Colombia se prepara para un nuevo ciclo electoral en medio de un escenario imprevisible: la polarización política se mezcla con la necesidad y desesperanza social, la influencia digital supera la militancia tradicional y el voto joven se emplea como una estrategia artificial para redefinir el mapa del poder.

Por Juan Manuel Rincón
En este escenario, la voz de Pavel Dubravsky, uno de los estrategas políticos más exitosos y brillantes de Rusia, resulta imprescindible. El joven Dubravsky pertenece a una generación que entiende que la política moderna se libra tanto en los magnos parlamentos como en las redes sociales, tanto en las calles de Moscú y Bogotá como en las montañas del Cauca.
Desde su oficina en Moscú, Dubravsky dialogó con Juan Manuel Rincón, concediendo esta primera y exclusiva entrevista a un medio colombiano y latinoamericano, con el propósito de reflexionar sobre el rumbo de la política global y el papel que Colombia puede asumir en el nuevo orden global.
Juan Manuel Rincón: Describa sus orígenes, su formación, quiénes fueron sus mentores, qué lo inspiró a dedicarse a la estrategia política en Rusia y cómo se siente al ser uno de los jóvenes más exitosos y con gran liderazgo en un país como Rusia?
Pavel: Ante todo, saludo a todos sus lectores en Colombia. Para mí es un gran honor ofrecer esta entrevista para su país.
Cómo podrán imaginar, trabajo en el ámbito político: soy consultor y analista especializado en elecciones y procesos políticos. Mi campo de acción abarca los países de América del Norte, Central y del Sur. Con frecuencia comento la situación política en Estados Unidos y en algunos países latinoamericanos.
El país parece debatirse entre la continuidad y el cambio, entre la ilusión de la estabilidad y la necesidad de un nuevo relato político.
Por ello combino dos facetas: la de consultor político, a través de mi equipo en Dubravsky Consulting, con el que trabajamos en campañas electorales alrededor del mundo, y la de analista político. Ambas se complementan y potencian mutuamente. Mis logros profesionales han sido reconocidos en Rusia: he sido once veces ganador del premio “Vybor” de la Asociación Rusa de Consultores Políticos (RAPC), y aparezco regularmente en los listados de los principales especialistas del mercado. Además, imparto clases en universidades, doy conferencias sobre Rusia – ¡ Por favor invítenme a Colombia! – y escribo libros.
Desde niño supe que trabajaría en elecciones y áreas afines. Es difícil de explicar, pero siempre me fascinó el proceso electoral: el hecho de que el resultado de años de trabajo se decida en un solo día, por la voluntad de los ciudadanos. Todo se define en esa jornada: si eres vencedor o derrotado.
En el colegio leía obras clásicas de filosofía política, luego gané la Olimpiada “Lomonósov” de la Universidad Estatal de Moscú y accedí gratuitamente a la Universidad RANEPA – la prestigiosa Academia Rusa de Economía Nacional y Administración Pública-. Me gradué con honores y el promedio más alto; después ingresé a una maestría en la Escuela Superior de Economía, HSE, en la especialidad de Derecho Público, también con una beca completa por mis resultados.
Durante ese tiempo ya trabajaba en campañas y había dirigido mis primeros procesos exitosos. Sin embargo, debido a una nueva campaña electoral, suspendí temporalmente la maestría. Debido a esa experiencia me dediqué a mi libro “Misión: Elecciones”, galardonado con el premio “Vybor”. Mi segundo libro, La era de las grandes promesas, escrito junto con Yulia Bobrova, se publicó hace un mes en Rusia y aborda campañas internacionales en Ecuador, Argentina y El Salvador. Creo que a sus lectores les resultará muy interesante su lectura.

Para mí, mi trabajo va más allá de la gestión o la estrategia. Las campañas electorales son, ante todo, personas hablando con personas. Las elecciones tratan de eso: contar una historia, convencer y movilizar. Nuestra tarea es narrar la historia del candidato y cómo puede servir a su nación.
JMR: Su libro Misión: Elecciones – Moscú, Duma 2019 se presentó como un texto clave para comprender las tecnologías políticas en las elecciones rusas. ¿Cuál fue la lección más importante que aprendió de esa experiencia y qué errores estratégicos reconocería hoy que podrían ser actualizados?
Pavel: Dos lecciones fundamentales: Primero, gana el candidato que tiene un buen equipo. Esto se refleja tanto en la proyección pública: “miren, no estoy solo, juntos vamos a cambiar el mundo” tanto en la gestión interna de la campaña.
Segundo, no se puede hacer todo en solitario. Hay que aprender a confiar en el equipo, incluso a través de los errores, porque cualquiera puede aprender y mejorar con ayuda.
JMR: En relación con la presidencia de Donald Trump: ¿cómo evalúa el impacto global de sus decisiones – aranceles altos, tensiones comerciales, políticas exteriores agresivas – sobre el soft power – poder blando – de Estados Unidos? ¿Y cómo cree que Rusia debe responder, sí es que debe hacerlo, a esos movimientos?
Pavel: Sí observamos las encuestas en Estados Unidos, veremos que el 75 % de los ciudadanos percibieron un aumento en el costo de vida. La principal causa identificada fue la política arancelaria de Trump. Es una situación compleja. Por un lado, Estados Unidos necesitaba liberarse de ciertas obligaciones financieras y morales con el mundo, como los programas de USAID o la financiación de países que dependen del apoyo al desarrollo democrático. Por otro lado, la nueva política arancelaria se implementó de forma demasiado brusca y agresiva. Sí bien Estados Unidos finalmente logró acuerdos favorables con varios países y la UE, la guerra comercial con China está afectando, por ejemplo, a los agricultores estadounidenses.
Los aranceles se impusieron de forma simultánea e inmediata contra todo el mundo, razón por la cual tuvieron tal efecto negativo. Sí yo fuera asesor del presidente de Estados Unidos, recomendaría que, sí se toma la inevitable decisión de iniciar guerras comerciales, estas se implementen gradualmente y se dirijan a regiones específicas del mundo. Y, por supuesto, esto supone un duro golpe para el poder blando estadounidense. Pero es importante entender que, durante el segundo mandato de Trump, Estados Unidos ha abandonado su papel de “líder mundial altruista”, centrado en rescatar y abordar los problemas de otros países. Trump es un aislacionista, y los problemas de su nación son lo primero. Y claro, no olvidemos el “poder duro”, que Trump ha utilizado con éxito para resolver muchas guerras y conflictos. Por ejemplo, el regreso de los rehenes a Israel fue finalmente posible solo gracias a la disposición de Trump a aplicar su concepto de “paz a través de la fuerza”.
Pero observo que este enfoque a menudo puede significar un declive en el papel de un país en las relaciones internacionales. Durante el mandato de Trump las cosas se mantendrán estables, pero la pregunta es: ¿Qué papel tendrá Estados Unidos en cinco o diez años? Eso será lo más interesante de observar.
JMR: En su opinión, ¿Qué papel desempeña la participación constante de Estados Unidos en conflictos y guerras extranjeras como instrumento de liderazgo global? ¿Cree que esas intervenciones fortalecen o debilitan la posición estadounidense en el mundo?
Pavel: Cabe destacar un punto importante. La participación de Estados Unidos en guerras y conflictos extranjeros se ha desarrollado de diferentes maneras. Podemos recordar la administración de George W. Bush y su devastación en Oriente Medio, o a Trump en sus dos mandatos, durante los cuales no se iniciaron guerras y la participación de Estados Unidos en conflictos extranjeros disminuyó.
El problema actual de los organismos internacionales es su debilidad y la pérdida de credibilidad. En un mismo día la ONU puede publicar dos informes contradictorios sobre un mismo tema, como ocurrió con el caso de Gaza. ¿A quién debemos creerle?
Además, los flujos migratorios masivos, bajo la bandera de la “protección de refugiados”, terminan influyendo en la política interna de los países receptores.
En tales circunstancias, el ganador es quien ve el mundo a través de sus intereses nacionales, no desde el idealismo. Estados Unidos es realista y por eso mantiene su liderazgo global junto a países como Rusia y China. Incluso sí Estados Unidos se involucrara en un nuevo conflicto, sigue contando con uno de los ejércitos y economías más fuertes del mundo. Esto no puede ignorarse.
JMR: Desde su perspectiva de estratega internacional, ¿cuáles cree que son los riesgos y oportunidades que enfrenta Colombia en su relación con Rusia? ¿Y cómo ve la posición de los actores colombianos respecto al panorama en Oriente Europeo, el conflicto Rusia-Ucrania y las sanciones?
Pavel: En Rusia solemos medir las posturas internacionales mediante dos votaciones clave en la ONU: las resoluciones ES 11/1 y ES 11/4. Colombia condenó las acciones de la Federación Rusa en el conflicto con Ucrania. Hoy, Rusia cuenta con otros aliados en América Latina: Nicaragua, Venezuela, Cuba, Bolivia, entre otros.
Sin embargo, conviene recordar que las relaciones diplomáticas entre Rusia y Colombia existen desde 1858. Nuestros países tienen un gran potencial de cooperación en educación, comercio y cultura. Pero es crucial que la política exterior de Rusia no sea objeto de críticas públicas por parte de altos funcionarios colombianos.
JMR: ¿Cree usted que en Colombia es más probable la continuidad de un gobierno de izquierda o que se dé un giro hacia la derecha? ¿Qué factores – institucionales, sociales, geográficos – serán determinantes? ¿Qué opina del presidente Gustavo Petro y de su liderazgo?
Pavel: Es demasiado pronto para predecir a quién elegirá Colombia. Las encuestas de opinión indican claramente que el proyecto de izquierda ha fracasado en el país, y es poco probable que los numerosos conflictos del presidente Gustavo Petro con Israel, Estados Unidos y la OTAN fortalezcan su imagen, tanto a nivel nacional como internacional.
Al mismo tiempo, los sondeos también indican que casi el 60 % de los colombianos considera que su calidad de vida ha empeorado durante los tres años del mandato de Petro. La mayoría – 44 % – dice que votaría por un candidato con ideas opuestas a las del actual mandatario.
Sin embargo, aún no se han realizado las primarias de las principales coaliciones – Centro Democrático, Pacto Histórico y otras -, por lo que no se conocen los nombres de los candidatos. Falta casi un año para las elecciones y pueden pasar muchas cosas. En mi opinión, el resultado dependerá de las personalidades y de la calidad de los programas políticos. Como siempre, serán los propios candidatos quienes marquen la diferencia.
JMR: En general, ¿qué tendencias electorales en América Latina considera usted que serán las más predominantes en los próximos diez años? Analice, por favor, los casos de Brasil, Colombia y Perú: ¿en qué se asemejan, en qué difieren y cuáles son los principales riesgos estratégicos para la democracia?
Pavel: Estamos viendo un crecimiento del pensamiento libertario y un giro hacia la derecha en el espectro político. Las corrientes de izquierda no desaparecerán, pero las fuerzas de derecha han aprendido a coordinarse entre sí y han formado su propia “internacional”, representada por figuras como Javier Milei, Giorgia Meloni, Donald Trump y Nayib Bukele -que es más bien centrista-.
Basta también comparar los encuentros personales de Milei con el presidente brasileño Lula da Silva y con el ecuatoriano Daniel Noboa: con el primero, las relaciones son tensas; con el segundo, más positivas. Mientras haya un candidato republicano fuerte en Estados Unidos, la tendencia hacia la unión de las fuerzas de derecha globales seguirá activa. Esto no sucedió antes; Mientras que los partidos y candidatos de izquierda podían coordinarse a nivel regional o incluso mundial, la derecha siempre estuvo comprometida con sus propios asuntos internos. Hoy, esto está cambiando significativamente.
También preveo el crecimiento del sentimiento libertario como una forma de elegir entre la eterna confrontación entre izquierda y derecha. Su principal fortaleza es la doctrina jurídica que permite construir comunidades de base con sus propias reglas, algo muy atractivo para la clase intelectual que busca autonomía. Ya estamos viendo la creación de Libertad Avanza en Uruguay, el paleolibertario Johannes Kaiser en Chile y otros ejemplos. Quizá esta ideología logre atenuar el enfrentamiento histórico entre los dos polos.
El ejemplo de Javier Milei, con sus declaraciones estridentes y a veces políticamente incorrectas, es sólo una ventaja para los votantes. ¿Por qué? Porque ha sido muy difícil que un candidato con opiniones no izquierdistas se haga oír en los últimos años, y el populismo ha seguido siendo su única arma. Esa es la tercera tendencia: el auge de las plataformas y líderes populistas.
En cuanto a Brasil, Perú y Colombia. Brasil seguirá experimentando una fuerte demanda de fuerzas políticas de izquierda. Es importante recordar que no sólo depende del presidente, sino también de los gobernadores, y sus fuerzas también se renovarán en respuesta a la demanda de los votantes. Jair Bolsonaro ya no es elegible para las elecciones y no se vislumbra un reemplazo claro y fuerte. Los temas importantes para Brasil seguirán siendo la economía, el acceso a la salud y la educación, la lucha contra el crimen organizado y la libertad de expresión en internet.
Colombia podría dar una segunda oportunidad a un proyecto de izquierda después de Gustavo Petro. Aunque la historia sugiere que suele ocurrir lo contrario. En cualquier caso, sin candidatos oficiales, es difícil juzgar.
Perú continuará en crisis política al menos hasta las elecciones de 2026.
JMR: En América Latina ¿qué factores internos – corrupción, fragmentación partidista, medios, educación, seguridad…- pesan más que los externos? ¿Cuáles cree que los políticos de esta región subestiman?
Pavel: En primer lugar, la corrupción, tanto económica como política. En segundo lugar, la economía. Cuanto más pobre es el votante, más probable es que apoye a las fuerzas de izquierda, y esto es comprensible. ¿Por qué? Porque a menudo prometen beneficios sociales, subsidios, aumento de las prestaciones sociales y prometen una sensación de protección y seguridad social. La derecha pasó por alto este aspecto durante mucho tiempo, hablando en un lenguaje técnico de la regulación del mercado y del equilibrio entre la oferta y la demanda, que no conectaba emocionalmente con la población. ¿Qué le importan a una madre soltera que recibe prestaciones sociales y a una adulta mayor enferma las reformas de mercado que entrarán en vigor en 5 o 10 años? Lo que necesitan son soluciones para enfrentar los problemas que tienen hoy. El primero en romper esta regla fue Javier Milei. Aprendió a hablar con diferentes sectores de la población, con diferentes opiniones políticas, para comprender sus problemas y responder a sus preguntas.
JMR: ¿Cómo interpreta usted el fenómeno Milei – sus discursos, su estilo, su base electoral – en el contexto de la reconfiguración del populismo latinoamericano? ¿Por qué cree que ha tenido tanto impacto, qué lo legitima y qué lo debilita?
Pavel: Entre los consultores políticos en Estados Unidos existe una regla: “Sé radical en las primarias y moderado en las elecciones generales”. La idea de esta frase es que, para su público, deben presentar los temas a los que están acostumbrados, e incluso más. Pero para los votantes indecisos, es mejor ser moderado. Esto funciona bien en Estados Unidos durante las elecciones, pero después, un político se transforma de candidato a esencialmente un burócrata. Debe comportarse de manera diferente, hablar de manera diferente, buscar acuerdos y compromisos, y no pelearse con todos.
Milei, con todo mi respeto, es un político brillante, talentoso y un fenómeno de nuestro tiempo. Sin embargo, su gestión en el Congreso y la negociación de leyes clave han sido problemáticas, algo que él mismo ha reconocido tras la derrota de su partido en Buenos Aires. Su retórica se ha suavizado: ya no habla de “zurditos apestosos”, sino de la necesidad de no rendirse cuando el país está a mitad de camino hacia las reformas.
Otra debilidad es el incumplimiento de algunas promesas. ¿Qué pasó con el Banco Central, que debía “ser cortado con una motosierra”? Evidentemente, una medida así requiere preparación, pero se han dado pocos pasos en esa dirección.
La tercera es la corrupción. Sí Milei se opuso a una “casta corrupta”, entonces casos como los de Diego Spagnuolo (exdirector de ANDIS) no deberían haber ocurrido.
Pero ¿por qué siempre hablamos de lo negativo? También hay muchos aspectos positivos. Milei es uno de los pocos políticos que se negó a seguir las reglas del establishment: trabajar con los medios tradicionales, temer a las críticas duras y rechazar el populismo. Milei comprendió una cosa importante: sería criticado y tildado de “fascista” o “racista” sin importar nada, así que ¿por qué debería guardar silencio?
Hoy, como votantes, nos adentramos en una nueva era de política electoral. Es normal que la secretaria de prensa de la Casa Blanca responda a la pregunta de un periodista con “Tu madre”. Hoy, los presidentes dicen palabrotas en público y usan tabaco sin humo durante los debates. Las normas y reglas de la decencia están cambiando; entramos en una era de “sinceridad cruda”, cuando la conexión entre políticos y votantes es tan directa, sin los medios de comunicación ni las instituciones gubernamentales como intermediarios. Los primeros se comportan como lo harían personas ajenas a la política. Sí esto es bueno o malo es otra cuestión. En mi opinión, el nivel cultural entre los políticos debería ser lo más alto posible.
La principal fortaleza de Milei es su programa concreto y su visión de futuro. A diferencia de otros políticos que se presentaron contra él, tenía su propia visión de Argentina y de los valores de su patria. Esta es una cualidad muy importante y poco común en un político actual. Las elecciones funcionan de tal manera que, por mucho que nos engañemos, votamos primero por una personalidad y luego por ideas. Y hoy, los políticos que ganan son aquellos que aportan ideas, forman un equipo y saben cómo implementarlas.
JMR: En un mundo globalizado y multipolar, afectado por el cambio climático, las crisis migratorias y el desarrollo acelerado de la inteligencia artificial, ¿qué cualidades deberían tener los mejores candidatos actuales para triunfar en la arena internacional, ya sea estratégicamente, moralmente o en comunicación?
Pavel: Un verdadero líder es alguien capaz de escuchar diversas opiniones y tomar decisiones informadas y fundamentadas en base a ellas. Recuerdo una conferencia donde un miembro del equipo de Bill Clinton dijo que esta era su mayor virtud.
La segunda habilidad importante es la capacidad de formar un equipo. Observemos el caso de Trump durante la campaña de 2024: logró unir al demócrata y activista ambiental Robert Kennedy, al multimillonario Elon Musk, a la demócrata Tulsi Gabbard y a otros expertos de renombre.
En tercer lugar, un líder debe articular claramente sus valores. Un político que sabe articular claramente lo que está bien y lo que está mal siempre será visto como más ventajoso y mejor que un burócrata gris que está a favor de todo lo bueno y en contra de todo lo malo. La política es un terreno duro, pero sí un político mantiene su brújula moral siempre que sea posible, tendrá un futuro brillante. También es importante ser un hábil negociador, capaz de formar coaliciones y mantener acuerdos.
JMR: ¿Cuál considera que es el mayor peligro en el auge de las redes sociales y de la inteligencia artificial? ¿Y cuáles son sus usos más innovadores en las campañas políticas actuales? ¿Dónde están, en su opinión, los límites éticos o las garantías que rara vez se discuten públicamente?
Pavel: Vivimos en un mismo mundo, pero con diferentes códigos culturales. Mi generación, ya sea en Brasil, Colombia, Rusia o Estados Unidos, podrá hablar de El Juego del Calamar, El Señor de los Anillos, Batman, Superman, Taylor Swift, Britney Spears y Michael Jordan. Compartimos un mismo espacio cultural.
La inteligencia artificial, en los próximos 5, 10 o 15 años, será capaz de crear contenidos audiovisuales personalizados según los intereses de cada usuario. Imaginen abrir Netflix y encontrar una serie producida exclusivamente para ti, que nadie más haya visto. En ese contexto, ¿Creen que, con el nivel actual de la cultura pop, tendrá algo común que una a la próxima generación de jóvenes? Ese es el gran problema: en lugar de códigos culturales generales, cada uno tendrá su propio microcosmos, una fragmentación cultural y emocional.
El segundo problema es la enorme cantidad de contenido falso. YouTube ya está lleno de vídeos generados por IA que son indistinguibles de los reales. Desafortunadamente, este es nuestro futuro. Cualquier elección, guerra o conflicto conducirá inmediatamente a la creación de una realidad alternativa. Debido a esto, la confianza de la gente en la información en línea se desplomará. Imaginen lo que sucederá en países donde internet fue la última plataforma para la libertad y la información fiable. Y tercero, la IA se utilizará masivamente en política. Nuestro futuro será una campaña electoral completamente personalizada: los candidatos hablarán directamente a los ciudadanos a través de sus dispositivos inteligentes, con mensajes adaptados al tono, intereses y creencias individuales.
Imaginen que, sí vivieran 10 años en el futuro, Gustavo Petro y Rodolfo Hernández (Q.E.P.D.) les dijeran personalmente por qué deberían votar por ellos mediante una proyección virtual, los llamaran a sus teléfonos o en cualquier otro dispositivo. Imaginemos un holograma de Donald Trump en nuestro apartamento, transmitiendo las noticias de la mañana a la noche con su estilo propio, reflejando sus opiniones y valores. Y durante las elecciones, hayan más candidatos así. La política, así como el consumo, será cada vez más personalizada, como comenzó con las elecciones de 2016, cuando la campaña de Trump logró crear perfiles psicológicos de los votantes en redes sociales y dirigirse a ellos con publicidad microsegmentada y adaptada a sus intereses.




