Nacida en Guachicono, Salomé ha construido un puente entre las montañas del Cauca y los sonidos del Pacífico colombiano. Su vida, marcada por la marimba de chonta, la docencia y el arte, es un canto que recorre territorios, tarimas y corazones. Este perfil cuenta la historia de una mujer que lleva la música como raíz y destino.

Por: Carolina Miramag – Estudiante de la Universidad Mariana de Pasto, en movilidad académica con la Universidad del Cauca y su Programa de Comunicación Social, a través del convenio ORII.
La conocí una tarde soleada, en una cabaña en el bosque Pinemma, un café rodeado de árboles y mucha naturaleza. Me citó en ese maravilloso lugar, fue ideal para hablar con calma. Cuando llegó, lo hizo con la paz de quien lleva años de sabiduría sin tener que presumirla. Me saludó con una sonrisa sincera, muy característica de ella. Había regresado hace apenas unas horas de Cartagena, una experiencia que, según sus propias palabras, le acarició el alma.
Comenzó contándome sobre su vida en la música, su recorrido como profesional e intérprete musical. Aunque estudió Dirección de Banda en la Universidad del Cauca, su pasión siempre estuvo en otro lugar: en el sonido profundo de la marimba de chonta, en el canto ancestral del Pacífico colombiano.
—No soy del Pacífico —me dijo—, pero soy de un lugar muy cercano a este. Geográfica y culturalmente estamos muy cerca de esa hermosa cultura. Ahí es donde está mi participación.

Salomé nació en Guachicono de lo caliente en el 95, en una vereda del municipio de Bolívar, Cauca. Este territorio, bañado por el sol y el espíritu de los ríos, guarda una conexión poderosa con el Pacífico. Desde esa tierra rica en historias, creció una mujer blanca que hizo de la marimba su lenguaje más profundo. La contradicción aparente entre su físico y el instrumento que interpreta no es más que una manifestación más de la riqueza cultural del Cauca, una región donde las raíces se cruzan con fuerza en cada nota musical.
—Mi padre es oriundo de Guachicono, al igual que mi hermana y yo, pero mi madre es de La Vega, Cauca. Llegó en los años 90 a Guachicono, a ser docente. Cinco años después nací yo. Y, dos años más tarde, nació un festival muy importante para la música en el país: el Festival Petronio Álvarez.
Guachicono, entonces, no solo es su lugar de origen, es el manantial de su carácter alegre, de su conexión con la naturaleza, con el sol que parece tatuado en su forma de ser. Desde allá nace esa hermosa característica que tiene Salomé, su manera distinta de ver la vida.
—Río y mar.
— Te invito que la escuches, Dani.
Me llamó “Dani” con naturalidad, aunque yo nunca le había dicho que me llamaba así. Al ver mi expresión, sonrió.
—Tengo la capacidad de cambiarle el nombre a las personas —dijo riendo—. También hago lo mismo con las canciones. Se me olvidan.
Las dos reímos. Ese momento rompió cualquier barrera.

Su forma de expresar cada detalle revela un interés constante por resaltar la cultura de nuestro país, dando un lugar muy especial a la música del Pacífico, a las cantadoras, los músicos tradicionales y a su instrumento característico: la marimba de chonta. Ahí nació Río y mar, un viaje sonoro por el Pacífico colombiano.
—Crecí en un ambiente artístico y cultural gracias a ella. Estaba rodeada de muchos CDs, había mucha música colombiana, como la de Petronio Álvarez, también Las cuatro estaciones de Vivaldi y obras de Mozart. Esto me marcó profundamente.
Su trayectoria es sólida y, a la vez, profundamente humana. En el año 2015 fue reconocida como mejor intérprete de marimba en el Festival Petronio Álvarez, evento que considera un pilar en su carrera. Su trabajo de grado, titulado: “De oriente a occidente y de África al Pacífico”, fue laureado. Esta investigación tuvo un objetivo muy significativo: hacer un viaje por diferentes partes del mundo, recogiendo repertorios musicales sinfónicos relacionados con las músicas tradicionales.
—He estado inmersa en la música del Pacífico, compartiendo con gente de esa zona. He hecho parte de varios proyectos —dice Salomé, llena de orgullo—, pero todas estas ganas de hacer música desembocaron en un proyecto llamado Bocana Group, en el año 2022. Nueve músicos en escena trabajamos en la creación, divulgación y fusión de las músicas del Pacífico.
Ha viajado mucho: Francia, Holanda, Perú, Brasil, Ecuador. Pero especialmente ha recorrido el Reino Unido, junto al “Mestizo Music Collective”, un colectivo internacional fundado por el British Council, con la intención de unir músicos y ritmos del Reino Unido y Colombia. Su talento ha brillado en tarimas internacionales, pero nunca olvida que su impulso nace desde sus raíces, desde ese calor que no se va con el tiempo.
—Nos vamos pa’ Cartagena —dijo Salomé.
Se trataba de un encuentro de universidades bicentenarias. Decidieron llevar una expresión cultural del Cauca y pensaron en Bocana Group. Al público cartagenero le gusta la música del Pacífico, especialmente la marimba por su sonoridad.
—Ese es el momento de ser escuchada —dijo Salomé.
Salomé es mucho más que una intérprete de marimba. Es también una maestra. Sus estudiantes la describen como una mujer comprensiva, con una actitud positiva para enseñar, que siempre está dispuesta a escuchar y a compartir lo que sabe. “Nos enseña con el alma, no solo con el conocimiento”, dice uno de ellos. Para muchos, ha sido su primer contacto real con la música del Pacífico colombiano, gracias a su manera de enseñar, a su forma de relatar las historias detrás de cada ritmo. “Ella no solo nos enseña a tocar. Nos enseña a sentir la música, a entenderla como parte de un todo más grande: el territorio, los ríos, las memorias”.




