sábado, septiembre 13, 2025
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Nuestros amigos plumíferos: del arrepentimiento a la esperanza

El aviturismo ha emergido como una alternativa de desarrollo económico y sostenible. Hoy, nuestros antiguos “enemigos plumíferos” se han convertido en aliados para la vida, el turismo responsable y la esperanza ambiental. Cuidarlos es una forma de redención y también una oportunidad para construir futuro.

Por: Jesús Alberto Aguilar Guerrero

En un rincón de la memoria infantil, habita el recuerdo de las travesuras con resorteras y morrales llenos de piedras, cuando nos internábamos en los montes a “cazar” inocentes aves. Era una diversión cruel, que hoy solo deja un sentimiento: el arrepentimiento. Lo mismo ocurría con los cazadores que, escopeta al hombro, perseguían venados, armadillos y pavas —especies hoy amenazadas o en vía de extinción.

Ese pasado nos duele, pero también nos impulsa a valorar lo que aún podemos proteger. Colombia, y en particular el departamento del Cauca, es un paraíso para el avistamiento de aves. Nuestro país alberga cerca del 30% de todas las especies de aves del planeta, lo que atrae a más de 20.000 visitantes extranjeros cada año.

En el Cauca, municipios como Santa Rosa, Argelia (Cerro del Pinche), Coconuco, Puracé, Santander de Quilichao, Buenos Aires y el Cerro de Munchique, son hoy refugio de estas joyas aladas. En estos territorios privilegiados, las comunidades han empezado a transformar el pasado de caza en un futuro de conservación.

Durante la participación en la COP16 en 2024, descubrimos nombres tan poéticos como la columbina colorada, la oropéndola chocoana, el piquero nazca o el libis blanco. No se trata de personajes de novela ni de canciones folclóricas, sino de aves reales que forman parte de los más de 1.900 tipos que habitan Colombia. Ellas son parte del canto vivo de nuestra biodiversidad.

El aviturismo ha emergido como una alternativa de desarrollo económico y sostenible. En el resguardo indígena de Puracé, por ejemplo, se adelanta desde hace más de doce años un proceso de repoblación del majestuoso cóndor de los Andes, conocido como “amo y señor de las alturas” o “mensajero del sol”. Desde el cañón del río San Francisco, es posible observar su vuelo libre y simbólico.

En Santa Rosa, habitantes de veredas como Descanse y Villalobos han creado rutas de aviturismo que hoy son reconocidas a nivel nacional e internacional. Cada año, durante el Global Big Day, esta zona se posiciona como uno de los destinos con mayor número de especies avistadas, según la plataforma eBird. Este esfuerzo colectivo ha fortalecido emprendimientos locales y ha consolidado senderos que revelan la riqueza de la región.

El Cauca recibe aves migratorias durante todo el año gracias a su ubicación geográfica y a un clima especial moldeado por la altitud y la latitud. Este entorno ha sido campo de estudio para ornitólogos, científicos y viajeros, quienes encuentran aquí una de las mayores concentraciones de aves del país.

El departamento aporta 11.999 registros de aves, lo que representa el 15% de las especies observadas en Colombia. De estas, 1.067 son especies endémicas. Si sumamos esta riqueza a sus diversos ecosistemas y al vínculo que las comunidades han retomado con la naturaleza, podemos decir con certeza: el Cauca es uno de los territorios más biodiversos de Colombia y del mundo.

Hoy, nuestros antiguos “enemigos plumíferos” se han convertido en aliados para la vida, el turismo responsable y la esperanza ambiental. Cuidarlos es una forma de redención y también una oportunidad para construir futuro.

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