Cinco años de amor eterno y gratitud infinita pues su memoria permanece viva en cada gesto de bondad, en cada enseñanza compartida y en cada corazón que tuvo la dicha de conocerla.

Hoy, al cumplirse cinco años de la partida de nuestra amada madre, profesora Aída Mélida Rodríguez de Ordóñez, evocamos con amor una vida dedicada a educar con el alma, crear con las manos y servir con el corazón.
Nacida en Popayán en 1933, Aída Mélida abrazó la docencia desde muy joven, iniciando su carrera en escuelas rurales siendo casi una adolescente. Su vocación y compromiso la llevaron a enseñar durante más de 40 años en instituciones públicas y a liderar procesos desde la Secretaría de Educación.
Formadora incansable de generaciones, dejó una huella imborrable por su entrega y la manera en que transmitía valores con ternura, firmeza y profundo respeto. Su pedagogía trascendía el aula; era una forma de vida.
Más allá de la educación, su talento artístico floreció en los pesebres navideños, tradición que mantuvo viva durante más de dos décadas. Con manos hábiles, moldeó figuras únicas que dieron vida a novenas comunitarias llenas de fe, alegría y esperanza. En 1985, su pesebre fue reconocido a nivel nacional, reflejo de su creatividad y devoción.
En su hogar, junto a su esposo Guillermo Antonio Ordóñez, formó una familia cimentada en el amor, la ética y la educación. Sus hijos, Pedro Felipe y Guillermo Alberto, son testimonio vivo de sus enseñanzas.
El 27 de abril de 2020, Aída Mélida partió en paz, rodeada de su familia. Hoy, su legado sigue iluminando caminos, inspirando a vivir con propósito, a enseñar con amor y a construir comunidad desde la fe y el servicio.
Su memoria permanece viva en cada gesto de bondad, en cada enseñanza compartida y en cada corazón que tuvo la dicha de conocerla.