Hoy hablamos con la periodista aguerrida, reportera comprometida por convicción, una mujer valiente, con las botas siempre listas para caminar en busca de la noticia y escudriñar más allá de los hechos. Enamorada de Popayán y el Cauca donde estableció su proyecto de vida en la tierra que la adoptó y le ha dado todo.

Por Antonio María Alarcón Reyna
Historia
Nací hace 59 años en San Vicente de Chucurí, departamento de Santander, capital cacaotera y aguacatera de Colombia. Soy la quinta de ocho hermanos del hogar conformado por Luis Eduardo Ardila Rueda, agricultor oriundo de Zapatoca y María Otilia Díaz León, de San Vicente de Chucurí, fallecidos en 1984 y 2020.
Don Luis, sembró por años surcos de café, cacao, caña de azúcar, legumbres y frutas, un hombre noble, sencillo y sensible, que aprendió de su padre las labores del campo y a oído, el toque del tiple y la bandola, que “rascaba” en los ratos libres sacando valses, guabinas, torbellinos y bambucos. Fue pionero de la organización comunal, obras viales, de acueducto y electrificación comunitaria. Doña “Oti”, una matrona hecha en el hacer como regla diaria, ejemplo de verraquera santandereana. Los dos forjaron en mí un profundo sentimiento de amor por la tierra, los orígenes, la memoria, la responsabilidad, la transparencia y la resiliencia frente a las dificultades.

Educación
Mis estudios de primaria los hice con las monjitas de la Presentación en el Colegio Nuestra Señora del Rosario y de bachillerato en el Colegio Departamental Integrado “Camilo Torres” de mi pueblo y luego, romantizando el ejercicio del periodismo por su inclinación hacia la expresión oral y la escritura, ingresé a la primera escuela de la región en la Universidad Autónoma de Bucaramanga, donde me gradué de Comunicadora Social- Periodista em 1990.
Soy la quinta de ocho hermanos con quienes compartió una niñez grata y sencilla en su pueblo de origen, compartiendo con una amplia familia de tíos y primos, donde siempre se impuso el buen humor en el compartir, los paseos, las fiestas y las vacaciones en la finca. Recién graduada de bachiller y con la reciente pérdida de su padre producto de un cáncer, doña “Oti” con mucha fortaleza tomó las riendas de la casa y la finca, garantizando los estudios superiores de sus hijos, convencida que su principal herencia sería la educación.

Se inició en la reportería, como colaboradora del periódico de la facultad y como corresponsal del diario Vanguardia Liberal de Bucaramanga, donde cubrió especialmente temas de orden público del Magdalena Medio entre 1988 y 1990, que le ocasionaron amenazas y su desplazamiento fuera de la región.
“Alterné la terminación de mi carrera con los cubrimientos periodísticos para el periódico, donde inicialmente me pagaban por nota y foto publicada y me le medí a la creación del proyecto cultural de San Vicente de Chucurí impulsado por la alcaldía, con el apoyo de un grupo de amigos de la cultura… echamos a andar proyectos como un grupo de teatro, coro, la banda municipal “Yariguíes” y el grupo de danzas “Cañabrava”, que hoy enorgullecen al pueblo y otros proyectos de orden ambiental, por la recuperación de la memoria, la identidad y la esperanza de las comunidades, en contravía del miedo que vivíamos en medio de la fuerte confrontación que protagonizaron las guerrillas, autodefensas y la fuerza pública… escribí una crónica monográfica del pueblo que fue mi tesis de grado e hice mis pininos como reportera, presentadora de eventos y gestora cultural”, recuerda con nostalgia.

La ruta hacia el desplazamiento
El binomio de corresponsal y gestora cultural en la zona de Chucurí, con las dimensiones que tomó el conflicto interno, se convirtió en el detonante de amenazas que la obligaron a salir de la región, aceptando la propuesta de Alejandro Galvis, gerente de Vanguardia Liberal para de integrar el primer grupo de comunicadores sociales que lideró la modernización del diario El Liberal de Popayán, luego que esa casa comprara la mayoría de acciones.
“Mi proyecto de vida personal se truncó y dio un giro de 180 grados, terminé en el Cauca, un territorio de similar violencia donde no conocía a nadie, sostenida por la madurez que me dio la experiencia de cubrir combates armados, tomar testimonios de secuestrados, masacres, tomas y asesinatos que fueron la constante en este capítulo de la historia de la región… me fui enamorando de Popayán, una ciudad lenta y tranquila, que se asomaba a la modernización del periodismo”.

Inicialmente trabajó como editora de agencias de las noticias nacionales e internacionales, algo de reportería política y económica y pasado un año se regresó a Santander, intentó retomar el liderazgo del proyecto cultural de San Vicente, pero volvieron las amenazas y terminó de nuevo en el Cauca para proteger su vida, donde surgieron nuevas oportunidades laborales por su condición de Comunicadora Social. Entonces, los periodistas profesionales llegaban de ciudades como Cali, Bogotá, Pasto, Medellín y Bucaramanga.
El periodismo en el Cauca


Siempre afecta a El Liberal, se vinculó en tres ocasiones más al diario como editora, jefe de redacción y cerrando como directora al momento de celebrar los 70 años. “… pasé del télex al fax y al telefoto por modem y luego al satélite e internet, del linotipo al computador y la red de internet, del teléfono fijo al Avantel y luego al celular… hice mucha reportería por teléfono y apoyada en el buen colegaje, recorrí varios territorios del Cauca, emocionada con el contraste de sus paisajes y diversidad, cubrí diversas fuentes, lideré dos rediseños del periódico, me enfrenté a las presiones de dirigentes y grupos de poder por el enfoque crítico de las noticias y editoriales que hacía y llegué finalmente a la comunicación institucional por puro agotamiento ante las precarias condiciones del trabajo periodístico en la región y el sacrificio personal que esto representaba para mí y mis dos hijos, especialmente luego de separarme, hace 20 años”.

En su paso por el periodismo del Cauca también hizo reportería y un magazín radial, dirigió el noticiero de Radio Super, con un formato ágil, diverso y ameno, liderando campañas sociales y ambientales, innovando con espacios como “La Telaraña”, un programa de humor en pleno apagón de la era Gaviria, junto con el colectivo de periodistas de la emisora, que le mereció el Premio Departamental de periodismo “Francisco Lemos Arboleda”. Luego, se ganó otros dos premios en radio y prensa escrita en este concurso promovido por la Gobernación del Cauca.
“… hice televisión en el canal 29 como presentadora del informativo de la Alcaldía y un programa de entrevistas… me atrajo el servicio público y me desempeñé en dos ocasiones como jefe de Prensa de la Gobernación del Cauca, jefe de Comunicaciones de la Alcaldía de Popayán y jefe de la División de Comunicaciones de la Universidad del Cauca, donde articulé la labor de la imprenta, la emisora, la productora de televisión y el naciente portal web, una maravillosa experiencia…. luego estuve en la Jefatura Administrativa de la Vicerrectoría de Investigaciones de la Alma Mater, una gratísima escuela como la de docente cátedra en un paso rápido que tuve por los departamentos de comunicación social, historia y literatura… “
“Como reportera cubrí un contraste de eventos y personajes, desde la inauguración de la carretera al municipio de Santa Rosa en la bota caucana y el Paro del Macizo Colombiano en Rosas, hasta visitas históricas como la del entonces príncipe de Asturias a Popayán, la restauración de numerosos inmuebles patrimonio nacional y diversos recorridos por el departamento, incluida Gorgona y Timbiquí, entre otros. Tuve el honor de ser la maestra de ceremonias de muchos eventos culturales y protocolarios como la entrega del reloj del parque Caldas, restaurado en Londres y en los últimos años en actos institucionales y masivos de diverso orden de la Gobernación del Cauca, como la propia posesión y visita de mandatarios del orden regional y nacional”.

Ismenia Ardila dice que en los tiempos de El Liberal el sueño era ligero, terminaba la edición, llegaba a casa y dormía con el teléfono al lado, pendiente del ruido de helicópteros sobre la ciudad y las novedades de orden público que no faltaban y obligaban a cambiar la primera página… en las jefaturas de Prensa la labor no fue menos intensa, pasada por el cubrimiento de múltiples jornadas de negociación y movilizaciones históricas de las comunidades, situaciones de orden público y desastres naturales como el terremoto del Páez.

“En 2014 y 2015 estuve en Bucaramanga por motivos de salud de mi madre y trabajé con el equipo de prensa de la Gobernación del Santander, donde la agenda era totalmente distinta y valoré profundamente el reto de la comunicación institucional en un departamento como el Cauca, donde la dificultad es pan diario de cada día”.
En la ruta del servicio público, Ismenia Ardila ha aportado como comunicadora social en los equipos de trabajo de 4 alcaldes y 5 gobernadores en los departamentos de Cauca y Santander del sur. Son más de 30 años en el Cauca siendo testigo de su devenir histórico, sus personajes, historias y procesos…
“Soy soltera desde terminada la convivencia con el padre de mis dos hijas, Antonio, que llegó de Santander después de mí y también se estableció en el Cauca: María José, de 30 años, productora de cine y televisión y Alejandra, de 21, estudiante de Literatura en la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá. María José ya hizo su primera película en Popayán, “Cielo Roto”, que llevó a varios festivales dentro y fuera del país. Alejandra es una gran lectora y escritora, de excelente desempeño académico. Ambas nacidas en Popayán, bachilleres del Colegio de las Bethlemitas, grandes estudiantes y líderes en sus disciplinas, de quienes me siento muy orgullosa y son mejor motivo para buscar nuevos tiempos en calma, con menos responsabilidades, para escribir mis memorias y ocuparme de muchas cosas que me robó el tiempo de reportera y servidora pública…”

Ismenia dice que no se arrepiente de nada de lo vivido porque ha trabajado con amor y pasión, tiene una profunda gratitud con Popayán y el Cauca, que le han dado todo lo que tiene, donde ha forjado grandes amistades y moldeado una mirada respetuosa de la diversidad del país, aunque se pregunta cuál sería su vida si este no hubiera sido su destino. Sus tiempos libres son para la actividad física, comer saludable, el contacto con la naturaleza, la jardinería que heredó de su mamá, leer, escribir y planear lo que quiere hacer el resto que le quede de vida. Camina despacio y en paz, orgullosa de la rebeldía de sus canas al viento, ganadas con una vida de trabajo honesto y responsable del que atesora grandes satisfacciones.