El Gobierno proyecta un incremento del 22% en el recaudo tributario para 2025, equivalente a 55 billones de pesos adicionales. Expertos y analistas cuestionan la factibilidad de esta meta y advierten sobre posibles repercusiones en la confianza de inversionistas y en la estabilidad económica del país.
Por: Alejandro Zúñiga Bolívar
El reciente anuncio del Gobierno Nacional sobre una ambiciosa proyección de incremento en el recaudo tributario ha generado un intenso debate en círculos económicos y políticos. La administración proyecta un aumento del 22% en los ingresos fiscales para el año 2025, lo que se traduce en aproximadamente 55 billones de pesos adicionales. Sin embargo, esta meta ha sido recibida con escepticismo por parte de expertos, quienes cuestionan su viabilidad y advierten sobre las posibles implicaciones para la economía nacional.
La Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN) y el Ministerio de Hacienda han fundamentado esta proyección en una serie de estrategias destinadas a optimizar el recaudo fiscal. Entre las medidas propuestas se incluyen:
- Normalización del Recaudo: Regularización y facilidades para que los contribuyentes paguen sus obligaciones tributarias.
- Fortalecimiento de la Facturación Electrónica: Implementación de sistemas electrónicos para mejorar la transparencia en las transacciones.
- Fiscalización Intensificada: Mayor control sobre evasión fiscal y contrabando.
Aunque estas medidas pueden generar un impacto positivo, expertos advierten que difícilmente alcanzarán la meta proyectada por el Gobierno.
Lo que esto significa para la gente común.
Las proyecciones fiscales y los riesgos macroeconómicos suelen parecer asuntos lejanos, exclusivos de economistas y empresarios, pero en realidad afectan de manera directa el bolsillo de todos.
Si el Gobierno no logra recaudar lo que promete, se pueden desencadenar una serie de problemas financieros en cascada que golpean el costo de vida de la gente. Veamos cómo:
- Créditos más costosos: Si el país es percibido como riesgoso por los prestamistas internacionales, el crédito para el Gobierno se encarece. Esto se traduce en mayores tasas de interés para los bancos nacionales, quienes a su vez suben los intereses de los préstamos para vivienda, vehículos y consumo. Por ejemplo, si hoy usted paga una cuota mensual de un crédito hipotecario de $1.5 millones, con tasas más altas podría llegar a pagar $1.8 millones o más, afectando su capacidad de pago.
- Alza en los precios de productos importados: Una de las consecuencias de un país con una economía en duda es que el peso pierde valor frente al dólar. Esto significa que importar bienes y materias primas se vuelve más costoso. En términos prácticos, productos como el arroz importado, el trigo (usado para pan y pasta), los repuestos de vehículos o hasta los celulares se encarecen. Si el dólar se dispara, el panadero del barrio tendrá que pagar más por la harina y, al final, el consumidor verá que el pan sube de precio.
- Menos empleo y salarios estancados: Cuando la inversión privada disminuye, las empresas pierden capacidad para crecer y contratar nuevos empleados. Si los costos financieros aumentan, las compañías pueden recortar gastos reduciendo personal o evitando aumentos salariales. En términos simples, significa que encontrar trabajo será más difícil y que el salario que usted recibe hoy no le alcanzará igual en el futuro.
- Mayor inflación: La inflación es el aumento generalizado de precios. Cuando la moneda pierde valor y el Gobierno debe gastar más en pagar intereses en vez de invertir en proyectos productivos, los precios de los bienes y servicios básicos empiezan a subir. En la práctica, esto significa que el dinero rinde menos. Si hoy usted va al mercado con $200.000 y compra una cantidad de productos, en unos meses con la misma cantidad de dinero podría comprar menos.
La opinión de los expertos
Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo, ha expresado serias dudas sobre la viabilidad de la meta de recaudo. Según él, “no existe ninguna posibilidad” de alcanzar el incremento de 55 billones de pesos en 2025, estimando que el aumento real sería mucho menor y más acorde con el crecimiento del PIB.
Enrique Sanz, analista de la consultora Dapper, sostiene que “(…) las calificadoras de riesgo pensarán que definitivamente el gobierno no está aterrizando en la realidad sus supuestos macroeconómicos“.
Por su parte, el Banco de Bogotá proyecta que el recaudo neto de impuestos para 2025 rondaría los 279 billones de pesos, lo que representa una diferencia de 30 billones respecto a la meta establecida por el Gobierno.
Precedentes y Desafíos Actuales
En 2024, el Gobierno no alcanzó su meta de recaudo, lo que obligó a recortar casi 22 billones de pesos del presupuesto. Esto afectó la ejecución de programas de inversión en infraestructura, salud y educación. Además, la reciente reforma tributaria que buscaba recaudar 12 billones de pesos adicionales fue rechazada en el Congreso, lo que pone en duda la capacidad del Gobierno para implementar medidas fiscales efectivas.
En este contexto, el anuncio del Gobierno sobre el incremento del 22% en el recaudo tributario plantea muchas preguntas sobre lo que gana el Gobierno al hacer una apuesta de este estilo. Al final, pareciera que se quiere tener más plata para gastar en el presente sin tener en cuenta que si inflamos nuestras cifras, puede que no tengamos con qué pagar los que nos gastemos en el presente.