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A 80 años de Hiroshima y Nagasaki, el mundo reflexiona sobre las heridas nucleares aún abiertas

El 6 y 9 de agosto de 2025 se conmemoran ocho décadas desde los bombardeos atómicos que marcaron el fin de la Segunda Guerra Mundial. Hiroshima y Nagasaki recuerdan a sus víctimas en medio de nuevas tensiones globales, mientras las voces por el desarme nuclear se hacen más fuertes que nunca.

Redacción EL Liberal.

Hiroshima y Nagasaki, Japón — En agosto de 1945, dos explosiones nucleares cambiaron la historia del mundo. Ocho décadas después, Japón conmemora estas tragedias con ceremonias multitudinarias, mientras el mundo observa con atención renovada los peligros persistentes del armamento atómico.

Un aniversario cargado de simbolismo

Las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki serán escenario esta semana de homenajes a las más de 200.000 personas que perdieron la vida tras los bombardeos nucleares del 6 y 9 de agosto de 1945. La ceremonia de este año en Hiroshima contará con la participación de representantes de 120 países, incluidos Irán y por primera vez Palestina y Taiwán, aunque sin presencia de potencias nucleares como Rusia, China y Pakistán.

A pesar de ser invitado por primera vez desde el inicio de la guerra en Ucrania, Moscú no participará del acto conmemorativo. Japón, en un gesto inusual, informó que extendió la invitación a todos los países sin hacer distinciones.

La tragedia original

El 6 de agosto de 1945, un bombardero estadounidense B-29 lanzó la bomba atómica “Little Boy” sobre Hiroshima, matando a unas 140.000 personas entre la explosión y sus secuelas. Tres días después, “Fat Man” devastó Nagasaki, cobrando otras 74.000 vidas. Estas bombas siguen siendo las únicas usadas en conflictos bélicos.

Sobrevivientes conocidos como ‘hibakusha’ padecieron secuelas físicas y psicológicas durante décadas. Muchos de ellos se convirtieron en activistas por el desarme nuclear, y algunos han recibido reconocimiento internacional como el reciente Premio Nobel de la Paz otorgado a la organización Nihon Hidankyo.

El dolor invisible

Los efectos de las explosiones no se limitaron a la destrucción inmediata. La radiación provocó enfermedades crónicas, leucemias y otros tipos de cáncer en miles de personas. Además, muchos sobrevivientes fueron marginados socialmente debido a prejuicios infundados sobre la transmisión hereditaria de la ‘enfermedad de los rayos’.

A pesar de los esfuerzos del gobierno japonés por reconocer y compensar a las víctimas, miles quedaron excluidos de los beneficios oficiales. Hoy, la memoria de estos hechos sigue viva en los relatos de quienes sobrevivieron y en los monumentos que recuerdan el horror de ese agosto de 1945.

Llamados al desarme

En un contexto global marcado por conflictos en Ucrania y Medio Oriente, las conmemoraciones en Japón cobran un nuevo sentido. Líderes religiosos como el papa Francisco, y políticos como Barack Obama, han visitado Hiroshima y Nagasaki para reforzar el mensaje de un mundo sin armas nucleares.

La conmemoración de los 80 años del bombardeo atómico se convierte así en una oportunidad no solo para rendir homenaje a las víctimas, sino también para reiterar un mensaje urgente: la humanidad no debe repetir sus errores.

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