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Un nuevo museo como puente global hacia el futuro

En las ciudades del mundo donde no hay grandes industrias, hay algo que sí puede transformar economías y sociedades: un museo bien pensado.

Por Juan Manuel Rincón

En las ciudades intermedias del mundo, esas que están entre las grandes urbes, su caos y el susurro de lo rural, hay un faro encendido en lo profundo de sus calles: los museos. No son mausoleos del pasado, ni vitrinas polvorientas donde el tiempo se detiene. Son, hoy más que nunca, estructuras que generan transformación económica y cultural a nivel mundial.

Ciudades como Linz en Austria, con apenas 200.000 habitantes, han entendido que el arte digital y la ciencia pueden ser vectores de una nueva economía basada en la creatividad. El Ars Electronica Center, nacido de una visión futurista, es hoy un epicentro mundial de innovación y divulgación científica, donde niños, artistas, científicos y empresarios dialogan entre pantallas interactivas, instalaciones inmersivas y robots que enseñan empatía. En Cuenca, Ecuador, el Museo Pumapungo ha logrado revitalizar no sólo el turismo, sino también el orgullo identitario de una región entera, articulando saberes ancestrales con expresiones contemporáneas.

Lens Louvre Museum

En Dundee, Escocia, la llegada del The Victoria and Albert Museum V&A Design Museum convirtió una antigua ciudad industrial en un destino global del diseño, generando miles de empleos directos e indirectos, dinamizando el comercio local y atrayendo inversiones públicas y privadas. En Francia, el ex director del Centro Pompidou y ex ministro de cultura, Jean-Jacques Aillagon estableció en 1990 una política de descentralización de los grandes museos galos, que se materializó en la construcción del Centro Pompidou en Metz y el Museo del Louvre en Lens, siendo este un símbolo de la transformación de esta ciudad, de un pueblo de minería a un destino cultural y turístico.

Estas ciudades, similares en tamaño a Popayán, entendieron que un museo no es un lujo: es una inversión estratégica en bienestar, desarrollo económico y transformación social.

Los museos son también espacios de dinamismo económico. Su impacto se extiende desde la venta de entradas hasta la activación de cadenas de valor que incluyen el diseño, el turismo, la gastronomía, el transporte y las industrias creativas locales. Una exposición bien curada puede atraer miles de visitantes nacionales e internacionales, movilizando el comercio local y fomentando alianzas público-privadas.

En estos museos los artistas y gestores culturales encuentran aquí uno de sus pilares más sólidos: la cultura como bien común, pero también como producto sostenible. Las tiendas de recuerdos, los cafés, los talleres educativos, las residencias artísticas y las incubadoras creativas son también parte de un ecosistema económico que ha probado su eficacia incluso en contextos de crisis.

Metz Centre Pompidou

En este escenario global de pequeños titanes culturales, la Ciudad Blanca de Colombia, bajo cuyos inolvidables atardeceres aún resuenan controversias históricas, merece un museo nuevo. No uno que remita al pasado ilustre de próceres o al barroco de su arquitectura, sino uno que hable del presente vivo y del porvenir posible.

Popayán necesita un Museo de arte digital y ciencias vivas. Un espacio donde los niños y adolescentes puedan diseñar con inteligencia artificial, componer nuevas melodías con sonidos de los ecosistemas locales y codificar en lenguas ancestrales. Un museo donde las cosmovisiones indígenas dialoguen con lo cibernético, donde las memorias del conflicto se reconfiguren con inteligencia emocional y donde las ideas se conviertan en experiencias multisensoriales e inclusivas.

En una ciudad con universidades, talentos jóvenes, tradiciones vivas y una diáspora intelectual activa, la creación de un museo de nueva generación puede ser la semilla de un nuevo modelo de desarrollo. Un centro cultural que dinamice nuestros barrios, que conecte colegios, empresas tecnológicas, colectivos artísticos y comunidades rurales. También, que proponga novedosas rutas pedagógicas para la educación pública, que albergue residencias internacionales, que se alimente de la riqueza natural del Valle de Pubenza y de los tejidos culturales afro, campesinos e indígenas del Pacifico Caucano. Que sea, al mismo tiempo, un laboratorio y un faro para las nuevas generaciones.

Un museo no es un edificio, es un compromiso social. Un impulso para que cada niño disfrute libremente su derecho al asombro, cada joven a la creación, y cada comunidad a construir su memoria y futuro. Popayán merece ese nuevo latido: un museo que no mire atrás, sino que nos abra los ojos hacia lo que aún no hemos imaginado.

Popayán tiene todo para ser ejemplo de un nuevo modelo cultural. Lo único que falta es tomar la decisión de apostarle al futuro a través de las Artes y la Cultura.

Museo Pumapungo Cuenca
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