opone a todo control y determinación. Sólo que la compulsión lo resiste, pero no lo transgrede ni lo transforma. En la compulsividad (que se puede convertir en un TOC o en una acción adictiva) está latente una consciencia de aquello a lo que se resiste, sólo que esta compulsión no logra subvertir aquello que realiza la acción dominadora. ¿Cómo hacerlo? ¿cómo transgredir aquello que intenta someter al individuo? Con un arduo y riguroso proceso de “conscienciación” de aquello que intenta someter. La sanación de la neurosis compulsiva sólo es posible en un despliegue de una consciencia de sí, que permita comprender aquello que intenta someter. Toda compulsividad es una lucha por una liberación.

Algo similar acontece en el caso de la melancolía dolosa, de la que Guattari también presenta un ejemplo: “Una cantante pierde a su madre. A la semana siguiente pierde también dos octavas de su tesitura. Comienza a desentonar” (pág. 39). En una primera interpretación, se podría afirmar que la pérdida de la voz es el resultado del dolor por la pérdida. Pero Guattari la comprende como una acción de resistencia y de re-significación ante el poder dominante que ejerció la madre sobre la cantante. ¿Cómo puede ser esto posible? El punto está en que tal vez la acción artística de la cantante, se sustentaba en el hecho de cumplir las expectativas de su madre. La dominación materna era ejercida desde el canto. Por eso, ante la pérdida, la cantante “pierde” también la voz, como una acción de liberación. El punto es que en la melancolía dolosa hay una consciencia que debe ser develada, para que sea posible la sanación. Si esto no acontece, el individuo se reafirmará en la melancolía culposa, y nunca podrá salir de ella.

Entonces, la distinción y pugna del (Cc) con el (Icc), sólo opera en un proceso de crisis ante la dominación por parte de un aparato simbólico de poder. Pero incluso en esa crisis misma, se expresan procesos de significación inmanentes entre el (Cc) y el (Icc), que hacen de la crisis un ejercicio de resistencia suprema. Toda enfermedad, todo síntoma, toda adicción son luchas intensas por transgredir un sistema simbólico de dominación. Pero son luchas que se están perdiendo. No se han perdido aún, pero se están perdiendo. El punto es lograr un plus energético, en el que se pueda lograr una transgresión creadora. Ahí estaría la posibilidad de la afirmación de la individualidad.

Guattari denomina a ese plus “revoluciones moleculares”, porque consisten en un ejercicio de transformación significativa de las prácticas mediantes las cuales el individuo se afirma a sí mismo. ¿En qué se sostiene un individuo? ¿en un síntoma, en un TOC, en una adicción? ¿cómo transformarlos para que la energía no circule en el síntoma, sino que se exprese en la transgresión creadora? Una revolución molecular no consiste en enfermarse, en “no cantar”, sino en enfrentarse al poder dominante que impone esa forma de canto, para poder desplegar nuevas posibilidades de “sonoridad”. Molecular es transformar una compulsión en una acción transgresora, que haga posible una afirmación de la individualidad.

La acción transgresora implica nuevos desplazamientos, nuevos espacios y territorios. Se requiere una “economía de flujos”, en la que se puedan crear nuevos horizontes de significación. Las cartografías de la consciencia consisten en un ejercicio de creación de nuevos territorios existenciales, en los que la expresión y elevación de una nueva energía de la “psi” pueda acontecer. La consciencia es una danza de energías liberadoras, de flujos que diseñan nuevos mapas de lo Real. El individuo, como un proyecto de liberación y creación de nuevas energías, sería la unión en plenitud deI Cc/Icc absolutos. “¡Pero por qué no!”.

Referencia.

Guattari, Félix (2000). Cartografías esquizoanalíticas, (trad. D. Scavino). Editorial Manantial.

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