FERNANDO SANTACRUZ CAICEDO
El viaje de Petro y su burocracia a China –mayo/2025- fue improvisado. No llevó propuestas concretas, ni se hizo acompañar del empresariado colombiano. Suscribió con Beijing un “Plan de Cooperación”, sin efectos vinculantes. Destemplada fue la algazara de sus opositores, quienes afirmaron que perderíamos a nuestro principal “socio comercial” –EE.UU.-, o que éste nos incrementaría las “sanciones” arancelarias. Uribe, Santos y Duque hicieron lo propio -sin bullicio alguno-. El último hizo fracasar la iniciativa “Colombia-China”, alternativa de asistencia a “La Franja y la Ruta”, propuesta en 2019 por Xi Jinping.
Si ingresamos formalmente al programa de “La Nueva Ruta de la Seda”, implementado hace 12 años por el Estado chino, tendríamos posibilidades reales de prescindir en alto grado de las relaciones de desigualdad/dependencia impuestas por Norteamérica; superar el déficit comercial con ese país (+US$10 mil millones); extender sustancialmente nuestro comercio a China, el mercado más grande/dinámico del planeta y equilibrar nuestra balanza comercial deficitaria (US$12.4 mil millones); solicitar crédito/inversiones para infraestructura, energía, telecomunicaciones, movilidad, tecnología, etc.
El periplo presidencial desató la ira de Trump, quien amenazó con boicotearnos los préstamos otorgados por el BID –Banco Interamericano de Desarrollo-, entidad en la que EE.UU. posee el 30% de las acciones. El “orden” estadounidense – sustentado en su complejo financiero/industrial/militar- y su política exterior – fundada en coaliciones parcializadas-, han sido impugnados globalmente. Integrándonos a la Red de Cooperación/Asistencia financiera, comercial, tecnocientífica de China -Europa, Asia, África y Latinoamérica- cosecharíamos ventajas sustanciales, pues ese país es hoy la primera economía mundial. Su clase media (+800 millones de compradores potenciales), supera con creces a la estadounidense (170 millones). Vincularnos a su órbita de influencia puede depararnos beneficios, resolución de necesidades concretas, equilibrio social y restauración de nuestra soberanía.
La política económica china está centralizada en el sector de alta tecnología – vehículos de movilidad limpia/equipamiento de transporte marítimo; equipos de oficina, informáticos/electrónicos; comunicaciones satelitales; aeronaves/naves espaciales; paneles solares, etc.-. Su reconversión industrial comprende robotización, automatización, inteligencia artificial aplicada y renovación de equipamiento. Hoy, la RPCh es el motor del crecimiento global. Entre sus principales actividades destaca la compra de alimentos, minerales, commodities y combustibles fósiles a los países que pertenecen a “La Nueva Ruta de la Seda”. Para Colombia
es indispensable asociarse con China, a fin de liberarse del cerco políticoeconómico forzado por Washington. El inmediatismo arancelario de Trump, cortoplacista e imperialista, naufragó nacional e internacionalmente; lo mismo su unilateralismo, coacciones, proteccionismo, restricciones fronterizas, etc. El “dragón chino” optó por la vía contraria y con su poder geopolítico –autonomía, habilidades diplomáticas, ecuanimidad, cooperación material y solidez militar, garantías de una línea política congruente-, comprometió la hegemonía de occidente.
El “gigante asiático”, durante cinco decenios, ha establecido relaciones económico/diplomáticas con más de 150 Estados; consolidó la exportación de sus bienes/servicios/finanzas; amplió sus vínculos comerciales mediante convenios: ASEAN –acuerdo de libre comercio conformado por 15 países de Asia/Pacífico que engloba 2.600 millones de consumidores (primer mercado mundial)-; Convenios con Latinoamérica –Argentina, Brasil, Costa Rica, Cuba, Chile, Nicaragua, Perú, Uruguay, Venezuela, etc.-, en los que China es el primer socio comercial; Nueva Ruta de la Seda –red comercial Asia/África/Europa, integrada por 70 países-; RPCh, después de Estados Unidos, es el segundo socio comercial de Colombia. Disputa con USA la supremacía económica/política planetaria. Nuestra dependencia de EE.UU. y el atraso general podemos rebasarlo sumándonos a “La Franja y la Ruta”, con proyectos responsables que beneficien el interés/soberanía colombiana.
Si somos admitidos como miembro de “La Nueva Ruta de la Seda”, tendríamos entre otras prerrogativas: i- Financieras: para impulsar diferentes sectores productivos –industria, agroindustria, agricultura mecanizada, producción de bienes intermedios/finales, energías renovables, transporte descontaminado que incidiría en la depuración ambiental, cambio climático y descarbonización. ii- Crediticias: disposición de capitales para el desarrollo, a largo término e interés equitativo, que nos evitaría acudir a la banca multilateral (BM, BID, CAF) manejada conforme a los intereses occidentales -préstamos/asistencia técnica a corto plazo y alto interés-. iii- Comercio: extensión de mercados de exportación e importación de bienes/servicios. iv- Infraestructura: construcción de vías, puertos, ferrocarriles, metros, aeropuertos, telecomunicaciones, transición energética. v- Capacitación: Transferencia de tecnología, educación, salud, conservación del medioambiente.
Agroindustrializarnos y diversificar nuestras exportaciones, requiere de un marco geopolítico multilateral. El quid de nuestro desarrollo nacional autónomo radica en INSTAURAR, reflexiva y mesuradamente, relaciones amplias con China y MANTENER las existentes con Estados Unidos. Caramelear significa “dilatar inútilmente la solución de un asunto”. Ciudadano Presidente: Quedan 14 meses de su administración. Usted que pregona la independencia nacional, ¡INCORPORE A COLOMBIA, EXPRESAMENTE, A LA FRANJA Y LA RUTA!