Hoy conversamos con Ariadne, una profesional que studió Comunicación Social y Periodismo en la Universidad del Valle, desde muy joven, cuando aún era menor de edad. Allí también cursó su especialización en la Pontificia Universidad Javeriana, consolidando una base sólida que la ha llevado por múltiples caminos dentro del campo comunicativo.

Por Antonio María Alarcón Reyna
Historia
Soy nacida en Chaparral, Tolima, un 20 de septiembre. Aunque solo viví en este municipio hasta los 7 años de edad, me siento muy orgullosa de ser tolimense. Soy fiel devota de la Virgen del Carmen, patrona de Chaparral y amo lo que representa el Tolima para Colombia, su potencial musical, su belleza turística, el calor de su tierra y su gente y su maravillosa gastronomía. Imperdible el caldo de pajarilla, el tamal tolimense y la lechona. Y para los momentos de compartir el aguardiente Tapa Roja.
Familia
Mi padre es Luis Hernando Villota Lasso, nacido en San Juan de Pasto. Militar en uso de buen retiro, destacado en su carrera en la rama de Infantería, paracaidista y contra-guerrillero. Sirvió con honor al Ejército por más de 25 años. Me enseñó la importancia de la lectura y sembró en mí la semilla que germinó en mi pasión por el periodismo y la escritura. Compartimos aficiones como el gusto por las armas y la práctica de polígono, la música de bohemia y, por supuesto, el fútbol, siendo el América de Cali nuestro equipo del alma.
A pesar de ser un hombre criado con una férrea disciplina, siempre ha sido un padre especial y cariñoso a su manera. Recuerdo especialmente que siempre me cargaba en sus hombros cuando yo no quería caminar más. Cuando cumplí 15 años viajó desde Apartadó, Antioquia, solo para llegar a festejar mi cumpleaños y a traerme un oso gigante de peluche.

Es un hombre que fue pilar no solo para mi mamá y para mí, sino para sus padres, hermanos y hermanas. Admiro inmensamente sus amplios conocimientos y su cultura general. Un autodidacta que me enseñó el valor de la disciplina, la constancia y el trabajo y que uno siempre debe buscar ser el mejor en lo que hace.

Mi mamá es María Edel Ospina, una paisa nacida en Risaralda, Caldas. Ha sido el centro de nuestro hogar y de nuestra vida. Una mujer que ha sido mi amiga, consejera, maestra, psicóloga y todo lo que he necesitado para ser quien soy. La muestra clara del amor incondicional y de la entrega total. Berraca, emprendedora y con un gran carácter, sigue siendo el motor de toda la familia.
Siempre decimos que seguimos “conectadas” como alguna vez lo estuve en su vientre porque a veces ni siquiera necesitamos hablar para saber lo que cada una siente, necesita o quiere. Una mujer fuerte física y mentalmente, con grandes talentos como la confección, la culinaria (es toda una chef que sorprende a todos con sus preparaciones), en la decoración y en mil cosas más. Es la anfitriona perfecta y una persona que siempre te dirá la verdad, aunque duela.
Mi vida entera está llena de recuerdos e instantes compartidos desde mi infancia hasta mi vida actual. Es una bendición para mi vida tenerla a mi lado. Soy hija única.

En 2007 comenzó mi noviazgo con Julián Andrés Espinosa Rodríguez, abogado payanés, músico y escritor, con quien me casé en 2011. Un hombre que me hizo creer en el amor de nuevo y a quien admiro por su gran inteligencia, sagacidad y maravillosos talentos. Con él hemos transcurrido un camino de 18 años que con momentos buenos y otros no tanto, me han enseñado mucho de la vida, del amor y a veces, también del dolor.
Recuerdo especialmente el primer beso que fue en una celebración de mi cumpleaños donde se había ofrecido a llevar serenata. Fue el inicio de una bella historia de amor. El día de nuestro matrimonio, también es un recuerdo especial, fue una fecha de inmensa felicidad, nuestra luna de miel y nuestro día a día que solían terminar arrunchados en nuestra cama.

Tengo una hija maravillosa que se llama Sahad, (nombre árabe que significa felicidad). Es una gran mujercita que optó por estudiar derecho y a sus 21 años espera convertirse pronto en una gran jurista. Es nacida en Popayán, una chica alegre y con gran facilidad de expresión y liderazgo. Sueña con irse a otros países porque le encanta viajar y anhela descubrir el mundo.
Tiene un alma noble y detrás de su apariencia algo frágil, tiene una inmensa fortaleza y un gran carácter.Es, sin duda alguna, la razón de mi vida. Una conexión que va más allá de todo entendimiento porque vive en mi corazón y en mi alma.
Estudios
La primaria la comencé en Chaparral y la terminé en Pasto. Por la profesión de mi papá, vivimos en varias ciudades. Fueron dos épocas muy distintas, comenzando por el clima de cada una de estas ciudades, pasé del calor sofocante del Tolima al frío de Nariño, con costumbres y modos de vida muy diferentes; sin embargo, fueron tiempos maravillosos. Recuerdo la exigencia de los profesores de aquellas épocas y las horas de recreo (sin aparatos electrónicos) solo juego y diversión. Mi bachillerato lo hice en Popayán y fue la época para hacer grandes amigas que aún hoy están presentes en mi vida (así vivamos lejos). Fui una estudiante muy disciplinada y de buenas notas, algo tímida, pero siempre liderando procesos académicos.

Mi pregrado lo cursé en la Universidad del Valle lo que hizo dejar mi casa paterna para buscar vivienda en la ciudad de Cali, fue una situación que me hizo madurar mucho y muy rápidamente porque comencé a estudiar siendo menor de edad. Fue una gran experiencia tanto académica como de vida. Hice grandes amigos y me enamoré de la “sucursal del cielo”. Posteriormente también hice mi especialización en esta ciudad, pero en esta ocasión en la Pontificia Universidad Javeriana. En Cali forjé mis conocimientos académicos con rigor lo que me ha permitido tener un gran desempeño profesional.
Mi niñez es tal vez una de las mejores etapas de mi vida. Fue una niñez inocente, sin malicia ni miedos como los que hoy enfrentan nuestros pequeños. Una niñez de correr por las calles, de ir a pie a la escuela, de jugar hasta quedar rendida. Una niñez de amigos presenciales, de verdad. De compañerismo y sencillez. Una niñez donde no quería ser grande, ni hablar como adulto, ni vestir como ellos. Fue una niñez de juegos de pelota, de montar bici, de patinar…de creer en el Niño Dios, una niñez llena de amor, de cuidados y de diversión.
Cuando me gradué como comunicadora social y periodista, tenía pensado dedicarme a la investigación y a la educación más que a los medios, pero la vida puso en mi camino oportunidades y me abrió paso al periodismo. Primero con la oportunidad que me dieron de trabajar en Pentavisión, un canal de tv regional que apenas nacía. Allí fui periodista, presentadora y directora de los noticieros. Esto me abrió paso al mundo de las corresponsalías y tuve la oportunidad de trabajar para CM& cubriendo las noticias del Cauca. Fueron años de mucho movimiento, cuando la región era centro de atención por la crudeza del conflicto armado. También fui corresponsal del periódico El Tiempo y luego pasé a El Liberal. Primero como redactora local y un año después asumí como jefe de redacción, cargo que ocupé por 6 años.

De allí comencé una época diferente en la que me dediqué a la comunicación organizacional pasando por entidades como Coomotoristas, Nasa Kiwe, la Contraloría Departamental, el Banco Mundo Mujer, la Cámara de Comercio y la Alcaldía de Popayán. En todas liderando el proceso de comunicaciones y prensa.
El año pasado, paralelo a otras actividades, decidí fundar un medio digital que se llama www.lasnarradoras.com una apuesta en construcción, para hacer un periodismo diferente, de historias, de relatos más allá de la noticia, buscando una comunicación que promueva la acción y la transformación.
Creo que la vida me fue llevando a lo que es mi pasión: escribir y diseñar estrategias de comunicación que permitan conectar a las personas, crear relaciones y motivar acuerdos.
Mi primera influencia fue mi papá. En mi casa siempre hemos tenido el periódico como el medio principal para estar informados. Todos los días (hasta la actualidad) veo a mi padre leer el periódico completamente, él señala artículos y temas que cree que yo debería leer y luego hasta me hace preguntas para validar si lo hice o no.
También influyeron mis docentes que alentaban en mí la escritura y las formas de expresión.
Tuve dudas pues sentía que la comunicación y el periodismo no eran valorados y que debía estudiar otra carrera de mayor proyección. De hecho, hice algunos semestres de Química, apuntando a otra de mis fortalezas. No obstante, en el camino me di cuenta que no era eso lo que quería y cambié de carrera, decisión de la cual no me arrepiento.
Creo que una de las cosas más significativas es que he logrado impulsar la conformación de áreas de comunicación, no de un simple cargo, mostrando en las organizaciones la importancia estratégica de la comunicación y de la conformación de equipos interdisciplinarios y complementarios. He tenido la fortuna de liderar estrategias comunicativas en entidades públicas y privadas muy diferentes donde he tenido la libertad de implementar campañas, mostrando resultados.

He trabajado el periodismo, la comunicación organizacional, la publicidad, el mercadeo y el posicionamiento de marca, evolucionando con los nuevos conceptos y dinámicas de la comunicación, manteniendo la esencia del comunicar, del relacionarnos los unos a los otros, de entendernos y comprendernos.
Tuve la fortuna de que uno de mis escritos titulado “El resurgir de la historia sagrada” fuera incluido en el libro “Testimonios que hacen historia” editado por la Agencia Colombiana de Noticias, Colprensa, con las mejores historias del país, además de reconocimientos internos entregados por las empresas donde he laborado. El mejor reconocimiento, sin duda, es el de la gente, el de la credibilidad que me he ganado con los años y como resultado de un trabajo serio, profesional y dedicado.

Sigo vinculada a organizaciones desde el ámbito de las comunicaciones, aplicando mis conocimientos y experticia, por eso quiero seguir estudiando, terminar el máster en Comunicación corporativa e identidad de marca del cual solo me falta el grado y posiblemente hacer otra especialización.
Además, espero fortalecer el medio digital de Las Narradoras (una apuesta conjunta de varias comunicadoras y profesionales), explorar el mundo de las redes un poco más con la realización de podcast y videopodcast (que ya he realizado pero que quiero trabajar con mayor dedicación), así como la exploración de los productos y ventas digitales. También sueño con escribir mi primera novela y en adelante dedicarme al mundo de la escritura.
He tenido la fortuna de tener estabilidad y proyección económica con mi carrera, haciendo aquello para lo que estudié y me formé. Sin embargo, he sido privilegiada porque el panorama laboral para los comunicadores y periodistas es muy complejo.
Por un lado, está el tema del periodismo reconocido como oficio y no como profesión lo que afecta a muchas personas que no han tenido la formación profesional, pero también está el tema de los profesionales que son contratados por salarios que no compensan ni su formación ni las actividades desempeñadas.
Ni qué hablar de las formas de contratación que usualmente son por OPS, temporales o por obra o labor lo que no les permite a las personas tener estabilidad ni proyección.
Esos temas cuestionan y sé que a muchos los lleva a desempeñarse en otras actividades. El mundo del periodismo y la comunicación tiene retos enormes que nos obligan a seguir actualizándonos para afrontar el panorama laboral.
Eso es Ariadne, una comunicadora que reconoce haber tenido oportunidades y estabilidad profesional y es consciente de las dificultades estructurales del periodismo en Colombia: la precarización laboral, el reconocimiento limitado y la falta de garantías para los comunicadores. Por eso, más allá del ejercicio informativo, cree en una comunicación que conecta, transforma y construye.