La celebración de las Adoraciones al niño Dios en la comunidad de la Vereda San Nicolás del municipio de Caloto, se convierte año tras año en el punto de encuentro y retorno de los habitantes de esta comunidad.
Por Antonio María Alarcón Reyna
La vereda San Nicolás está ubicada sobre la carretera que comunica a Santander de Quilichao, (en un recorrido que no dura más de diez minutos) con el municipio de Caloto en el norte del Cauca.
Curiosamente esta Adoraciones se celebran en fechas distintas a las tradiciones navideñas del 24 de diciembre, pues son en febrero o marzo. Las razones básicamente son económicas pues las fiestas son patrocinadas por la alcaldía y casi nunca los dineros salen a tiempo. Cuentan además que se debe a que, durante la época de la esclavitud, los negros eran obligados a asistir a las organizadas por sus amos y ellos luego organizaban las suyas.
Así mismo la tradición oral dice que las hacían en los primeros meses del año pues ya tenían algo de plata de lo generado por las cosechas y podían hacer mejores celebraciones.
“Esta vereda es la primera comunidad afro de libertos establecida en los antiguos predios de la Hacienda de Japio. Japio es patrimonio inmaterial de la humanidad, gracias a su importancia histórica en las diversas campañas libertadoras del sur de Colombia lideradas por Simón Bolívar, quien en más de una ocasión pernoctó en esta villa. El nombre de San Nicolás aparentemente proviene de Nicolás de Tolentino, un sacerdote, místico católico italiano y el primer santo de la Orden de San Agustín y está definido cronológicamente más o menos hacia 1825”, nos relata James Aguilar Mina, docente e investigador afro, residente en San Nicolás.
“El primer nombre de este asentamiento fue Las Lanchas, donde ahora está la fábrica de Química Básica, ya que ahí precisamente había unas lagunas que desecaron para el cultivo de caña de azúcar y habitaba una variedad de patos que eran llamados lanchas, por eso el nombre. Luego se trasladaron unas cinco o seis familias a un sitio cercano que llamaron El Galpón, ya que existía una fábrica de adobe, de donde salió el material para construir la hacienda de Japio” expresa James Aguilar
“Las jugas o adoraciones al niño Dios son manifestaciones de rebeldía del negro contra la imposición del contexto religioso del catolicismo. La población afro tenía su propia religión y sus dioses de acuerdo a sus creencias y a su santería. Los españoles intentaron imponer el catolicismo pero los negros, se escapaban a otros sitios para practicar sus propios ritos y creencias. Estos elementos finalmente terminaron construyendo un sincretismo cultural y religioso que se ha mantenido en el tiempo. Por eso en el encuentro del Niño Dios, hay un Niño Dios Negro y un Niño Dios Blanco. El negro fue esclavizado pero su oralidad nunca fue sometida”, enfatiza James Aguilar Mina.
Las Adoraciones son algo santo y algo profano, donde se mezcla lo místico con el jolgorio. Los personajes que interactúan en la celebración son María, José, los Reyes Magos, los Gitanos, el padrino y la madrina (niños entre 8 y 12 años), la capitana, la samaritana, los indios, los soldados. las pastoras, entre otros, quienes participan en este espacio dramatizado que se cumple con la intención de alabar al Niño Dios.
El domingo, día del encuentro de los Niños se realiza un desfile desde dos sitios diversos, cada uno con su Niño Dios en la cuna y acompañados de un grupo musical. El ritmo de las jugas está marcado por los toques de la tambora y se cumplen con un verso entonado por las cantoras y un estribillo de respuesta, acompañadas con tubas y clarinetes. Esta juga se conoce como juga de arrullo
Las mujeres y los participantes salen con sus tradicionales y vistosos atuendos y todos se dirigen en una procesión y bajo el “pabellón”, (es un arreglo de una vara con cintas de colores que forman una especie de solio) desfilan al encuentro. En un sitio determinado adornado con un arco de guadua, envuelto en papeles de colores se realiza el encuentro y las madrinas juntan los dos Niños y empiezan las recitaciones y cantos:
Yo soy la Virgen María,
la madre del Redentor;
al padrino y la madrina
doy a cargar el Señor.
San José tenía celos
en el parto de María,
en el vientre de la Madre
el Niño se sonreía
Los reyes que del oriente
le vinieron a ofrecer
su cetro y su corona
como un soberano rey
No vengo a pedirte nada
ni tampoco a que me des
Vengo a pedirte licencia
Para llegar a Belén
A Belén que vas a hacer
un pueblo tan desolado
que han hecho la grandeza
de tres reyes coronado
Y así se van recitando versos de alabanza por un espacio de tiempo. Luego se trasladan los niños ya unidos en el desfile hasta un portal o pesebre donde reposarán hasta que dure la celebración. Seguidamente vienen los cantos de arrullos.
Finalmente arranca la fiesta que incluye rumba, trago y baile, buscando generar un importante espacio de encuentro social de conciencia colectiva, para fortalecer identidad, reafirmar sus valores culturales y mantener su espíritu libertario.
