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Ascenso y caída de Hitler – A propósito de Trump 2

Por: Felipe Solarte Nates

Cuando el cabo Adolfo Hitler convenció a la mayoría de ciudadanos de la humillada Alemania derrotada en la 1ª Guerra Mundial, que los culpables de la ruina del país eran: comunistas, judíos, gitanos, homosexuales, pueblos eslavos y minorías “discapacitadas e inferiores”, y de que el pueblo ario, “de raza superior, necesitaba más espacio vital” para ensanchar su territorio, sembró semillas de la 2ª Guerra Mundial que dejó 50 millones de muertos más que los 20 de la 1, y la destrucción física (a lo Gaza) de la mayoría de sus ciudades y de otros países europeos, africanos y asiáticos.

El intento de toma violenta del poder por el partido nazi con el llamado “Push de la cervecería de Munich”, en 1920, , ocasionó el encarcelamiento de Hitler, que aprovechó para escribir “Mi lucha”, su posterior amnistía y el nombramiento como canciller alemán en 1933, desde donde desencadenó el incendio del edificio del parlamento (Reischstang) achacándoselo a los comunistas para poder perseguirlos, encarcelarlos y asesinarlos, tal como hizo con los judíos después de la “noche de los cristales rotos” en 1936.

Casi un siglo después la historia se repite con otro encantador de serpientes de origen alemán, cuyos antepasados hicieron fortuna en el negocio de prostíbulos y el sector inmobiliario de New York, donde estafó a muchos que le confiaron sus ahorros y, gracias al “Aprendiz”, un popular reality show de la televisión norteamericana, subió como espuma hasta llegar a ser presidente, y, al perder la reelección, con la toma al Congreso el 20 de enero, intentó impedir la posesión de Biden, y al ganarle a Kamala Harris, regresó con la promesa de “Volver a hacer grande a América”, imponiendo condiciones, después que la caída del muro de Berlín, el desmorone de la “cortina de hierro” y de la Unión Soviética, los dejó como potencia hegemónica, con el dólar de moneda universal, gran poder militar, tecnológico y cada vez más preocupada por el ascenso de países agrupados en el BRICS, como China, India, Rusia, Brasil, Suráfrica, Turquía y otros buscando organizar un planeta multipolar democrático, donde los Estados Unidos no impongan condiciones.

A diferencia de hace un siglo, los Estados Unidos no están derrotados como le sucedió a Alemania en la 1ª GM, ni su economía está agobiada por huelgas y movilizaciones lideradas por los comunistas, pues Biden le entregó a Trump, mínimo desempleo, la inflación desencadenada por la cuarentena del Covid 19 controlada y su economía creciendo.

En el poder de Alemania, Hitler inició la conquista de territorios anexionándose Austria, los “Sudetes” en Checoeslovaquia, la franja de Renania y Lorena en Francia y Polonia, cuya invasión en 1939, obligó a Inglaterra y Francia a declararle la guerra, después que Hitler los engañó en varios tratados firmados y secretamente se había aliado con Stalin para repartirse Polonia.

El regreso de Trump a la presidencia de los Estados Unidos, su anuncio de apoderarse de Groenlandia, el canal de Panamá y anexar a Canadá como 51 estado de la unión, enseña que 100 años después del fascismo de Mussolini y Hitler, reencarnó otro monstruo, que, en lugar de Goebbels, como ministro de propaganda, tiene a los dueños de X, Facebook, Google, Fox, que para seguir enriqueciéndose cedieron a sus presiones, y entran como canales para difundir su ideología neonazi, que nos ubica en camino a la 3ª Guerra Mundial.

Recordando persecuciones a judíos, comunistas, gitanos, homosexuales, y discapacitados, -a quienes Hitler achacó todos los males-, con el pretexto de volver a hacer grande a América, Trump hace barrida racial de inmigrantes sindicándolos de asesinos, narcotraficantes y atracadores, para perseguirlos y deportarlos encadenados.

Esta situación desencadenó protesta del presidente Petro por la red X de Musk y la respuesta de Trump por su red Truth, anunciando represalias contra exportaciones colombianas y suspensión de visas a funcionarios del gobierno, queriendo escarmentar a los gobernantes de otros países que se le opongan.

Personalidades egocéntricas y mesiánicas de autócratas con gran poder de convicción y carisma personal, se entienden muy bien entre ellos, como sucedió entre Hitler y Stalin y más recientemente entre Trump y Putin, hasta que intereses económicos de quienes los financian y de la geopolítica, más sus inestabilidades emocionales al creerse infalibles y omnipotentes, los llevan a romper acuerdos, enfrentarse entre ellos, y embarcar a sus pueblos y contemporáneos, en utopías trágicas, cuando manejan mucho capital, tecnología, armas peligrosas como las nucleares, medios de comunicación y redes para manipular a la población, contando además con grandes ejércitos para imponerse.

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