Silvio E. Avendaño C.
En 1615, Galileo fue denunciado al Santo Oficio, por sus opiniones. Comenzó para el científico un proceso largo. En 1616, la censura se hizo presente, por sus afirmaciones sobre la estabilidad del Sol y el movimiento de la tierra, las proposiciones: el Sol no gira sobre la Tierra, y a su vez el movimiento de la Tierra. También se censuró a Nicolás Copérnico, por afirmar que la Tierra gira en torno al Sol. Se trataba del heliocentrismo, teoría conocida desde la Antigüedad. La teoría de Copérnico expresó una ruptura dado que cambiaba el “conocimiento” sobre la tradición geocéntrica. En el caso de Galileo, la Inquisición prohibió el Diálogo, la obra de Galileo, publicada en 1632. Por esa obra el estudioso fue a la cárcel. Es famoso “Eppur si muove” (Y sin embargo la Tierra se mueve), que Galileo dijo en el momento que escuchó la sentencia condenatoria.
No sé hasta donde es posible una analogía con lo que sucede, en el país del norte, y con Donald Trump, el presidente de los Estados Unidos. Es evidente que él no atribuye que el Sol es el centro de universo, tampoco que la Tierra se encuentra inmóvil en el espacio. Pero para él, “American first”, debe ser el sol que ilumina todos los países y que todos los países giren en torno a él. Frente a la nueva realidad: 2025, que no es la del final de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos pierden la hegemonía, pues se hizo posible que los capitalistas enviaran las industrias a otros lugares donde los salarios fueran más bajos. Ahora bien no se desconoce ni se puede negar el poder militar ni la tecnología avanzada del país del norte.
Para lograr su cometido, Donald Trump recurre al aislacionismo y el nacionalismo que recuerda a los seguidores del Ku Klux Klan. Además se lanza contra los inmigrantes, los musulmanes, las universidades, las cuales son el topos de la investigación, la ciencia y la crítica. Sobra decir que los estudiantes extranjeros son enemigos, la libertad de opinión es perseguida, suspende los aportes estatales a las universidades, represalias contra los profesores, deportaciones y, de manera especial, se persigue a quienes denuncian el “holocausto” de Israel contra el pueblo palestino.
La Asociación Americana de Colegios y Universidades ha manifestado «Como líderes de las universidades… nos pronunciamos al unísono contra la extralimitación gubernamental y la interferencia política sin precedentes que ponen en peligro la educación superior… Las instituciones estadounidenses de educación superior comparten la libertad esencial de determinar, con base académica, a quién admitir, qué se enseña, cómo y quién lo imparte…en su búsqueda de la verdad, el profesorado, el alumnado y el personal tienen la libertad de intercambiar ideas y opiniones desde una amplia gama de puntos de vista, sin temor a represalias, censura ni deportación».