miércoles, junio 18, 2025
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Caos en Popayán

Hugo Cosme Vargashacv@unicauca.edu.co

Qué lejos están los días cuando era agradable caminar las calles de la ciudad, de día o de noche, y conducir un carro ordenadamente, respetando peatones y señales de pares. Muy pocos automóviles circulaban en las cuadriculadas calles del sector histórico y ninguna moto se atrevía a perturbar la tranquilidad del ciudadano. Ni siquiera los taxis recorrían sus calles, porque sólo había seis en la Flota Carbonero, rigurosamente estacionados en la esquina nororiental del Parque Caldas, donde don Zenón y don Manuel José lucían sus naves, mientras esperaban la llamada al 1111, que anunciaba la demanda de su servicio. ¡Eran otros tiempos!

La ciudad creció desordenadamente y poco a poco, sin planeación urbana, hoy es un verdadero ejemplo de lo que no se debe hacer: andenes con tropiezos, invadidos con canastos, parasoles y carritos que venden caramelos, chicles, galletas y hasta tapabocas; calles repletas de casetas en sus bordes, que ofrecen medias, paraguas, arepas, perritos, café, pandebono y todo lo inimaginable; señales de pare inexistentes o dañadas, sin cebras peatonales y aún sin semáforos coloniales; vallas de plástico, tipo bombones o maletines, colocadas en cualquier parte y a toda hora, simplemente porque le place al comerciante de ese lugar instalar sus propias señales de tránsito, guardando un espacio de la calle para sus clientes potenciales; rotondas importantes interrumpidas en su sentido vehicular, como la del Parque Mosquera, que obliga la circulación de automotores en contravía; semáforos dañados o desmontados, como el del barrio Bolívar en la intersección de la carrera 6 con la calle 8 norte; dificultad extrema para transitar en la glorieta de Bolívar, donde no es posible salir de allí sin sobresaltos. Es decir, ¡todo un caos nos gobierna hoy!

Y mientras que esto sucede, ¿dónde están nuestros gobernantes?, ¿por qué calles caminan?, ¿por dónde manejan sus carros?, ¿por qué no ven la basura tirada en las calles todos los días?, ¿qué hacen para que los gallinazos no pululen en los alrededores de las galerías municipales?, ¿por qué no ven las motos circulando sobre los andenes o en contravía, o haciendo zigzagueo cuando les provoca?, ¿qué hacen para que los pocos espacios libres que hay en las calles no tengan dueños?, y, finalmente, ¿quién está pensando la ciudad?. ¡Nunca habíamos estado tan mal!

Popayán está perdiendo, desafortunadamente, su tesoro más precioso, que siempre mostraba con orgullo ante propios y extraños: su sector histórico. Ya no lo podemos comparar con otros lugares de la arquitectura colonial, simplemente porque no lo podemos observar ante el cúmulo de obstáculos que lo están haciendo invisible y ante su deformación horrorosa con la invasión del espacio público y las pinturas murales que no son arte, y con sus paredes convertidas en carteleras.

Señor alcalde: en sus manos se sigue destruyendo la ciudad; no se ve autoridad por ninguna parte; no se está planeando nada ni se están corrigiendo errores urbanísticos; cada vez el tránsito automotor es peor; y, lo más grave: parece que nadie en su administración municipal está pensando el futuro de Popayán.

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