El departamento es ahora escenario de una lucha abierta entre estos grupos armados, con poblaciones bajo dominio guerrillero y comunidades atrapadas en la confrontación.
Derechos de autor autorizados por: Contenido convenio El País / El Liberal. Autor: Redacción El País.
El Cauca enfrenta una escalada de violencia sin precedentes tras el resurgimiento militar del Ejército de Liberación Nacional (ELN), que ha fortalecido su presencia en varias zonas del departamento y sostiene una confrontación directa con las disidencias de las FARC.
Durante la mañana del viernes 7 de febrero, pobladores de Bolívar reportaron la presencia de comandos armados del frente Manuel Vázquez Castaño patrullando por el casco urbano sin restricciones. Además de marcar su territorio con grafitis en vehículos particulares y de transporte público, replicaron acciones similares en municipios como Sucre, Mercaderes y Santa Rosa.
“El ELN está consolidando su dominio en el sur del Cauca y bloqueando el avance del frente Carlos Patiño de las FARC. Desde hace al menos dos años, han impuesto su control mediante amenazas, desplazamientos forzados y la carnetización de campesinos en varias zonas rurales”, relataron líderes comunitarios que se vieron obligados a abandonar la región y refugiarse en otras ciudades.
Pese a que el Cauca es una de las zonas más militarizadas del suroccidente del país, la presencia de la guerrilla ha crecido sin mayores obstáculos. Las denuncias indican que el ELN impuso incluso restricciones de movilidad en eventos como los Carnavales de Blancos y Negros, exigiendo a los asistentes registro previo y autorización para desplazarse.
A la par de estos hechos, los transportadores de Popayán han recibido instrucciones del grupo armado para aportar económicamente en su lucha contra las disidencias. Según fuentes consultadas, el frente Manuel Vázquez Castaño ha organizado reuniones con comerciantes y empresarios locales para establecer un esquema de cobro de “contribuciones” similar al implementado en el Catatumbo.
“Tenemos evidencia de encuentros donde exigieron apoyo financiero a los transportadores y comerciantes bajo el argumento de que buscan liberar al Cauca del dominio de las disidencias”, afirmaron funcionarios del CTI de la Fiscalía.
Mientras en el sur del departamento el ELN impone su control, en la zona oriental se libra otra batalla. Municipios como Silvia, Totoró, Inzá y Páez-Belalcázar son ahora el escenario de una disputa entre la columna Juan Carlos Chilhueso Pazú del ELN y los disidentes del frente Dagoberto Ramos. Las comunidades indígenas han denunciado intensos enfrentamientos en las últimas semanas, aumentando la zozobra en la región.
Aunque la presencia del ELN en el Cauca no es tan visible como en el Catatumbo, su avance ha sido constante y silencioso. “Iván Mordisco y su grupo aún tienen una ventaja numérica y territorial en el departamento, pero la lucha por el control de estas zonas sigue cobrando vidas y desplazando comunidades enteras”, advirtieron los investigadores del CTI.
El Cauca se convierte así en un nuevo epicentro de la guerra entre estos grupos armados, mientras la población civil queda atrapada en medio de la disputa.




