Por: Harold Mosquera Rivas
Hace cuatro décadas, los jóvenes que alcanzaban un título de profesional universitario, tenían casi seguro un empleo. Con buen salario, todas las prestaciones sociales legales y los aportes a la seguridad social. No obstante, eran muy pocas las familias que, en caso de que sus hijos no accedieran a un cupo en una universidad pública, podían pagar sus estudios en una universidad privada, para ellos la primera opción era el Sena.
Sin embargo, con el paso de los años, el título de profesional universitario dejó de ser garantía de empleo, se hizo necesario tener estudios de posgrado, a nivel de especialización o maestría. Hoy ni siquiera esos títulos de posgrado alcanzan para garantizar un empleo, los jóvenes se cansan de presentar hojas de vida, de realizar entrevistas, de participar en concursos y al final terminan haciendo cualquier cosa para cumplir con el mandato del artículo 25 de la constitución nacional, según el cual, el trabajo es un derecho y una obligación social.
Es común encontrarse un magister conduciendo un taxi, un camión o un bus. También los hay atendiendo un restaurante o una cafetería, sin perder la ilusión de acceder a un empleo bien remunerado y acorde con su hoja de vida. Este fenómeno social y económico, ha traído como consecuencia que, los jóvenes no quieran tener hijos, de un lado porque no están seguros de poderles garantizar ni siquiera las condiciones de vida que ellos tuvieron y de otro, por que ven el panorama sombrío respecto al futuro de su país y del planeta y consideran irresponsable traer seres humanos a sufrir en este mundo.
A cambio de los hijos, se opta por las mascotas, las más comunes son los perros y los gatos, que son menos onerosas que los hijos y no exigen tanto. Por ello, ahora hay todo un mercado dedicado a las mascotas, de alimentos especializados, de prendas de vestir, salones de belleza, centros veterinarios, sicólogos y hasta cines. Solo falta que les implementen preservativos y servicios sexuales.
Hoy las mascotas van a la universidad, viajan en avión, se hospedan en hoteles cinco estrellas y algunas tienen una vida que envidiarían la mayoría de los seres humanos. Corren tiempos difíciles para los jóvenes, ya el sueño americano se ha convertido en pesadilla, pues el nuevo gobierno de los Estados Unidos no solo está cerrando las puertas a los inmigrantes, sino que está deportando de manera violenta y denigrante a los que creían haber coronado ese sueño, pero no habían legalizado su situación migratoria.
Quienes optan por el viejo continente, manifiestan que por allá también está complicada la cosa y hay algunos osados que se van de mercenarios para la franja de Gaza o hacia Ucrania y como en la canción de Willie Colón, salen como nobles soldados, vuelven agrios y mutilados. Situaciones como esta, nos motivan a pesar que es necesario que haya un cambio, sin embargo, la experiencia de estos primeros cuatro años de gobierno progresista en Colombia, nos ha enseñado que, no va a ser fácil, pero no podemos dejar de seguir luchando por alcanzarlo.